El británico Damien Hirst no sólo es uno de los artistas mejor pagos del mundo; también uno de los más ambiciosos. Así lo deja entrever su floreciente intención de crear una ciudad entera que, de momento, lleva por seudónimo Hirst sobre el mar y habrá de instalarse en el condado de Devon, al sudoeste de Inglaterra. A pocos kilómetros, dicho sea de paso, de la controvertida Verity, aquella enorme estatua de bronce de una mujer embarazada. Y aunque el proyecto ya había sido anunciado hace unos cuantos meses, la novedad reside en que: (a) la ciudad de Ilfracombe aprobó los planos iniciales, mal que les pese a (b) inquietos y disconformes residentes de la zona.

Al parecer, no todos están exultantes ante la posibilidad de 750 casas nuevas (y ecológicas), tiendas, carriles, parques infantiles, pistas deportivas, un colegio primario y un hospital con sello Damien. Con todo, de ser completamente autorizado el desarrollo, llevará quince años concretarlo e implicará, al menos, una centena de puestos de trabajo en el ámbito de la construcción. Aunque —atinan algunas webs— ninguno será ocupado por el otrora Young Artist. Para David Watts, un vecino del área, “las intenciones de Hirst son buenas, pero es un sueño imposible que acabará con la mayor parte de la fauna local”. “Somos una ciudad balnearia, nuestros medios de transporte no son muy buenos y no hay muchos trabajos en los alrededores. Entonces, ¿quién va a comprar todas esas viviendas?”, se interroga el hombre. Pues, ¿tres mil londinenses fanáticos del arte? ¿Amigos de Hirst? ¿Alguien?