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Domingo, 12 de septiembre de 2010

VALE DECIR

Caca power

Los cobayos son unos pequeños roedores que se originaron en los Andes. Una conquista europea y varios siglos de veterinarias más tarde, las pequeñas bestias se han ganado un sitio como animalitos de compañía. También se los conoce como conejillos de Indias o, en inglés, guinea pigs, pifiándole al verdadero gentilicio en ambos idiomas.

En Pachacamac, en las afueras de la ciudad de Lima, existe una finca en donde los cuyes (así les llaman a los cobayos) tienen múltiples usos: abono, gas, comida.

El lugar se llama Casa Blanca y ahí viven el ingeniero agrónomo Ulises Moreno y su mujer, Carmen Felipe-Morales, que supo ser su alumna. Al poco tiempo de casarse entendieron que no tenía sentido, dada su profesión, que vivieran en la ciudad; entonces se mudaron al campo.

En una cabaña de techo bajo, en Casa Blanca viven casi mil cobayos que se pasan todo el día ingiriendo y eliminando comida. Su “producción” alimenta un biodigestor que el mismo Ulises adaptó de un modelo chino: se agrega agua y las propias bacterias de la materia fecal hacen el resto del trabajo.

El proceso tiene lugar bajo tierra, sin producir olor, y da como resultado dos cosas: gas y un líquido marrón oscuro, excelente abono para las plantas que Ulises bautizó “Caca Cola” y vende a 2 soles el litro.

El gas resultante, conocido como biogás dado su origen orgánico, se almacena en neumáticos de tractor y de camión. Según el blog wanderinggaia.com, cuando los neumáticos están llenos los conectan a la tubería de gas de la casa principal. De esa forma se aprovecha el biogás para hacer funcionar lámparas de gas, para cocinar y para alimentar un generador eléctrico; se puede decir, entonces, que la televisión y la computadora de la Casa Blanca funcionan a caca de cobayo.

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