Domingo, 18 de agosto de 2013 | Hoy
VALE DECIR
A pesar de que la experiencia asocie a los libros antiguos con aromas mohosos, densos, raídos y un distintivo olor a cuero envejecido, una empresa de productos artesanales de Nashville, Tennessee, decidió barajar y dar de nuevo con una oferta temática —por lo menos— peculiar. Bajo el nombre “Biblioteca”, Paddywax Candles —tal es el nombre de la firma— reinterpreta el concepto de “perfumes de celebridades” y asigna una vela aromática (es decir, un olor) a un puñado de notables escritores.
“Satura tu habitación con la morbilidad de Emily Dickinson”, bromean algunos sitios online. Pero la fragancia de autor destinada a Dickinson es, sin embargo, una mezcla de grosellas y lavanda que ha sido seleccionada para rendir tributo a la poetisa. El olor pensado para Tolstoi incluye ciruela negra y musgo de roble. Oscar Wilde, en cambio, huele a madera de cedro, tomillo y albahaca; Edgar Allan Poe, a cardamomo, ajenjo y sándalo; Jane Austen, a gardenia, nardo y jazmín, y Mark Twain, a tabaco y vainilla, por mencionar varios casos.
Considerando épocas y situaciones sanitarias o, incluso, biografías en —digamos— campos de trabajo forzado, es difícil pensar que las sutiles esencias creadas por Paddywax para los susodichos hayan —en efecto— acompañado sus horas literarias. Pero no es cuestión de preocuparse. Mejor distenderse con un baño y unas velas aromáticas que, una vez prendidas, evocarán aventura, verso rasgado, cuento de terror. O, lo que es más probable, ninguna de las anteriores.
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