Domingo, 23 de septiembre de 2012 | Hoy
VALE DECIR
En la semana de las negativas, dos hallazgos sacuden la roca fundacional de argentinos cristianos y tangueros: Jesús no era soltero y Gardel no era argentino. Al menos así lo afirman documentos dados a conocer esta semana, que dan por tierra con dos certezas populares. Respecto del Zorzal Criollo, ni uruguayo ni argentino: francés. Así lo aseguran los autores del reciente libro El padre de Gardel, el local Juan Carlos Esteban y los europeos Georges Galopa y Monique Ruffié, que –después de una década de investigaciones– publicaron una biografía con acta de nacimiento. Y el documento muestra que el cantor fue inscripto el 11 de diciembre de 1890 en el registro civil de Toulouse bajo el nombre Charles Romuald Gardes.
Según sus averiguaciones, Gardel llegó a Argentina con dos años y tres meses, después de que su madre, francesa –Berthe Gardes– fuera echada de su casa por tener un niño sin estar casada. De paso, los autores aclararon también la confusión con los vecinos uruguayos. Al comienzo de la Primera Guerra Mundial, en 1914, Gardel tenía 22 años y ciudadanía francesa, por lo cual su deber era inscribirse en el Consulado Francés y marchar al frente. “Por su formación y porque se sentía eminentemente argentino, no tenía un sentimiento patriótico de compromiso con Francia. Entonces, no concurrió a registrarse”, explicaron los autores. ¿Y el mito de que era uruguayo? Seis años después, en 1920, fue convocado para viajar a España para hacer una temporada teatral. “El estaba indocumentado. Entonces, decidió inscribirse ese año en el Consulado uruguayo: se registró como nacido en Tacuarembó tres años antes de su verdadero nacimiento: 11 de diciembre de 1887. En vez de poner Gardes, se inscribió como Gardel, su nombre artístico.”
Con respecto al otro hito, el hombre de la cruz, su situación civil fue cuestionada por la historiadora norteamericana Karen King, experta en cristianismo primitivo de la Universidad de Harvard. En una conferencia en Roma el pasado martes, la mujer presentó un papiro del siglo IV escrito en copto, posiblemente traducido de un texto griego del siglo II. En el amarillo documento, aparece un diálogo en el que Jesús se refiere como “mi esposa” a alguien a quien identifica como María.
Frente a los cuestionamientos de sus colegas –que alegaron que la gramática no había terminado de convencerlos y que la escritura no lucía auténtica–, King prometió someter al papiro a pruebas de tinta para comprobar su antigüedad. Y, por las dudas, se fue atajando: “El texto no suministra evidencias históricas de que Jesús estuviese casado sino que, unos dos siglos después de su muerte, algunos de los primeros cristianos suponían que lo había estado”. Andá a cantarle a Gardel, King. No, perdón: a Goyeneche. Que no era Polaco.
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