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Domingo, 24 de febrero de 2013

VALE DECIR

Urgencias mínimas

El éxito o fracaso de una broma depende no sólo de la cualidad del chascarrillo; el sentido del humor del público es clave a la hora de la carcajada. Una mujer de 48 años de Granbury, Texas, Estados Unidos, olvidó esta premisa y eligió el peor receptor posible para un chiste de poca monta. El pasado 11 de febrero, la graciosilla –cuyo nombre no ha sido especificado– decidió llamar al 911 para juguetear con una supuesta “urgencia” ¿Cuál era? Haberse quedado sin cigarrillos. Entre risitas, la señora pedía a los ayudante del sheriff que compraran tabaco y se lo llevaran a su casa.

Según la teniente Kathy Jividen, del condado de Hood, la mujer de Granbury (pueblo a unos 65 kilómetros al suroeste de Dallas) estaba en un estado “muy intoxicado” cuando pidió la entrega especial dos semanas atrás y pensó que sería divertido. Al parecer, tamaña fue su sorpresa cuando efectivamente tocaron a su puerta y, en vez de cigarrillos, recibió una orden de arresto, acusada del delito menor de abusar del 911. Dos oficiales la arrestaron y, aunque finalmente fue puesta en libertad, el chiste le salió caro: tuvo que pagar mil dólares de fianza.

El caso se suma a una seguidilla de extraños llamados que ha recibido el número de urgencias en los últimos meses. Recientemente, Joshua Basso, de 32 años, llamó al 911 para solicitar que le enviaran chicas que ofrecieran “gratificación sexual”; fue detenido y confesó que suele hacer pedidos telefónicos obscenos. En Tampa, Florida, la policía arrestó a Robert Hagerman por llamar al 911 para quejarse de que su hija no le compraba cerveza. El norteamericano Mark Welch, por su parte, se comunicó no una sino dos veces para reportar que sus sueños se estaban volviendo realidad. En fin, “urgencias”...

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