Domingo, 27 de abril de 2014 | Hoy
VALE DECIR
“Puede que no sea arte, pero sin duda será uno de los objetos más macabros expuestos en un museo: el Thanatrón, artefacto intravenoso inventado por el médico Jack Kevorkian para que los pacientes pudieran inyectarse por sí solos dosis letales de potasio y cloruro, está a la venta en la Galería Sparta, en West Hollywood, junto con una docena de pinturas del hombre llamado Doctor Muerte”, anota el periódico LA Times a cuento de tamaña curiosidad: que el gran batallador por el derecho a la eutanasia también pintaba. Y lo hacía considerablemente bien, dicho sea de paso.
Hasta el 30 de abril, entonces, la famosa Máquina de Suicidio Asistido y los óleos originales del humanista (entre ellos, la pieza Genocida, que refiere al genocidio armenio, o los temáticos Parálisis o Coma, donde los hombres lidian con el sufrimiento o la muerte) están en exposición, y a la venta. Algunos “benignos”, otros activistas, políticos, todos son cuadros que nos introducen en una de las facetas menos visibles del activista. Que se suma a otras, como su afición al jazz, a tocar la flauta, a sacar discos (Kevorkian Suite: Very Still Life). O la más famosa: asistir a decenas de personas a morir dignamente, aunque tuviese que pasar ocho años en la cárcel por eso.
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