Domingo, 24 de junio de 2012 | Hoy
VALE DECIR
En tiempos de crisis global, los artesanos de ideas salen a la cancha para reinventarse o reventar (léase, ganar unos billetes o ir a la ruina). En el caso de Amsterdam, ciudad donde la crisis también ha tenido su impacto y, en consecuencia, un diez por ciento de los bares ha bajado sus persianas, ya hay quienes hacen de la falta de dinero una virtud y, en esa línea, ofrecen oportunidades a tono. Tal es el caso de Basis, un curioso restó que –en sus cinco meses de vida– siempre tiene el salón completo y las sillas, ocupadas. ¿Cuál es la clave de su éxito? Estar en sintonía con la realidad e instaurar la idea: “Salí y gastá, pero gastá lo mínimo indispensable”.
Es que, desde su inauguración a principios del año, el bar de la capital holandesa permite que sus clientes no coman necesariamente a la carta, es decir: deja que los asiduos ingresen con sus propios tuppers de comida con la única condición de que compren allí la bebida. Y para los que no tienen tiempo de cocinar, empaquetar y trasladar la vianda, da dos posibilidades: comprar los platos –pastas, sushi y fondues– del lugar o pedirle al mozo un listado de deliveries de la zona (pizzerías y fast foods) para llamar, hacer una orden y recibir y degustar en las instalaciones de Basis.
“Queremos que la gente se sienta libre”, explicó Michiel Zwart, uno de los jóvenes dueños de la iniciativa que, para establecer su punto, ofrece servilletas, platos, cubiertos y microondas a los usuarios. “Al principio, las personas no entendían bien el mecanismo pero, de inmediato y paulatinamente, fuimos sumando clientes”, agrega el empresario. “Muchos no tienen dinero extra para comer afuera. Entonces, les brindamos una solución para que salgan y pasen un buen momento con amigos sin tener que pagar fortunas por la comida”, definió Zwart.
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