Domingo, 8 de diciembre de 2013 | Hoy
VALE DECIR
El colmo de la banalización tiene nombre, y se apellida Emoya Luxury Hotel & Spa, cadena de ofertas hospederas que acaba de ser noticia a lo largo y ancho por un servicio un tanto... peculiar. Es que, por 82 dólares la noche, la firma ofrece rentar una de las cabañas de su hotel boutique Shanty Town, en Bloemfontein, Sudáfrica, y concretar el sueño impensado de parecer (nunca ser) pobre. Tal como suena: lookeada con hiperrealismo gracias a fachadas de madera y chapa que gritan “¡Pocilga! ¡Penuria! ¡Hambre!”, cada chozuela permite que el rico –y su sadismo– atraviesen la experiencia de estar en supuestos barrios bajos, de aparente alta tasa de criminalidad, ente desechos de mentirita, especialmente dispuestos como escenografía, no vaya a ser cosa. Aunque el maquillaje edilicio es modesto, no así los servicios de Shanty Town (un resort de lujo, al fin y al cabo). Provistas con calefacción, wifi, piscina, sala de conferencias y caza como actividad optativa, la docena de cabañas temáticas no resigna comodidad, para respiro de los interesados en emular la vida de un pobre como sólo un mal rico lo haría: con mal gusto, apatía, desconsideración y sin pudor. Para todo lo demás están las tarjetas de crédito.
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