Dale gas

La revista de la BBC Top Gear acaba de publicar un listado de estadísticas
obtenidas en un estudio cuyo objetivo principal consistió en delinear
el perfil del chofer promedio que embotella las calles capitalinas británicas.
Entre los guarismos arrojados por la investigación se destacan algunos
particularmente relevantes, tales como el que indica que el conductor común,
en las largas horas que pasa detrás del volante durante su vida, putea
alrededor de 32.025 veces, consume unos 8 o 9 kilos de chocolate, se pasa unos
180 semáforos en rojo y toca la bocina más de 15.000 veces. El
estudio también concluye que al menos un 87% de los automovilistas ingleses
creen ser mejores al volante que los demás y prestan atención
a un 35% de las señalizaciones viales. Pero más interesantes aún
pueden resultar los siguientes datos: a lo largo de su vida, una mujer arroja
aproximadamente dos tercios de su peso corporal en basura por la ventana, mientas
que un hombre llega a tirar su peso completo. Además, cualquier conductor
tiene relaciones sexuales adentro de un auto unas seis veces. Pero lo más
notorio, sin duda, es que el conductor promedio emite unos 512 litros de flatulencias
dentro de su vehículo.

El agujero negro de las
películas espaciales

A pesar de haberse convertido en uno de los cineastas más prolíficos
y taquilleros de Hollywood, a Steven Soderbergh no le dan bola. Es uno de los
trascendidos cinematográficos de la semana: el director estrella (que
se hiciera famoso con Sexo, mentiras y video y prácticamente desapareciera
de la escena hasta la seguidilla de Vengar la sangre, Erin Brockovich, Traffic,
La gran estafa y la aún inédita Full Frontal) no logra convencer
a los censores de la industria que le den una oportunidad a su flamante película,
Solaris, de probarse ante el público adolescente, que es el que más
dinero deja en las boleterías norteamericanas. La cosa es así:
Solaris –nueva versión de la novela de ciencia ficción de
Stanislaw Lem, ya llevada al cine por Tarkovsky– tenía alguna escena
de sexo que fue rebanada con consentimiento del director para que la MPAA (junta
calificadora del cine yanqui) accediera a bajar la calificación original
de R (por Restricted, la más alta en Estados Unidos para el cine no pornográfico).
Pero Soderbergh considera que esa concesión fue suficiente, y ahora se
resiste a eliminar los planos del trasero de su protagonista, George Clooney,
para conseguir que se aligere la nueva calificación de “Sólo
apta para mayores de 17 años”. Lo más extraño del
asunto es que los menores de esa edad sí podrían concurrir a verla,
a condición de hacerlo acompañados por un adulto, como si un tutor
sirviera para algo más que explicarles a un púber de 15 que ese
no es otro que el trasero del ex protagonista de la serie ER: emergencias. Por
lo pronto, Soderbergh se ha plantado en su decisión de no ceder ni un
milímetro más de celuloide a los censores, y la Fox (que distribuye
el film) apela la decisión de la MPAA. Aun corriendo el riesgo de encontrarse
en las salas completamente solaris.

Lo malo, si feo, dos
veces malo

Lo dicen los resultados de un sesudo estudio llevado a cabo en Roma, y la experiencia
argentina lo avala: los telespectadores varones no asimilan las noticias cuando
quien las dice es una mujer atractiva. Los investigadores de la Sociedad Psicoanalítica
y Psicodinámica Europea que efectuaron la investigación (estudiando
los niveles de atención invertidos por unos 1500 espectadores italianos
expuestos a horas y horas de noticieros) se encontraron, tras evaluar la información
recabada, con que casi tres cuartos de los hombres involucrados no podían
recordar nada de los 30 primeros segundos de los programas que habían
visto debido a que tendían a concentrarse en la periodista-locutora.
A su vez, registraron que un 72 por ciento recordaban los reportes completos
en los casos en que eran presentados por una periodista poco atractiva y sin
maquillaje.