Otra victoria para las frases hechas: un episodio en Estados Unidos devela que, en verdad, lo barato sale caro. Y no sólo a nivel monetario; también se cobra con dignidad. Porque la estafa que padeció Jalonta Freeman, de Arlington, Texas, la dejó 200 dólares más pobre y, ante la mirada de la opinión pública, como un eximio ejemplo de tontera. Es que la semana pasada la mujer cargaba nafta en una estación de servicio cuando un extraño se le acercó y le ofreció un iPad sin estrenar por 800 billetes de cien. Pilla, Freeman regateó el monto, consiguió una rebaja de 600 dólares, entregó el efectivo y, sin chequear el producto, dejó que el vendedor se alejara presuroso.

Conforme con la compra, Jalonta la llevó empaquetada a casa de su hermana y se la dio como obsequio; entonces, juntas descubrieron que, lejos de ser un avanzado artefacto tecnológico, el iPad era... un espejo. “Ahí nomás empecé a maldecir”, relata la estafada y, de inmediato, se justifica: “Estaba enojada”. Al menos aprendió la lección porque, de gira por medios norteamericanos, ya recomienda “no comprar nunca nada de las calles”. Menos, espejitos de colores.