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Domingo, 27 de febrero de 2005

Los inevitables: Salí a practicar deportes extremos

Caminar por las paredes

Como Batman y Robin pero acá nomás, supervisados por escaladores de alto rendimiento

Por Cecilia Sosa
Ei los mitos están hechos para que la imaginación los anime, en Acasusso, frente a la estación Barrancas del Tren de la Costa y casi sobre el río, existe la oportunidad de refrescar uno: la escalada del muro. Como Sísifo, pero sin cargas extras y en un elegante resort de una hectárea dedicado a hobbies inocuos como los deportes náuticos y el roller hockey. Porque si de enfrentar desafíos se trata, ¿qué mejor que caminar por las paredes? La consigna es despedirse del piso y experimentar la textura del muro. Artificial, sí, pero uno de los más importantes de Sudamérica en su especie y el mejor del país: diez metros que se elevan de la tierra, en una torre esbelta que permite probar recorridos de hasta 20 metros. Sólo hace falta tener las zapatillas adecuadas, arnés, mosquetón y un par de cuerdas. Y, claro: prestar atención a las instrucciones de los escaladores de alto rendimiento. Hay cursos para principiantes, avanzados y chicos. Y también salidas de Pascua a escenarios naturales de Córdoba, Mendoza o Chubut.

Para los locos de la urbe, Perú Beach también ofrece un nuevo sector techado en forma de cueva de más de 120 metros cuadrados donde se escala sin soga y las caídas están convenientemente protegidas por colchonetas (o boulders, por si quieren esnobear al prójimo). Y para los que no estén dispuestos a perder el sentido estético del mundo, también hay clases de acrobacia en tela y trapecio en altura.

¿El plan más estoico? Alquilar un muro trailer e instalarlo en el jardín: 6 metros de altura con capacidad para tres escaladores simultáneos. Ideal para sentirse cada día como Sísifo: más fuerte que la roca.

Perú Beach queda Perú y el Río (Acasusso), frente a la estación Barrancas del Tren de la Costa, 4798-2759, www.escalando.com.ar

 

La aventura acuática

Delta en kayak propone tardes a puro sol, agua y remo

por C. S.
Sólo hay que subirse al tren, al 60 o al auto y enfilar para el Tigre. Y nada de quedarse viendo muebles de mimbre o soñando con nuevos frutos. No vale sumergir el dedo gordo en el agua turbia y menos que menos hacinarse en una lancha colectiva. Delta en kayak propone una aventura acuática en serio. Toda una tarde de paseo: agua, sol y remo, cada cual en su kayak y refrescando ideas en sana comunión con la naturaleza.

El lugar de encuentro es la rampa sobre el río Luján. Todos los sábados a las 10 y a las 14, la escuela de canotaje recibe a inexpertos consumados, los saca a pasear por los canales más misteriosos y al final del día los devuelve a la orilla sanos y salvos, con sonrisa de héroes, familiarizados con el arte de evitar un vuelco o de simularlo, hacer un medio roll embarcado o ejecutar técnicas de barrenada.

Así que todo listo para enfrentar las travesías de un día entero por el Paraná de la Palmas o cruzar a la orilla vecina y desembarcar en Carmelo o Nueva Palmira. Palabras mayores: la excursión al Parque Nacional Los Alerces o la regata kayística de Río Grande, Ushuauaia. Y si de ánimo de conquista se trata, nada mejor que explorar el Canal de Beagle a bordo de esa cascarita que a Magallanes pondría los pelos de punta.

Para los románticos, hay salidas de dos días que incluyen pernoctada y navegación nocturna. Una vez al mes, la escuela convoca a toda lacomunidad embarcada, sin distinción de jerarquías, para un día entero de remada. A no dejarse desestabilizar por eventuales salpicaduras.

Delta en kayak queda en Paseo Victorica 50 (Tigre), 154-164-6921, [email protected].

 

El fondo del mar

Cursos de buceo para pasar la noche bajo el agua y asomarse al fabuloso mundo submarino

por C. S.
Sólo los fiacas podrán subir desprevenidos al próximo “Titanic”. Gracias a los cursos de buceo internacionalmente certificados que ofrece la escuela Orca, cualquier Kate Winslet es capaz de sobrevivir sin tener un DiCaprio al lado.

En Orca se empieza a bucear desde el primer día. En grupos reducidos, cada alumno recibe un equipo completo de tanque, chaleco compensador, regulador y consola. Así vestido, no hay más que contar hasta tres y zambullirse en la pileta, donde los instructores enseñan a controlar la flotabilidad, resolver situaciones de riesgo y estrés, calcular la tasa de respiración y otras delicias submarinas. Las clases teóricas (que también se pueden cursar a distancia) requieren estudio de manual, responder cuestionarios y concienzuda contemplación de videos.

Sólo dos meses de curso autorizan a enfrentarse de lleno con el más fascinante mundo submarino. Las salidas de bautismo suelen llevarse a cabo en una magnífica Playa Dorada (Río Negro), con aguas cálidas, o en los más exóticos mares brasileños. Para quienes gusten de desafiar los límites, el curso otorga credenciales para sumergirse hasta 40 metros de profundidad (el límite del buceo deportivo) y permite, además, especializarse en distintas ramas subacuáticas: buceo profundo, buceo nocturno, buceo de altitud e identificación de peces. Y después están las aquamissions, aventuras submarinas en piscina donde se aprende a flotar bajo el agua y a fotografiar a los compañeritos de inmersión.

Atención: el buceo no requiere un entrenamiento físico elevado; sólo ser capaz de nadar 200 metros seguidos en cualquier estilo (“perrito” vale) y flotar sin ayuda durante diez minutos. Practique en la pelopincho.

Dive House queda en Córdoba 2496, 4961-8725, www.divehouse.com.ar

 

El volar no es sólo para los pájaros

El placer de planear en un oasis campestre

por C. S.
Toda experiencia extrema implica algún grado de riesgo. Pero muy pocas suponen el grado de placidez que brinda volar en planeador. Planear según sople el viento, como los pájaros que tanto admiramos despiertos y emulamos sin pudor en los sueños.

Lejos del paracaidismo kamikaze y la inquietud del parapente, el planeador asegura vértigo y adrenalina, sí, pero sin exigencias como contar con un físico privilegiado o un entrenamiento sobrenatural. Al contrario: planear requiere cuidado y sutileza, firmeza y suavidad. “Lo mismo que las féminas”, como arriesga uno de los más veteranos pilotos del Club de Planeadores de la ciudad de La Plata, suerte de oasis en medio del campo, con pileta y parrilla para esperar con el asadito listo a los voladores de la familia.

El Club ofrece todos los fines de semana vuelos bautismo de 20 minutos por $50. Sin motor, sin esfuerzo, en un ámbito fundamentalmente varonil (pero cortés), verde, con adorable aroma a campo y la custodia de pilotos con varias décadas al mando de elefantiásicos aviones comerciales, el planeador parece –y así se siente– un avioncito de juguete de dosplazas. Y lo más extremo de la experiencia es aprender (y aceptar) que no hay placer como el de dejarse llevar como una pluma en el aire.

El Aeródromo del Club de Planeadores de La Plata está en la Calle 137 y 82, 0221-4797809, www.planeadoreslaplata.org.ar

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