VALE DECIR
A menudo, las noticias pasan parte de más y más escultores haciendo uso de materiales no convencionales para dar forma a piezas y concertar conceptos. Desde basura orgánica y trozos de pavimento hasta monedas intervenidas y cables de teléfono, todo tiene su lugar en el variopinto universo de la expresión visual. Incluso la cocaína. Porque ésa ha sido la materia prima que eligió el artista holandés Diddo (tal es su alias) para componer su más reciente trabajo: una calavera blanca de tamaño real que se llama Ecce Animal y está hecha en un ciento por ciento con cocaína compacta... y un poquito de gelatina para dar forma.
Ducho en piezas controvertidas (ya había prendido la chicharra con sus joyas hechas con armas y sus máscaras de gas alta costura), el autor dice querer reflexionar sobre la naturaleza animal del ser humano y su limitado control sobre él mismo y su instinto, a pesar de que prevalezca la errónea creencia de que nos dominamos tan bien como dominamos al mundo. “Lo que intento con esta declaración es ofrecer un espacio para que la gente piense”, afirma el artista que, antes de meter manos en la masa estupefaciente que compró en la calle, pasó por un laboratorio y corroboró la pureza del producto. Los muchos gramos que dieron positivo (entre un 15 y un 20 por ciento de pureza) se volvieron escultura para alegría de más de un duro que ya anda preparando la tarjeta de crédito.
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