Domingo, 8 de diciembre de 2013 | Hoy
VALE DECIR
Parece ser que las pasadas intentonas de la señal británica Channel 4 por levantar los números del rating siguen sin funcionar (y eso que llegaron a mostrar a gente consumiendo éxtasis en vivo...). Habrán pensado las altas cumbres jerárquicas o sus ladinos subalternos entonces: ¿Qué genera más morbo que las drogas? Y la respuesta, simple, sencilla, saltó a la vista: el sexo. De allí que, desde octubre, el canal lanzase un programa insólito que gira alrededor del acto amatorio. Titulado Sex Box y dirigido por la periodista del Guardian Mariella Frostrup –acompañada por un grupo de expertos en la materia–, el dream team se completa con un columnista del corazón, un experto en lenguaje corporal y un psicoterapeuta. Lo curioso, sin embargo, no es el elenco estable sino la propuesta central: una pareja visita el programa, se mete en una caja/cuarto de madera (sonorizada y cerrada), tiene sexo adentro (que no se transmite ni se escucha) y, apenas finiquita el intercambio pudendo, sale a hablar con los especialistas para compartir pareceres, discutir problemitas, charlar de la vida. De momento, se han prestado al juego del reality un matrimonio con hijos, una pareja hétero en sus veinte y una gay de treinta, todos frescos y con el recuerdo “a flor de piel” al momento de revivir sus minutos anteriores. Para Channel 4, su nuevo bebé viene a romper con la represión sexual británica, a desterrar la etiqueta de “tabú” que trae aparejado el coito. Para la audiencia, el show es apenas un chiste inexplicable que no les interesa intelectualizar, aunque algunos críticos lo llamen “el súmmum de la sociedad de consumo”. Por lo menos, y en honor a la verdad, pareciera tener más picante que Tu cara me suena. Que alguien le avise a Marley; quizá tenga ganas de importar...
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