Domingo, 6 de noviembre de 2011 | Hoy
VALE DECIR
Cuando Alba y Lucio Yacue tomaron sus votos matrimoniales, posiblemente hayan hecho oídos sordos al segmento del contrato que enuncia el “hasta que la muerte nos separe”. No es de extrañar, entonces, que la mujer de Hulla, Colombia, decidiera esconder el cadáver de su marido durante ¡30 días! en caso que decidiera... resucitar. En su defensa, momento antes de morir por causas desconocidas, él le dijo: “Volveré”. Y ella tomó las palabras de su moribundo compañero al pie de la letra.
De seguro hubiera seguido esperando que el hombre de 61 años hiciese la maniobra cristiana y volviera a la vida, pero los vecinos –alertados por la repentina desaparición de Lucio– dieron aviso a la policía. Cuando las fuerzas colombianas arribaron, encontraron el cadáver en la habitación principal, envuelto en una sábana. “Estaba en un estado de descomposición avanzado y emanaba un olor nauseabundo”, aseguró uno de los oficiales a cargo de la escena.
Más tarde, la funeraria local prestó declaración: al parecer, Alba había llevado el cuerpo de Lucio para que lo “arreglasen” y –según les dijo– ella pudiera enterrarlo en el jardín de la casa. Lo que no sabían era que la señora Yacue tenía otros planes para su marido.
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