Domingo, 8 de junio de 2014 | Hoy
VALE DECIR
Con perdón del facilismo: el tamaño sí que importa. Al menos, al momento de adentrarse en la última serie del fotógrafo francés Fabrice Fouillet, la viralizada Colosses (Colosos), donde el artista captura algunas de las estatuas más grandes del mundo en un intento por comprender “el deseo humano detrás de esas gigantescas declaraciones”. Así lo explicó en un artículo de la revista online LensCulture, donde el instruido hombre de 40 años (estudió sociología, etnología y más tarde se especializó en tomar imágenes en la escuela parisina de los Gobelins) expuso la escultura de 100 metros de Sendai Daikannon en Sendai, Japón, la sexta más alta en el globo; la pétrea imagen del general Guan Yu en Yuncheng, China; el Monumento al Renacimiento Africano en Dakar, Senegal, inaugurada en bronce en 2010, etcétera. Rusia, Ucrania o Indonesia también se sumaron a los destinos requeridos para poner en perspectiva la grandilocuencia, incluyendo para tal fin a personas en las fotos: “Quería figuras humanas porque, por definición, la criatura y su creador deberían ir juntos. Además, opone la duración y la vida, la piedra y la carne, el poder y la vulnerabilidad”. Mientras los grandotes no cobren vida y los aplasten...
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