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Thomas Clark, un joven de 22 años de Albuquerque, Nuevo México, no debería esperar regalos de su abuelita en su próximo cumpleaños. No es para menos: la mujer, Pamela Dearinger, descubrió a un hombre con el rostro semioculto irrumpiendo en su hogar. El ladrón le pareció de aspecto familiar y, en un gesto de coraje, se animó a quitarle el pañuelo púrpura que usaba para cubrir parte de su rostro. Tamaña sorpresa se llevó al darse cuenta de que el amigo de lo ajeno era ni más ni menos que su nieto.

Según el Albuquerque Journal, “mientras Dearing veía televisión en el living, Clark entró por la puerta trasera. Una vez dentro, la agarró y ambos empezaron a forcejear. Durante la pelea, la mujer le quitó la máscara y reveló su identidad. Entonces el muchacho la tiró al piso, agarró su cartera y se dio a la fuga”. Según la abuelita, su nieto tomó pertenencias y efectivo de un valor total de 507 dólares.

Cuatro horas después del altercado, Thomas fue capturado por la policía en el escondite más obvio de todos: la casa de sus padres.

Al momento de la confesión, el joven aseguró que sus amigos lo convencieron de atentar contra la sangre de su sangre como manera sencilla de hacerse de efectivo para poder ir a un casino local a multiplicar ganancias (o perderlas todas, según cómo se mire el vaso). Lo fácil salió caro: hoy día espera en el Centro de Detención Metropolitano que comience su juicio por robo residencial agravado y manipulación de pruebas. Sus familiares, sin embargo, deberían estar tranquilos: Clark ha demostrado claramente que no tiene una vida delictiva por delante.