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Hay quienes dicen que uno se mide por la calidad de sus enemigos. Para el legislador republicano Bob Morris, de Estados Unidos, la vara es corta. Sus adversarias no llegan al metro de altura, venden galletas, ayudan a la comunidad, aprenden primeros auxilios y se instruyen sobre valores como honestidad, coraje, compasión o confianza en viajecitos a la naturaleza. Además, tienen el apoyo de Barack y Michelle Obama. Sí, sus grandes contrincantes son las Girls Scouts.

Ocurre que la agrupación cumple 100 años —fue originalmente fundada el 12 de marzo de 1912— y, en Estados Unidos, ya se planean grandes festejos. A Morris la idea no le gusta nada y fue a fondo con su pensamiento: no sólo se negó a apoyar una resolución para homenajearlas; también se refirió a él como “grupo radicalizado” y aseguró que sexualiza a las niñas pequeñas y promueve la homosexualidad.

No contento con las etiquetas, el representante de Indiana fue por más: se quejó de que no autoricen a las niñas a rezar o cantar villancicos, dijo que era terrible que sus ejemplos a seguir fueran “feministas, lesbianas o comunistas”, y mostró desagrado por el hecho de que la agrupación sumase entre sus filas a niñas transgénero. Ah, y parece que las chiquitas son un “brazo táctico” del grupo Planned Parenthood, que apoya el aborto y el derecho a la educación sexual. Qué barbaridad.

“La desinformación es un hecho. Como organización, no tomamos posición frente a los anticonceptivos o el aborto; no son tópicos que formen parte de nuestro programa. Creemos que son temas que es mejor discutir en familia”, explicó Diane Tipton, una de sus representantes.

Tanta polvareda levantó el caso que Bob tuvo que calmar las aguas y se disculpó, diciendo que sus comentarios fueron “exagerados y reaccionarios”. Así y todo, sigue sin firmar la petición. Y sacará a sus dos hijas de las Girls Scouts de Indiana.