Dom 15.05.2005
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Vale dedir

Perdidos entre copas

Más de un año después del éxito de Perdidos en Tokio, estamos en condiciones de afirmar que hay una fiebre, y en el centro de esa fiebre arde la niña mimada de la crítica de cine, la hija del director de El Padrino, la prima de Nicolas Cage, y a esta altura una estrella por derecho propio: Sofia Coppola. Lo cierto es que su nombre se ha convertido en toda una franquicia: su firma está detrás de marcas de ropa, un perfume, exposiciones de fotografía pocket, algún video con Kate Moss; y ahora también una bebida alcohólica. Podría decirse que uno de los artífices del fenómeno es Marc Jacobs, un diseñador de modas que se anticipó al furor cuando la anunció como su musa inspiradora cinco años atrás, retratándola para sus campañas de ropa, de perfumes, e incluso bautizando una cartera con su nombre (que es la que lleva Scarlett Johansson en varias escenas de su segunda película).

Lo del vino viene por el lado de papá Francis Ford, por supuesto, dueño de varios importantes viñedos californianos, con quien lucubraron el lanzamiento en el mercado europeo y norteamericano de “Sofia Mini”: un vino espumoso en latita, con sorbete. En la página web de Sofia –que puede navegarse escuchando los temas de Air o Daft Punk que propone el propio sitio– se recibe al navegante con la frase: “Explora el estilo de Sofia en palabras, imágenes, sonidos y videos”. Ocurre que el producto es todo un éxito comercial: lanzado originalmente a 5 dólares, primero hicieron un test de 5 mil cajas que se agotaron rápidamente, y esperan vender 10 veces más para el resto del año. Si les sirve (a ella y a su padre) para hacer más películas como las que hicieron, bebamos todos una Mini a su salud.

El último de los feriados ardientes

Desde el 2001, cada 9 de mayo, la ciudad de Esperantina, en el nordeste de Brasil, festeja oficialmente el “Día del Orgasmo”. Ambiente de fiesta con globos y cartelones con consignas libertarias del tipo de “¡Fin del Silencio. El orgasmo necesita hablar!”. Así llevan adelante en esta ciudad de 34 mil habitantes (queda a 208 kilómetros de Teresina, la capital del estado de Piaiauí) la fiesta en la que deberían acabar todas las fiestas. Suelen prometerse para cada ocasión, y como si se tratara de la Feria del Libro, variadas ofertas culturales, científicas y pedagógicas. El autor de la iniciativa fue el dirigente socialista Arimatéia Dantas, ex concejal de Esperantina, quien más de una vez se encargó de explicar sus nobles motivaciones ante la prensa: “El político tiene que buscar soluciones a problemas que van más allá de salarios o vivienda. Cuando las personas acumulan frustraciones sexuales, acaban manifestándolas con violencia”. Otros concejales apoyaron la propuesta al tomar conocimiento de un estudio efectuado por alumnos de la carrera de Educación Física, según el cual menos del 30 por ciento de las mujeres llega al orgasmo.

Aunque se celebraba desde antes, el Día del Orgasmo no fue instituido oficialmente hasta el 2001, cuando recibió la aprobación de la Asamblea Municipal, aunque aun en esa ocasión fue vetado por el alcalde socialdemócrata José Ivaldo Franco, por considerar que la ciudad tenía “otras prioridades”. A pesar de la pequeña controversia jurídica, la celebración fue acogida con entusiasmo por la población y –en especial– por los comerciantes de la escasamente conocida localidad. El 9 de mayo, además, Dantas hace circular la “urna del orgasmo” por la ciudad, para que los interesados depositen cupones con comentarios relativos a sus fantasías sexuales. Por la tarde y la noche de la jornada festiva se llevan a cabo conferencias y debates públicos sobre las implicaciones jurídicas de la culminación del placer sexual en las relaciones conyugales y su función social, y sobre temas como la impotencia, la eyaculación precoz y “las ventajas de ejercitar los miembros”. Para los concejales, las dificultades para llegar al orgasmo constituyen un “problema social”, ya que propicia las crisis conyugales y la infidelidad, porque la mayoría de las parejas no dialoga sobre el asunto. Y después de todo –tal vez la consideración más importante para los funcionarios a la hora de instituirlo a nivel municipal– el orgasmo no sólo es saludable sino que además, exceptuando los casos en los que se recurre a servicios profesionales, no cuesta dinero.

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