CINE LOS CUATRO FANTáSTICOS
Una vez más, los estudios Marvel deciden hacer un “reboot” (es decir, un reinicio) de una de sus adaptaciones al cine menos exitosas: esta vez le toca volver a intentarlo a Los Cuatro Fantásticos, la versión de la historieta de Stan Lee y Jack Kirby que en los años ’60 fue la contrapartida de La Liga de la Justicia, con una visión de superhéroes unidos por lazos de sangre: poderosos pero finalmente humanos y bastante neuróticos. La Antorcha Humana, La Mujer Invisible, El Hombre Elástico y La Cosa ahora son interpretados por Miles Teller (Whiplash), Kate Mara (House of Cards), Jamie Bell (Billy Elliott) y Michael B. Jordan (Chronicle), dirigidos por el jovencísimo Josh Trank, todos intentando una vez más hacerle justicia a esta historia cargada de subtexto, potencia y metáfora.
› Por Mariano Kairuz
“En el número 141 de Los Cuatro Fantásticos, publicado en noviembre de 1973, Reed Richards tuvo que usar su arma antimateria sobre su propio hijo, a quien Annihilus ha convertido en la Bomba Atómica Humana. Es una situación típica de Los Cuatro Fantásticos, porque ellos no eran como otros superhéroes; eran más como una familia. Y cuanto más poder tenían, más daño podían hacerse los unos a los otros sin siquiera darse cuenta. Ese era el significado de Los Cuatro Fantásticos: que una familia es como tu propia antimateria personal. Tu familia es el vacío del que emergés, y el lugar al que regresás cuando morís. Y ésa es la paradoja: cuanto más te acercás hacia adentro, más profundamente te sumergís en el vacío.”
El que dice esto es Paul, el personaje en el que Rick Moody volcó algunos de los rasgos más autobiográficos de su novela The Ice Storm, corte transversal en la América de las postrimerías de la revolución sexual, entre la era Kennedy y Nixon. Varios años antes de convertirse en El Hombre Araña, Tobey Maguire interpretó a Paul en la adaptación de la novela, La tormenta de hielo, bajo dirección del taiwanés Ang Lee (que más tarde dirigiría el film Hulk). Para Moody, las historietas de súper héroes constituyen un recuerdo esencial de la infancia que decidió incluir en su propia obra cuando tomó conciencia “de que estaba empezando a participar en la cultura americana”. “Dicho sea de paso –agregó en una entrevista de hace un par de años a propósito de su perdurable The Ice Storm– me resulta deprimente que hasta ahora la historia de Los Cuatro Fantásticos no haya dado lugar a una película decente. Para mi siempre fueron tanto más interesantes que El Capitán América o Iron Man. ¿Por qué es tan difícil de adaptar? ¿Cómo puede ser tan difícil de adaptar esa historia?”
Lo cierto es que cuando Moody dijo esto ya existían tres películas basadas en Los Cuatro Fantásticos y estaba en camino la remake-reinicio (“reboot”) que acaba de estrenarse esta semana en buena parte del mundo. Lo que Moody aprecia de la creación de Stan Lee y el dibujante Jack Kirby (mejor dicho, cuya autoría se disputaron largamente estos dos), su potencial no explotado en ninguno de estos films, es su capacidad de ofrecer una alegoría sobre la familia disfuncional, sobre la atracción y la bizarría y la inevitabilidad y todas esas tragedias que se anudan en las vidas y relaciones de las mayorías de los padres e hijos (y hermanos y esposos; y abuelos y primos); en sus simbólicas batallas a muerte, en los actos de villanía infinitos de unos y otros, en los desacuerdos e incordios eternos e insuperables que pueden producirse entre aquellos que conviven y se aman y odian a la vez. La familia como fuente perfecta de conflictos sobrenaturalmente dramáticos.
Y es que aunque Los Cuatro Fantásticos le fueron encargados a Lee (Stan) como una respuesta a La Liga de la Justicia del sello competidor DC (que había agrupado a Superman, Batman, la Mujer Maravilla y otros) a principios de la década del ‘60, el hombre del bigote que se arroga la creación de El Hombre Araña y Hulk y otras licencias lucrativas, vio en ellos la oportunidad de hacer no otro sindicato de súper freaks, sino un auténtico grupo humano, falible y vulnerable y algo bizarro, pero humano al fin. Una familia. Dos de los Fantastic Four están de hecho, literalmente, emparentados: Johnny y Susan Storm, alias La Antorcha Humana y La Mujer Invisible, son hermanos. Y Sue se casa con Reed Richards, alias Mr. Fantastic, o El Hombre Elástico, suerte de cerebro y líder del equipo, y así ambos se convierten en mamá y papá superhéroes (mucho antes de Los Increíbles de Pixar) dejando en el proceso a Johnny Storm en el lugar del niño inmaduro, algo irresponsable y hormonal. Y al gruñón Ben Grimm, alias The Thing –La Cosa o La Mole– como una suerte de tío o suegro siempre en desacuerdo, irascible, con ganas de romper todo. A Los Cuatro Fantásticos se los bautizó “La Primera Familia de Marvel”, y se la considera la historia que definió “la voz narrativa” del sello; tanto en su aspecto visual como por “ese humor autoconciente y autodenigratorio que se combina con historias de escala épica pero íntimas en el fondo: la mezcla justa de telenovela y comedia que le agregó un filo que sus competidores no tenían”.
“Encontrarte a vos mismo en la Zona Negativa, como les ocurre a menudo a Los Cuatro Fantásticos, significa que las cosas que damos por sentadas cotidianamente se verán invertidas. Me parece que todo el mundo existe parcialmente en la Zona Negativa, algunas personas más que otras. En tu vida es un poco como que te metés un rato y salís; es un lugar donde la cosas no resultan como debieran. Pero a alguna gente, la Zona Negativa la tienta. Y esa gente termina metiéndose adentro, hasta adentro de todo.” No hay detalle de Los Cuatro Fantásticos que el joven y atribulado Paul de Rick Moody no sea capaz de leer como una metáfora de las ansiedades de la vida contemporánea.
Pero las series y películas basadas en los 4F no desarrollaron ese talento para la alegoría hasta ahora. Dejando de lado las series animadas producidas desde los años ‘60, se tardó mucho en hacer un verdadero intento por llevar a los Cuatro Fantásticos a la imagen en movimiento. En 1986, cuando los super héroes no eran considerados redituables en Hollywood (los Superman de Christopher Reeve habían empezado a revertir esa idea, pero la confirmación llegaría en 1989 de la mano del Batman de Burton) el productor alemán Bernd Eichinger –que había adaptado con éxito La historia sin fin– compró los derechos para filmar a la primera familia de Marvel. En 1992, habiendo fracasado en su búsqueda de inversores, y ante el riesgo de perder la licencia si no empezaba a usufructuarla antes del 31 de diciembre, Eichinger convocó al “rey de la clase B”, Roger Corman para que pusiera el marcha una película por la menor cantidad de dinero posible. Lo que nadie sabía –acaso ni siquiera Corman– es que Eichinger no tenía planes de estrenar jamás ese film presupuestado en un millón de dólares, sino apenas utilizarlo para retener los derechos. Cuando esto se hizo evidente, su director y actores editaron el film por su cuenta y empezaron a promocionarlo, pero la propia compañía de Eichinger los obligó a desistir por medios legales. The Fantastic Four (1994) nunca llegó a salas comerciales, y Avi Arad (entonces de Marvel) la compró para destruir todas las copias y asegurarse de que jamás viera la luz. Sin embargo, un VHS pirata de muy mala calidad se filtró y circuló durante los ‘90. Hoy esa copia se consigue online, pero esto no es una recomendación: se trata de una aberración casi dolorosa de ver; aburrida, habitada por actores que no parecen saber qué hacer, plagada de diálogos inconsecuentes que parecen suplir las escenas de acción que eran demasiado caras para filmar. Poco después, la Fox empezaba a desarrollar un proyecto un poco más serio; sin embargo, el film estrenado 2005, no es exactamente lo que fans como Moody estaban buscando: asumido con humor, la cosa se ponía excesivamente paródica por momentos. Los poderes del cuarteto aparecían expresados en todo su esplendoroso absurdo: el mujeriego Johnny Storm, alias Antorcha Humana, está siempre caliente y aprovecha su popularidad mediática para conseguir chicas; El Hombre Elástico improvisa flexibilísimos nuevos pases de baile; La Mole rompe todo lo que toca con sus torpes dedotes, y La Mujer Invisible... bueno, simplemente está ahí, y eso es lo que casi todo el mundo recuerda de estos films: la bastante fantástica silueta de la morena Jessica Alba, con el cabello teñido de rubio e inverosímiles lentes de contacto azules. Entre otros detalles simpáticos del guión, Johnny le pregunta a La Mole cómo es que se las arreglan a la hora del sexo con su novia, dado su nuevo, desproporcionado tamaño y su escasa flexibilidad. Apenas un chiste, y una inquietud, que no iba a revolucionar el mundo de los súper héroes pero al menos lo acercaba un poco a la carnalidad a la que aspiraban sus autores cincuenta años atrás.
Los Cuatro Fantásticos y su secuela Los Cuatro Fantásticos y el Silver Surfer (2007, mismo reparto y mismo director: Tim Story) funcionaron moderadamente en términos comerciales, pero decepcionaron en cualquier otro sentido. En tiempos del Caballero de la Noche y los sufridísimos y discriminados miembros de esa familia extendida y bien diversa que son los X-Men, era hora de ponerle un poco de pathos a los miembros de la primera familia de Marvel. Para 2012 apareció la persona que parecía ideal para la misión: un chico de 27 años llamado Josh Trank.
Californiano nacido en 1984, Trank tenía apenas algo de experiencia televisiva cuando sorprendió a todos con su opera prima Chronicle, estrenada por acá como Poder sin límites hace algo más de tres años. Chronicle toma el abusado truco del falso documental/found footage (que impuso Actividad paranormal) y le da un giro original, para narrar la historia de unos adolescentes, colegiales más o menos comunes y corrientes, que adquieren superpoderes por accidente y –como si se tratara de los cambios hormonales de la pubertad– al principio no saben del todo bien qué hacer con ellos, más que experimentar, divertirse, hacerles bromas a otros, sentirse inmortales: cualquier cosa menos salvar al mundo. Su principal protagonista, el chico que lo registra todo con su cámara (Dan DeHaan, un modelo algo parecido a DiCaprio), es uno de los adolescentes menos populares del colegio, víctima permanente de bullying, mientras que en casa –un hogar económicamente quebrado de Seattle– las cosas no andan mucho mejor: su madre se está muriendo de cáncer y su padre es un hombre borracho e irascible que suele descargar su amargura en el chico. Hasta que, previsiblemente, las cosas se pudren, el chico se harta y desata su ira superpoderosa generando una catástrofe más digna de un supervillano que de un superhéroe.
“Yo mismo fui víctima de bullying prácticamente toda mi infancia –ha dicho Trank, confirmando la raíz personal de todo el asunto–. Tenía un enorme sobrepeso y no me sentía tan solo un marginado: simplemente no me consideraba un ser humano. Luego fui un adolescente muy depresivo, y vivía medicado. Eventualmente perdí peso y atravesé un montón de cambios, pero sí, todo esto que se ve en Poder sin límites tiene mucho que ver con mi pasado.”
Lo más interesante de Chronicle es que realmente consigue captar algo de la experiencia adolescente y por momentos se siente verdadera. No es difícil entender entonces por qué la 20th Century Fox le encargó a este debutante sub-30 el reboot de Los Cuatro Fantásticos: no solo su similar “relato de origen”, sino por la sensibilidad con que hace de la familia disfuncional uno de sus centros emocionales. El principal referente de Trank para sus 4F fue una de las versiones más modernas de la historieta, la saga “Ultimate”, que baja la edad de sus protagonistas, y multiplica sus crisis internas, a la vez que convierte a su archienemigo, el Doctor Doom, en uno más de ellos, una suerte de peligrosísima oveja negra de la familia. A su vez, dice, se propuso hacer una suerte de “Fantastic Four vía David Cronenberg”. “Para mí la historia de Los Cuatro Fantásticos y las bizarradas que les ocurren a estos personajes se corresponden con el universo de Scanners y La mosca, esos en los que algo horrible le pasa a tu cuerpo y lo transforma fuera de control.”
En otras palabras, todo parecía alineado para que Trank hiciera una gran película con Los Cuatro Fantásticos, empezando por su reparto, que incluye a Miles Teller (que viene de ofrecer una actuación extraordinaria en el éxito indie Whiplash) como El Hombre Elástico, Kate Mara (de House of Cards) como La Mujer Invisible, el infalible Jamie Bell (Billy Elliott) como The Thing, y Michael B. Jordan (de Chronicle), quien tratándose del primer Antorcha Humana afroamericano desató una previsible y absurda polémica entre los fans puristas (y algo supremacistas tal vez) del comic. La participación del guionista y productor Simon Kinberg, que venía de trabajar en las nuevas y muy buenas películas de X-Men, parecía duplicar la garantía.
Pero las cosas no salieron bien. Unos meses atrás la revista The Hollywood Reporter publicó una nota que recogía los rumores que ya corrían en la industria: que la producción se había desmadrado, que Trank se estaba comportando de manera errática e indecisa, que se aislaba y era incapaz de resolver problemas en el rodaje; que se había peleado con Kinberg y los productores. Trank lo desmintió todo (y Kinberg salió a respaldarlo) pero ya era tarde: todo indicaba que el estudio, con o sin razón, le había quitado la película de las manos, y que esto le habían costado su siguiente trabajo: ponerse al frente de una de las múltiples nuevas películas de Star Wars (Trank alega que renunció porque quería dedicarse a “proyectos más personales después de una superproducción tan demandante”, pero ya nadie le cree). Y en cualquier caso, el resultado no es lo que esperaban los fans: con sus 100 minutos de duración dura 30 menos que el primer corte anunciado por Trank meses atrás, y la verdad es que el relato se siente apurado en su último tramo, hasta inconcluso. Mientras la crítica viene despedazándola desde su estreno, nadie termina de adjudicar responsabilidades oficialmente.
O casi nadie: Trank tuiteó días atrás lo siguiente: “Un año atrás yo tenía una versión fantástica de esto. Y hubiera recibido grandes críticas. Pero probablemente jamás la vean. Esa es la realidad”.
Trank borró el tuit poco después, pero un periodista de The Hollywood Reporter ya lo había copiado, y ahora está por todos lados, bajo el título: “Trank culpa a Fox”.
Otra historia para los anales del fracaso cinematográfico de la Primera Familia de Marvel. Para que Rick Moody se siga preguntando qué es lo que tiene esta historieta favorita de tantos, cuál es la maldición por la que sigue siendo imposible todavía –la zona negativa, la antimateria, y todo eso–, hacer una buena película con ella.
(Versión para móviles / versión de escritorio)
© 2000-2022 www.pagina12.com.ar | República Argentina
Versión para móviles / versión de escritorio | RSS
Política de privacidad | Todos los Derechos Reservados
Sitio desarrollado con software libre GNU/Linux