Domingo, 23 de junio de 2013 | Hoy
CINE > ENTREVISTA A RICHARD LINKLATER, DIRECTOR DE ANTES DE LA MEDIANOCHE
En 1995, el director Richard Linklater estrenó una película pequeña e intimista acerca de un chico y una chica de veintipico, Jesse y Céline, que se conocían en un tren durante un viaje por Europa y pasaban juntos una noche única pero inolvidable. Aquel film, Antes del amanecer, se convirtió en la contraseña de cierto cine norteamericano independiente y sensible para toda una generación. Nueve años más tarde, Linklater volvió a reunir a sus protagonistas en un segundo capítulo, titulado Antes del atardecer, cuyo final abierto dejó vibrando a sus seguidores. En febrero de este año, con el estreno en el Festival de Berlín de Antes de la medianoche, el director y sus coprotagonistas y coautores –Ethan Hawke y Julie Delpy– finalmente ofrecen una respuesta posible, y un cierre nada complaciente cargado de la misma sensibilidad de sus dos episodios previos. Richard Linklater habla sobre cómo es filmar el paso del tiempo y la desintegración del amor idealizado y revela el insospechado origen autobiográfico de una de las sagas románticas más veneradas por toda una generación.
Por Juan Manuel Domínguez
Desde Berlín
Es un poco extraño usar el término spoiler alert a la hora de hablar de Antes de la medianoche, la tercera parte de la saga ¿romántica?, ¿realista?, iniciada, sin saber en su momento que se iba a convertir en una trilogía, con Antes del amanecer (1994). El spoiler alert es una señal de advertencia diseñada para aquellos que no quieren que les adelanten determinados giros narrativos de una película antes de verla, pero suele aplicarse a productos de la estantería Mega-Hollywood, a sus superproducciones más grandes y masivas. Que se aplique para hablar de la tercera de la tres intimistas películas del director Richard Linklater protagonizadas por Jesse (Ethan Hawke) y Céline (Julie Delpy), es decir, que sus responsables no quieran que a nadie les arruine el suspenso y la sorpresa, deja en evidencia que las dos primeras películas marcaron a fuego a una generación, que se trata probablemente del romance cinematográfico más tatuado en la piel de los espectadores que crecieron y hasta empezaron a envejecer junto a sus personajes.
Se trata de la generación a la que solían llamar “X”; una generación que Linklater contribuyó a moldear tanto como a definir con su hit independiente Slacker, expresión adoptada incluso para catalogar a cierto espécimen intelectual-sensible que surgió en los ’90. “No se me escapa la ironía de escuchar a gente que ruega que, como si estuviéramos hablando de Days of Our Lives (un eterno culebrón matutino de la televisión norteamericana) o de un thriller, no les cuenten qué pasó con Jesse y Céline en esta tercera parte, Antes de la medianoche; sobre todo considerando la cantidad de preguntas que quedaron flotando después del final de Antes del atardecer (2004). Eso tiene que ver con una idea que fue la base de toda esta historia: la proyección romántica. Pero no en términos de ‘identificación’, que es un concepto al que se apela más de lo que me gusta en el cine contemporáneo, sino en términos de cómo creamos en los demás aquello lo que nos interesa del amor. Somos la saga con menos recaudación de la historia que posee tanto secuelas como fanáticos seguidores”, dice en exclusiva para Radar, desde Berlín, Linklater (Texas, 1960), mente maestra detrás de la involuntaria saga, aunque no la única (los actores Ethan Hawke y Julie Delpy son coguionistas de todas las entregas de las Antes de...).
“Si seguimos así, vamos a terminar haciendo Amour”, bromea Linklater en referencia al oscarizado drama de amor geriátrico de Michael Haneke; y la broma da cuenta de que la distancia entre película y película abarca un período específico tanto en la vida de sus personajes como de sus creadores: “Cada film se convirtió, para mí, en algo bastante parecido a hacer una tesis respecto de lo que significa convertirse en adulto y qué sacrificios conlleva el amor. Cuando hicimos la primera película, la veinteañera Antes del amanecer (1995), no sabíamos que iba a generar el fenómeno que generó, y cuando hicimos la segunda, la treintañera Antes del atardecer (2004), creíamos que estábamos filmando algo que solo tres personas querían ver en este planeta –Hawke y Delpy y yo–, y ahora sabemos que no es así”.
Spoiler alert: a poco de empezada Antes de la medianoche (que se estrenará el próximo jueves en nuestro país), vemos a Jesse despidiéndose de su hijo, apenas mencionado en Antes del atardecer y ahora convertido en un púber, en un aeropuerto de Grecia. Tras experimentar una suerte de demolición emocional al ver irse al joven, como si nada, como si no fuera la respuesta instantánea a una de las preguntas más ansiosas de la historia del cine, ahí está Céline esperando a Jesse. Pero no hay nada de espectacularidad, nada de “cuando Jesse volvió a conocer a Céline”, sino pura cotidianidad. La cámara sigue a Jesse mientras se dirige al asiento delantero del auto donde ella espera. Y de pasada, vemos a dos blondas mellizas. Sus dos mellizas. Las mellizas de Jesse y Céline. ¿Final feliz? “Creo que algo que me inquietaba un poco era lo mucho que se hablaba de realismo en las primeras Antes: seguro, la realidad aparece en tanto me servía que apareciera, para reflexionar sobre el amor: un horario a cumplir, una imposibilidad de unión, la idealización, lo intelectual como máscara y como alma que se filtra. Pero son, y los personajes se hacen cargo de esto, encuentros idílicos; son construcciones de otras personas. Esto no los hace menos reales, pero creo que se entiende al aspecto del realismo al que me refiero. Obviamente, un aspecto fundamental de la saga tiene que ver con la forma en que otra persona puede generar un eco potente en tu vida, incluso si es una persona a la que tan solo conociste a la largo de una noche. Yo buscaba capturar eso, el instante y su valor. Pero frente a un tercer film decidimos que no podíamos hacer eso otra vez, necesitábamos encarar aspectos más duros, menos cuento de hadas indie del amor: cuando termina la película, o sea, cuando se enamoran y quedan juntos, ahí empieza otra película. ¿Todavía seguís queriendo eso o era el idilio, la versión idílica del enamoramiento lo que nos había obsesionado?”
Filmada en secreto a lo largo de tres semanas en Grecia, Antes de la medianoche surgió, dice el director, por “mera picazón común; en un momento, Ethan le manda un e-mail a Julie, yo la mensajeo a Julie, y nos damos cuenta de que necesitamos contar otra de sus historias. Jesse y Céline son nuestras experiencias, somos nosotros tres y nuestras vivencias. Me divierte mucho ver cuán decimonónica puede parecer la historia de Jesse y Céline y su romanticismo para una generación que tiene Facebook desde que nace. Siempre pensamos que era un film generacional, pero no nos dimos cuenta de que lo era por las razones equivocadas”.
En un momento de Antes de la medianoche, Jesse (hoy devenido un exitoso novelista) y Céline (convertida en la solicitada trabajadora de una ONG), quedan sentados frente a una pareja de jóvenes que, precisamente, siguió en contacto por Facebook. Otra pareja cita el libro autobiográfico en el que Jesse narra su primer encuentro con Céline en Viena (el encuentro que narra la primera película), minimizando lo que para Jesse y Céline ya era casi la historia épica de su largo romance. Por un momento, la película parece tomar perspectiva sobre aquello que en los dos films anteriores había cobrado dimensiones tan enormes para sus protagonistas. “El propósito de estas escenas no era tanto minimizar todo lo anterior –dice Linklater–, sino mostrar que los habíamos espiado en dos instantes fundamentales, pero que ahora sus vidas eran mucho más que esos dos instantes. En un momento pensamos que en lugar de mostrarlos de vacaciones esta vez, debíamos mostrarlos a lo largo de un día extremada y perfectamente ordinario: yendo a buscar a los chicos acá, conversando un ratito antes de la medianoche. Pero no. Queríamos dejar en claro que en las dos películas anteriores los impulsaba alguna limitación –física, de tiempo, de horarios, o el estado civil de cada uno– y que ahora lo que había entre ellos era una inercia, una hermosa, o agotadora, inercia: la que aparece cuando le dedicás tu vida a alguien.” Y sigue: “En aquellos dos primeros films era fácil imaginar que soñaban con tener una familia juntos; y ahí está la familia, o sea, ahí está el ‘todo lo que quería en esta vida’. El peligro de conseguir eso radica en que ahora estás completo, y podés comprobar que el sentirse incompleto es más físico de lo que uno cree y que está menos relacionado con los demás y con el amor de lo que se cree”. También asegura que lo ayudó a definir sus películas la propia experiencia, tanto suya como de sus actores y coguionistas (que son diez años más jóvenes que él). Esas experiencias “no se traducen tanto en hechos concretos, sino en la forma en que hablan y en cómo reaccionan Jesse y Céline ante determinadas situaciones. Mucha gente cree que se trata de películas muy improvisadas cuando, muy por el contrario, están delineadas de punta a punta. Obviamente me interesa crear una realidad, y Hawke y Delpy logran que parezcan líneas pensadas en el momento, espontáneas, y no líneas de diálogo escritas en un papel. Ellos son los que han logrado que Jesse y Céline sean lo que son, que podamos creer que sus vidas siguen en una dimensión paralela. Confiar en ellos fue, desde el primer film, lo que me permitió conseguir esta naturalidad”.
“Algún día haré una película sobre esto” dijo Linklater algo más de veinte años atrás. Se encontraba de paso en Filadelfia tras la filmación de Slacker, su ópera prima, por tan solo una noche. “¿Qué vendría a ser ‘esto’?”, le preguntó su interlocutora. El respondió: “Esto. Esta sensación. Esto que está pasando entre nosotros dos”. Spoiler alert (otro, pero que no le va a arruinar la sorpresa de la película a nadie): cuando terminan los créditos de Antes de la medianoche, aparece una dedicatoria. El film (¿o la saga?) está dedicado a Amy Lehrhaupt, la chica con la que Linklater mantuvo este diálogo en 1989, y con quien el director debutante pasó una noche entera, después de que se conocieran en una juguetería. Frente a la invasiva pregunta sobre si habían tenido sexo que le hizo un periodista del Times, Linklater respondió: “Algo de misterio me tienen que permitir”.
Hace muy poco, recién en la serie de entrevistas que dio por Antes de la medianoche, Richard Linklater logró hablar en público de esta relación que solo conocían las personas más cercanas al director. Su relación con Lehrhaupt siguió raquíticamente por teléfono y se vio truncada por el tiempo. Linklater confiaba, como vemos en Antes del amanecer, en el libro escrito por Jesse sobre su noche con Céline, que Lehrhaupt iba a aparecer en una de las proyecciones de la segunda película. Pero nunca apareció. Linklater supo lo que realmente había pasado hace apenas tres años, gracias a una carta de un amigo de ella que empezó a unir las piezas sentimentales desparramadas en los films hasta comprender que Lehrhaupt era la chica que le había servido de inspiración al director. La verdad resultó ser mucho más dura que en cualquiera de las películas: Lehrhaupt había muerto en un accidente de motos, apenas tres semanas antes de que se iniciase el rodaje del Antes del amanecer. “Al enterarme quedé demolido –dice Linklater–. Fue Ethan Hawke quien me dijo que si no fuera por ella, nunca hubiera hecho estas películas o conocido a ciertas personas. Y esa noción, sin saberlo, fue a la que me aferré: no tenemos idea de en qué forma tenemos eco y afectamos la vida de los demás. Creí realmente que un día volvería a verla, que en alguna función, de todo ese mar de gente que es un festival, se asomaría a saludar. Y que me diría que había conseguido capturar aquello que habíamos vivido juntos. Pero nunca ocurrió. Obviamente mi relación no fue tan intensa como la que cuentan las tres películas, y tampoco quiero que esta confesión autobiográfica genere una relectura de todo lo que hicimos. Pero sentí la necesidad de dedicarle Antes de la medianoche .”
A menudo se ha comparado las historias de Jesse y Céline con el crecimiento del Antoine Doinel de Truffaut en el cine, Linklater lo sabe y por lo tanto sabe que lo que ha creado tal vez no sea del todo nuevo, pero sí que es sincero, genuino y, lo que es más importante, adulto: “¿Qué es lo que nos mantiene juntos? ¿Qué nos hace seguir adelante? No hay buenos y malos, y todos tenemos una historia que nos importa más que la Historia –en esta película más literalmente que nunca: sus protagonistas pasan al lado de ruinas de la cuna de la civilización–, una historia que creemos que es la que nos define. Quería mostrar que son gente bastante normal, que ambos tienen sus falencias. Y que ambos son maravillosos”.
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