Domingo, 27 de febrero de 2005 | Hoy
VALE DECIR
George Clooney salió esta semana a devolverle a Russell Crowe la cortesía con que el actor de Gladiador, con fama de buscarroña y bravucón, se refirió a él y otras estrellas hollwyoodenses. El australiano había mostrado especial saña con Clooney, Robert De Niro y Harrison Ford al decir que le parecía muy bajo que se hubieran vendido filmando publicidades dentro y fuera de EE.UU. “Yo no uso mi celebridad para ganarme la vida –agregó Crowe–. Para mí es un sacrilegio; una absoluta contradicción del contrato social que uno tiene con el público.” Crowe tiene cierta experiencia en eso de pelearse con todo el mundo. Clooney mantuvo la compostura y hasta algo de clase y le respondió públicamente sugiriendo que Crowe sí utiliza su fama para promocionar su banda de rock 30 Odd Foot of Grunts. “Pero estoy contento de que nos haya puesto en nuestro lugar –agregó Clooney– porque Harrison, Bob y yo estábamos por montar nuestra propia banda, lo cual también podría ser considerado como un caso de ‘mala utilización de la condición de celebridad’. Así que gracias.”
El largo historial de escandaletes de la no tan larga carrera pública de Crowe –que comenzó a hacerse famoso hace algo más de un lustro– incluye hitos tales como éstos:
1. A fines de agosto pasado, Crowe confesó haberse peleado con su guardaespaldas y amigo de muchos años en el set canadiense de El luchador, aunque también aclara que todo se debió a un malentendido y que ya se reconciliaron. Sin embargo, Crowe no asistió a la fiesta de fin de rodaje porque, al parecer, había mala onda con el reparto y el equipo.
2. El luchador le deparó otro round: con el boxeador australiano Joe Bugner, a quien recurrió originariamente para que lo entrenara para el papel, para luego abandonarlo por Angelo Dundee, ex trainer de Muhammad Ali. Cuando Bugner criticó a Dundee por permitir que Crowe se lastimara entrenando, el actor llamó a su compatriota y lo insultó de pies a cabeza. “Que se meta la cabeza en el culo”, contestó Bugner.
A principios del 2004, casi tres años después de terminado el publicitado affaire de Crowe con Meg Ryan (nacido durante el rodaje de Prueba de vida), Dennis Quaid –el ex marido de Ryan– le agradeció a Crowe por haberlo humillado públicamente, porque al robarle a su esposa lo obligó a darse cuenta de que su matrimonio “no estaba en problemas sino en ruinas, de que nos estábamos aferrando a una relación muerta”. “Creo que se sorprendió un poco cuando le agradecí. Pero la verdad es que nos hizo un gran favor a Meg y a mí.”
Crowe atacó físicamente a Malcolm Gerrie, el productor del programa de la BBC que emitió la entrega de premios Bafta (el equivalente británico de los Oscar) por haberle cortado su discurso de agradecimiento, durante el cual Crowe se dedicó con entusiasmo a leer un poema. Enfurecido, aplastó a Gerrie contra una pared, insultándolo a los gritos (“¡Me importa una mierda quién sos!”, “¿Quién carajo tiene la audacia de sacar del aire el poema del ganador del premio al mejor actor?”), pateó tres sillas y se retiró de la sala.
A fines del 2001 Crowe se enojó con Courtney Love por no aclarar ante la prensa que aquella noche que pasaron juntos tras la entrega de los Globos de Oro había sido inocente: “Sólo escribimos poesía y charlamos” (Love dixit). “Me molestó que tardara tanto en aclarar la situación, porque no es prerrogativa del hombre hacer esas aclaraciones”, dijo Crowe.
Crowe casi no protagoniza El luchador (Cinderella Man, la próxima gran apuesta del estudio) debido a que puteó a Harvey Weinstein por teléfono por llamarlo “a las 9 de la mañana” para arreglar una reunión sobre la película. Todo se arregló, la película está terminada y hoy Weinstein –otro famoso por su temperamento, que le devolvió la atención mandándolo sonoramente a la mierda– alega que “habernos puteado de entrada es la base de la fuerte amistad que hoy compartimos”.
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