El marketing católico está en franca decadencia. A la escalada de abusos a lo largo y ancho del globo, se le suma la reciente denuncia por la inscripción de inmuebles ajenos como propios por parte de la Iglesia española, la creciente secularización y la multiplicación de sectas. ¿Qué puede hacer Dios para encarrilar a sus ovejas? El anémico séquito del Señor pide señales. Y si el pueblo pide, el Barba provee. Por eso, aggiornando fórmula, Cristo ha hecho nueva aparición; esta vez, en un recibo del supermercado Walmart, en Carolina del Sur, Estados Unidos. Se ve que la economía está mal para todos; incluso para el reino divino.

Ocurrió el pasado junio, cuando una pareja cristiana fue de compras a la cadena y, días después, encontró la factura con un rostro dibujado... El de Jesús. “Estaba dejando la cocina cuando miré al piso y ahí estaba, mirándome. Fue shockeante; me quitó el aliento”, contó Jacob Simmons sobre su momento místico. Al parecer, la santísima manifestación vino a responder a la pregunta que su pastor le había hecho una semana atrás: “Si vieran a Dios, ¿lo reconocerían?”. El joven y su novia Gentry Lee Sutherland aseguran que sí. Aunque, claro, entre códigos de barras y tinta desparramada, la imagen bien podría pertenecer a Charles Manson o a un homeless desprolijo.

Ojo, no es el único caso de percepción divina (o pareidolia malinterpretada) que ocurre en Estados Unidos. Años atrás, en un pueblo de Missouri, una mujer llamada Kelly Ramey salió a recorrer los programas televisivos con su cheeto crucificado. Tal cual suena: compró un paquete de chizitos y encontró uno con forma extraña y, emocionada, se convenció de que era el mismísimo Jesús en la cruz que pasaba a saludarla. Se ve que el profeta Cheesus está aburrido en el Paraíso, porque dicen los que creen que ya se habría manifestado en una sartén con tocino, una resonancia magnética de una mujer con cáncer, un mapa de Google y una papa. Todo un mago.