Dom 06.12.2009
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VALE DECIR › VALEDECIR

La Eco-lata salvadora

El diseñador Ryan Harc propone una nueva versión de la lata de Coca-Cola: una lata “desnuda”, sin color, con el logo en relieve. Muy iPhone, sería la envidia de Steve Jobs.

No sólo sería una lata más linda sino que además reduciría la contaminación del aire y del agua, según el sitio web Gizmodo.

¿Es para tanto? Según números del año 2007, se venden más de 67 millones de latas de Coca-Cola clásica por día, sin contar las otras variedades como Diet y Zero. Lo cual significa cerca de 25.000 millones de latas al año.

La lata “desnuda” eliminaría el gasto de energía para pintarlas y además permitiría ahorrar la tóxica pintura que se utiliza. Alcanzaría con un simple proceso de relieve en la superficie de la lata. También haría el proceso de reciclaje más sencillo, sin necesidad de un costoso procedimiento para separar la pintura del aluminio.

Sumando todas las variedades de Coca-Cola, Jesús Díaz en Gizmodo calcula más de 75.000 millones de latas al año. Lo cual serían unas cuantas toneladas de pintura. ¿El marketing se rendirá a la ecología?

Todos los chicos lo hacen

El profesor Simon Louis Lajeunesse, de la Universidad de Montreal, decidió hacer un estudio sobre pornografía. Al fin y al cabo, pocos empleos ofrecen esa clase de excusas.

El cuerpo de estudio serían hombres entre veinte y treinta años; la idea era comparar gente que ya conociera material pornográfico con gente que no hubiera estado expuesta al mismo.

“Empezamos la investigación buscando hombres que nunca hubieran consumido pornografía –relató Lajeunesse al diario The Telegraph–. Pero no pudimos encontrar ninguno.”

Hubo que cambiar, entonces, el foco original del estudio, que se convirtió en estudiar los hábitos de los hombres que consumen pornografía (o sea, todos los hombres), para determinar si la pornografía distorsionaba la visión masculina del sexo. “La verdad que ninguno de los que entrevistamos tenía una sexualidad patológica. Todas sus prácticas sexuales eran de lo más convencionales.”

Así como el filósofo Diógenes buscaba un hombre honesto, el profesor Lajeunesse parece estar en una búsqueda bastante más difícil para realizar su estudio original.

El éxtasis de Obama

La policía de Texas ha encontrado una nueva partida de éxtasis en las calles. Al detener a un conductor en la localidad de Palmview, encontraron heroína, cocaína, marihuana y varias pastillas de éxtasis en el baúl del auto.

Las pastillas de éxtasis parecían “vitaminas para chicos”, según los oficiales. De colores brillantes, algunas tenían la silueta de Bart y de Homero Simpson, otras tenían la forma de una estrella. Y, para sorpresa de los policías, algunas tenían dibujado el rostro del presidente Obama.

Dado que el éxtasis disminuye el miedo y la ansiedad, y provoca una sensación de bienestar general, quizá las hayan pedido para los días de elecciones. O quizás pensaron que “si tiene la cara del presidente, está bien”.

El conductor, Mario Guadalupe Sáenz, se negó a revelar la procedencia de las pastillas, y se enfrenta a un juicio por posesión de una sustancia controlada. Palmview está cerca de la frontera con México, en donde no sólo saben producir las drogas sino que también, según parece, lo que vende: Obama y los Simpson.

La culpa no es del chancho

En Bendigo, Australia, hay un riesgo permanente de incendios forestales. Para peor, los residentes de la zona sólo pueden usar gas natural en garrafa porque no están conectados a la red. Por esa razón las alertas se toman muy en serio: cuando alguien llamó, hace dos semanas, para reportar una fuga de gas, quince bomberos y dos coches bomba salieron corriendo al lugar de los hechos. Sin embargo, pronto se hizo claro que se trataba de gas, pero no el de las hornallas.

“Cuando llegamos, vimos que esta gente tenía un chancho, enorme, apenas a veinte metros de la casa –contó el capitán de bomberos, Peter Harkins, al Sidney Morning Herald–. En todos estos años en mi puesto nunca me habían llamado por un chancho flatulento.”

El capitán agregó que de todas formas hicieron bien en acudir al lugar y que el dueño de casa se disculpó, avergonzado por su chancho con gases. “Lo que sí, le tiramos al animalito un poco de agua. El olor resultaba algo violento”, confesó Harkins.

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