VALE DECIR
El fantasma de una pequeña revolución recorre los parques y jardines de Europa. No se trata de Hobbits, ni de Gnomos ni de Pitufos, sino de sencillos y tradicionales enanos de jardín. La iniciativa corresponde, en rigor, a un grupete de humanos. Franceses ociosos, para más datos: el FLEJ (Frente de Liberación de Enanos de Jardín), un grupo de acción directa que reivindica la liberación de los susodichos y su opción a abandonar los estrechos confines de las plazas de los suburbios.
El proyecto surgió en el pequeño pueblo normando de Alençon en el verano de 1996, cuando un grupo de estudiantes con nombres de guerra comandados por Prof (el enano Sabio de Blancanieves, en su versión francesa), y vestidos de paramilitares, comenzaron a liberar a los enanos de los jardines locales, dejándolos por las suyas en el bosque. Los vecinos llegaron a quejarse y hasta a organizar la vigilancia, pero la popularidad del Frente creció exponencialmente y los justicieros nocturnos ampliaron su zona de acción y la entidad de sus proyectos. En el 1997, Prof fue condenado por la “sustracción” de más de 150 enanos, pero –transcurrido un tiempo prudencial– los encapuchados volvieron a la carga.
En una ocasión, la intendencia parisina organizó una exposición de figuras de todo tipo en un parque del centro capitalino. Semejante provocación no podía pasar desapercibida y el FLEJ hizo lo suyo, liberando a veinte figuras en una operación perfectamente exitosa. La acción fue acompañada por una nota destinada a France Press en la que se exigía “el cierre inmediato de esa odiosa exposición y la puesta en libertad sin condiciones de los enanos de jardín que siguen detenidos”. Muy poco después, en otro golpe comando, pusieron “en libertad” a nada menos que 143 enanos, a los que depositaron frente a la intendencia local a modo de reivindicación.
El 20 de julio de ese año, dispusieron a otros cien figurines para el suicidio colectivo, colocándolos en medio de una calle. Los cuerpos de los enanos kamikaze formaban la frase “Liberen a los gnomos”.
Todas estas acciones han tenido una repercusión increíble en Europa y comienzan a hacerse conocidas también en EE.UU. y ya inspiraron la formación de decenas de agrupaciones similares, tales como el Movimiento Armato per la Liberazione delle Anime da Giardino; el Gnome-Liberation-Army inglés, y el notable proyecto holandés OomRoel (el proyecto del tío Roel), que, no contentos con liberar a un enano de una casa de la ciudad de Groningen, dejaron tras su paso una carta firmada por el propio gnomo (“Queridos amos: he decidido marcharme a correr aventuras por el mundo. No me quejo del trato recibido,pero he estado pensando y esto es lo mejor para todos. Abrazos”) y luego procedieron a pasear a Roel por toda Europa, fotografiándolo en lugares típicos para enviar las postales a su familia. La anécdota aparece reproducida en la película Amélie como si se tratara de un chiste, pero no es joda: así de tensas están las cosas en los jardines del mundo.
Tras exhibir un severo déficit de sentido del humor en la última entrega de los Oscar –cuando decidió que era su deber defender a Jude Law de los ofensivos chistes del maestro de ceremonias Chris Rock–, Sean Penn anunció que piensa tomarse varios años sabáticos consecutivos. Las razones esgrimidas: una sola: que el rodaje de Todos los hombres del rey –que coprotagoniza con Kate Winslet, Sir Anthony Hopkins y, vaya sorpresa, Jude Law– lo dejó exhausto y por lo tanto va a necesitar un tiempo largo para recuperarse. “Estoy quemado (sic) –dijo–, y ahora voy a tener que tomarme al menos un par de años libres.”
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