Hay quienes dicen que la política no es un juego de niños. Bueno: no podrían estar más equivocados. Al menos en el pueblito norteamericano de Dorset, en Minnesota, donde el nuevo alcalde —definido por los locales como “una bola de fuego”— tiene apenas 4 años. Los residentes de la pequeña comunidad —cercana a Park Rapids— están encantados. “Es un muchacho increíble, absolutamente maravilloso. Es sincero y muy bien hablado”, expresó Kathy Schmidt, cuya familia lleva cuatro generaciones viviendo en el área. Que ni siquiera haya terminado el jardín de infantes no pareciera ser un problema para nadie.

Y por “nadie” nos referimos a los 22 habitantes de Dorset, la autoproclamada “Capital del Restaurant en el mundo”, por ser el sitio con más restós per cápita (cuatro en total, número más que suficiente dadas las dimensiones del caso). Capital que, por cierto, toma sus elecciones un poco a la ligera, dado que el alcalde es elegido en el festival anual “Taste of Dorset”, evento popular donde candidatearse cuesta sólo un dólar. Una vez desembolsado el anémico billete, el nombre del interesado (que ni siquiera tiene que vivir en el pueblo) va a parar a un sombrero, donde se mezclan los papelitos y se saca, al azar, el ganador.

El último vencedor, claro, fue el pequeño Robert “Bobbie” Tufts que, con sus cuatro añitos, no suma polémicas y al que la política no le ha contaminado intereses ni ideales. ¿Cuáles? Cantar y bailar, jugar con un gran palo, ayudar a los ciudadanos a cruzar la calle y pescar (es un experto en cebos, dicen las buenas lenguas). Consultado acerca de su vida amorosa, el alcalde no se achica: dice que su noviecita se llama Sophia. Lo que no deja en claro es si la niña (una miniprimera dama) está al tanto de haber conquistado el corazón del “hombre” más poderoso de la ciudad.