Domingo, 18 de agosto de 2013 | Hoy
FOTOGRAFíA > LA 12ª EDICIóN DE LA FERIA DE LIBROS DE FOTOS DE AUTOR
Muy lejos de las pantallas y las imágenes digitales y muy cerca de lo artesanal y lo autogestionado, los libros de fotografías de autor tienen su lugar en una nueva edición de la Felifa, donde un centenar de artistas argentinos y latinoamericanos presentan sus producciones propias, sus libros objeto, sus series limitadas, sus pequeñas tiradas y copias únicas en un catálogo tan variado como exquisito y sorprendente.
Por Romina Resuche
Este año, trescientos artistas presentan sus proyectos en la Feria de Libros de Fotos de Autor (Felifa), que en su edición número 12 cambió de sede y de barrio. Del Espacio Ecléctico en San Telmo, donde durante 11 años las fundadoras vieron crecer su creación, se mudaron a Central Newbery: un lugar que permite la expansión del emprendimiento con la apertura de una tienda y la exhibición de fragmentos de series de una docena de fotógrafos.
Elegir desde el catálogo o desde las mesas expositivas –por gusto, por reconocimiento del autor, por curiosidad, por temas de interés–, y luego sentarse para disfrutar de un quieto paseo por cientos de historias, por miles de imágenes: ésa es la experiencia que proponen Eugenia Rodeyro, gestora cultural y economista, y Julieta Escardó, fotógrafa y curadora. Su pasión compartida por la fotografía las animó a dar vida a este evento anual, que comenzó como una oportunidad para que muchos artistas mostraran libros creados por ellos mismos, autogestionados, realizados artesanalmente, propiciados por la voluntad de llegar a otros con su obra. Hoy, con más de una década trabajando y con una convocatoria que aumenta año a año, despliegan una selección de libros de autor que van de la maqueta al prototipo, del objeto único a las ediciones de tirada corta, de las copias numeradas y firmadas por fotógrafos consagrados hasta las publicaciones íntimas de artistas que recién se animan a ser mirados.
Este año la feria incluye, además de los libros de los autores nacionales o residentes en el país, una sección de títulos de artistas de Brasil, Chile, Uruguay y Paraguay. Los trabajos personales y las colecciones expuestas permiten comenzar a construir un puente con organizaciones, festivales y fotógrafos pertenecientes a un mismo panorama: el latinoamericano. Para Escardó, el sueño que aún falta cumplir es armar una red de ferias conectadas. “Está bueno lo que pasa cuando viajamos –cuenta–, lo que se genera es alentador. Ahí vemos cómo las otras ferias tienen mucho apoyo institucional y cuando les decimos que en nuestro caso somos simplemente Julieta y Eugenia, no pueden creerlo”, afirma. Lejos de la queja, reconoce que se necesita mayor apoyo para que la feria siga y madure aún más. Y explica: “Hasta ahora se banca porque los fotógrafos aman el proyecto y ayudan”. Y sí, el compromiso de los artistas participantes se nota: en cada edición se ofrecen como bibliotecarios y anfitriones.
En el marco del evento serán presentados los nuevos lanzamientos de La Luminosa, editorial que también fundaron Rodeyro y Escardó en 2011, y que publica entre sus títulos aquellos proyectos ganadores del Felifa DOT –premio que otorgan en sociedad la feria y la imprenta DOT, habilitando una edición limitada de ejemplares–.Y como un plus de esta edición, la tienda permite adquirir ejemplares presentes en la feria, libros de editoriales de larga data dedicadas a la foto, como Larivière y La Azotea, y otras publicaciones no tan fáciles de conseguir o de pequeñas editoriales y colecciones como Piano Piano o La Visita. Otra de las diferencias del evento de este año es la exposición del trabajo de doce fotógrafos, uno por cada año de vida del proyecto.
Objetos como una caja de bombones con un álbum desplegable de fotografías (Resabios, de Carolina Rodríguez, un ensayo sobre los objetos que habitan la casa de un hombre ciego) y otros giros y juegos, como una edición invertida de un libro de Alejandra Pizarnik sin foto alguna, son parte del catálogo. Hay muchas producciones intensas, bien hechas, bellas y de gran calidad, para todos los gustos; y de entre tantos, ciertos proyectos se destacan por forma, tema, contenido.
Anónimo, cuaderno de fotografías de Tomás Cochello, es otro hallazgo. Ediciones Flanbé publica cada uno de sus libros con tapas estampadas que le dan identidad a la colección de bitácoras y encuadernaciones de series de fotos e ilustraciones. El cuaderno fotográfico de Cochello reúne imágenes que permiten habitar la sensación de búsqueda, miradas concentradas en redescubrir raíces e identidades revisando la dualidad luz-oscuridad en los retratos de personas, de animales, de naturaleza viva y estructuras inútiles en rincones urbanos. Una selección con silencios y verdades.
Otro libro de profundo amor por la fotografía es En busca del paisaje perdido, producción conjunta del diseñador Julián Balangero y del artista Cristian Bonaudi, heredero natural de un antiguo estudio de fotografía en Sunchales, Santa Fe, desde el cual pareciera poder contarse la historia de ese pueblo a través de sus registros. El fundador de Foto Bonaudi fue su bisabuelo Ennio, de cuyas fotografías se logró una selección perfecta que compila en esta edición única algo de lo mucho que consiguieron capturar y componer tanto él como sus hijos en los días en que el paisaje rural y las costumbres humanas tocaban otras fibras. “Hace años que la devastación del territorio, la destrucción total del paisaje y las formas de explotación humana me tienen intranquilo”: así da impulso Bonaudi bisnieto a esta selección minuciosa.
Entre los trabajos internacionales, el libro de la brasileña Maíra Soares –Este seu olhar– es un pequeño cuaderno gris claro, con un tiento que enlaza y encierra una selección de fotografías en blanco y negro. Las dos mujeres, en distintos tiempos, en poses similares, con gestos parecidos y en las mismas acciones, son la madre de la artista, retratada por su esposo en el primer año de casados, y la propia Soares, autorretratada en escenarios que imitan a la primera imagen, 35 años después de la toma original. Otras de las piezas interesantes del muestreo latinoamericano es Repertoire, con foto, notas, apuntes y textos manuscritos de Raúl Gómez, un chileno apasionado por la música y el registro documental. Es una edición realizada por su hijo, el fotógrafo Rodrigo Gómez Rovira, que cuenta una historia del exilio con imágenes tomadas por su padre poco antes de irse de Chile y durante sus años en París. Pensado como un inventario de aquello que se encontró, está compuesto de datos archivados según cierto orden histórico-social, y también personal. El mismo Gómez habla de momentos de emociones –diversas, claro–, como la foto de un instante en el que Salvador Allende saluda desde su coche o la diapositiva que encierra a un grupo de exilados en Suecia y hasta el escaneo de los negativos que muestran los primeros pasos de sus hijos.
Poner en circulación producciones cuidadas y habilitar al autor a que autorice su obra es lo que continúa motivando a las creadoras. Escardó reconoce que es un momento vital en la producción de libros de fotografía y, por ende, se ve mayor experimentación desde lo conceptual. “En los últimos cinco años, el libro de fotografía evolucionó mucho, tiene que ver con que cambiaron los modos de producción por la tecnología y sus posibilidades. Antes casi todos eran más artesanales, más objeto, y ahora la nuevas técnicas favorecen este florecimiento.”
Por eso, cada vez más autores se postulan y la convocatoria crece y crece. Las producciones mejoran y el auge del libro de fotos es tan visible y palpable que en cada edición la Felifa gana fuerza, calidad de las producciones y criterios narrativos.
La Feria de Libros de Fotos de Autor se puede visitar en Central Newbery Galería de Arte, Newbery 3599, hasta el 25 de agosto.
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