VALE DECIR
No es la primera vez que Obi Wan Kenobi intenta cargarse la saga galáctica de George Lucas: se sabe que Sir Alec Guiness (el actor que vistió originalmente los andrajos del maestro Jedi en la primera película de la serie, en 1977) no quería que se le acercaran los fanáticos ni que nadie le anduviera recordando su participación en aquel descomunal éxito tan poco afín a su carrera interpretativa. De hecho, es conocida la anécdota cuando se le acercó un niño extasiado por estar frente a Obi Wan. Harto, Guiness recurrió a sus mejores armas: se acuclilló, apoyó sus manos sobre los hombros del purrete y le dijo: “En el nombre de la Fuerza, te prohíbo volver a ver esa película”. Dos décadas y pico más tarde, cuando el escocés Ewan McGregor fue convocado para ponerle el cuerpo al mismo personaje en su mocedad jedi para las precuelas de la saga, no tuvo empacho en decir que todo el asunto lo había decepcionado, ni bien terminó cada uno de los capítulos en los que intervino. “Son películas difíciles de hacer”, declaró en varias ocasiones. “A uno lo llaman para actuar frente a una pantalla azul sin nadie más al lado. Me resulta muy tedioso. Por otro lado, aunque las peleas del Episodio II fueron insatisfactorias, creo que las compensamos en el Episodio III.” Pero a pesar de aquellas tempranas declaraciones de entusiasmo acerca del capítulo que está actualmente en los cines, y de que en algún momento llegó a decir que le gustaba que “los niños se le acercaran a preguntarle sobre las películas”, hace unos días McGregor ya estaba quejándose de nuevo, confesando que lo asustaban los fans más fervorosos de la serie. Si ya había dicho que trabajar en las precuelas había sido menos que inspirador –según se indica en el sitio de noticias sobre cine de Imdb.com–, ahora dijo directamente que menos todavía le gusta sufrir el acoso de los entusiastas galácticos. “Son muy raros. Esta gente arma esas enormes reuniones y convenciones; para mí es todo un poco temible. En una ocasión vino un tipo a la puerta de un teatro en Londres en el que yo estaba haciendo una obra, y me gritó: ‘Obi Wan, ¿tenés algún consejo para un aspirante a Jedi?’. Y yo le dije simplemente que no: ‘No seas tan ridículo’.”
Hayden Christensen, el pétreo veinteañero que interpreta al joven Annakin Skywalker (más conocido como Darth Vader) en los episodios II y III de La guerra de las galaxias, dijo por estos días que está considerando retirarse de la actuación para estudiar arquitectura. “Hollywood no me parece interesante –declaró ante la prensa–, así que estoy pensando en convertirme en arquitecto. Una película es un producto y como actor uno sólo puede venderlo si se vende uno mismo. Es imposible sentarse a la mesa hasta que uno está dispuesto a renunciar a su integridad. Y eso tal vez funcione para Orlando Bloom. No para mí.” Al parecer, el Lado Oscuro de la Fama ya se ha cobrado otra joven víctima, convencida de que el mundo extrañará las obras que pudo haber dejado. Que no se preocupe por sus fans: para invitado especial a convenciones y papeles secundarios ya está Mark Hamill, el poco carismático Luke Skywalker de la primera saga galáctica.
Y hablando de galaxias. La mujer tiene sus razones, alguna ambición, y un nombre de resonancias extrañas: Marina Bai. La tal Marina es rusa y astróloga, y fue noticia unas semanas atrás cuando decidió demandar a la NASA por un total de 165 millones de dólares en concepto de daños provocados por la alteración del equilibrio del universo. Según estableció en su reclamo, la sonda espacial de la agencia norteamericana Deep Impact(“Impacto Profundo”), de la que se espera que choque contra el cometa Tempel 1 el 4 de julio próximo, “es un acto de terrorismo”. Además argumenta, en lo que parece ser la parte menos sólida de su demanda, que constituye un ataque personal contra sus abuelos, que se enamoraron mientras observaban el paso de dicho cometa. Una Corte en Rusia ya desestimó su caso indicando que la NASA tiene inmunidad en el país; por lo cual el abogado de Bai ha elevado su demanda a instancias superiores, en las que días atrás se debatía si la agencia aeroespacial tiene efectivamente representación en la Rusia a través de la embajada norteamericana de Moscú. Los científicos esperan que la sonda revele de qué están hechos los cometas, y aprovecharán la colisión para observar todo el evento a través de cámaras de video y el súper telescopio galáctico, el Hubble.
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