PERSONAJES > ALICIA VIKANDER
Todos los ojos sobre la hermosa, fuerte y delicada actriz sueca Alicia Vikander, nominada al Oscar por La chica danesa
› Por Mariano Kairuz
Diez días atrás quedó nominada al Oscar a Mejor actriz de reparto, lo cual parece garantizar lo que de todos modos ya se sabía: que vamos a ver a Alicia Vikander mucho más –y en películas cada vez más grandes y masivas– durante los próximos años. Hace una semana en este mismo espacio se decía algo parecido de Brie Larson, la protagonista nominada al Oscar de La habitación, pero es así: son dos de las chicas del momento.
En el caso de Alicia Vikander, lo que ocurre además es que se trata de una de las bellezas del momento; sueca –no una rubia pálida sino una chica de pelo y ojos castaños y piel tostada, con un vago parecido a Penélope Cruz–, es la pareja actual de Michael Fassbender, lo cual los convierte en una de esas golden couples de gente bonita y famosa. Nacida en 1988 en Gotemburgo, hizo sus primeras participaciones en cine en producciones escandinavas, pero cuatro años dio el salto con dos largos de importante recorrido internacional: la última versión de Anna Karenina (la de Joe Wright con Keira Knightley) y la danesa, nominada al Oscar también, La reina infiel, donde fue la trágica reina de Dinamarca Caroline Mathilde, enamorada del médico de la corte. Después hizo El quinto poder (la historia de Julian Assange), la sueca Hotel, la australiana Son of a Gun (con Ewan McGregor) y la inglesa Testament of Youth (donde interpretó a la pacifista Vera Brittain en plena Gran Guerra), pero la parte importante de su carrera empezó el año pasado, con tres películas: Ex Machina, El agente de CIPOL, y La chica danesa. Las tres parecen decir algo acerca de la percepción que los cineastas tienen hoy de ella; algo relativo a un equilibrio entre frialdad de carácter, cierta dureza y resistencia, y su capacidad de entrega emocional.
Protagonizada por Domhnall Gleeson y Oscar Isaac, debut como cineasta del novelista y guionista Alex Garland (La playa) Ex Machina es la más evidente en ese sentido, porque en ella Alicia interpreta a un robot. Más que un robot, un especimen tecno-evolutivo, una sofisticada creación de inteligencia artificial que es el centro argumental y moral de todo el asunto: como en Blade Runner o el AI de Dick/ Spielberg la pregunta es si es aceptable crear un ser prácticamente vivo –con una sensibilidad, inteligencia, atractivo y hasta sexualidad casi humanas, o una muy buena imitación de todo eso– y después restringirlo; darle conciencia pero no libertad. Y ella, con su impasibilidad robótica, al principio poco más que un rostro (ese rostro) expresa este conflicto a la perfección, convenciendo a su “examinador” de que es capaz de enamorarse de él. En su mirada aparece el vago eco de un sufrimiento humano. Frialdad y sentimiento, combinados, desordenados, chocando. No estrenada en los cines argentinos, Ex Machina se convirtió en uno de los pequeños fenómenos de culto del streaming (legal y del otro) de 2015.
La que sí llegó a los cines fue la entretenida El agente de CIPOL, remake de la extraordinaria serie de los ’60, y donde ella es “rescatada” por Napoleon Solo en Berlín Oriental para saltar vertiginosamente el Muro y terminar en brazos de Illya Kuriakyn. O algo así: en realidad, acá la combinación de frialdad y dureza y sentimiento y romanticismo, cobra otros sentidos. Ella es la chica menudita entre los varones gigantes , que empieza ladrándoles como un perro –porque es la hija de un científico altamente disputado por los espías de ambos bloques de la guerra fría y está acostumbrada a los rigores del lado comunista-, se afloja un poco cuando conoce al agente ruso, pero luego lo zarandea y finalmente lo traiciona porque ella es también, previsiblemente, una agente. Enseguida se especuló con que Alicia sería la próxima chica Bond, pero finalmente será la próxima chica Bourne, en el regreso de Matt Damon a la saga del agente amnésico.
Y la que ya se filtró online pero se espera en la cartelera argentina para el próximo jueves 28 de febrero es La chica danesa, del director Tom Hooper (El discurso del rey), la historia de la pionera transgénero Lili Elbe (Eddie Redmayne, también candidato al Oscar). Acá Vikander es Gerda Wegener, pintora y esposa del también artista Einar Wegener, quien terminó de reconocer su identidad sexual en la década del ’20, y decidió someterse a las cirugías necesarias para “corregir lo que la naturaleza había hecho mal”. La tensión entre fortaleza y vulnerabilidad emocional se expresa primero en el carácter de ella, tanto más decidido, más fuerte y resistente que el de él (un muchacho delgadísimo y de aspecto frágil), quien a pesar del sufrimiento que le provoca, de la pérdida que implica para ella (la de su matrimonio para empezar), lo acompaña en todo su proceso de transformación.
Hija de una actriz y un psiquiatra, Vikander empezó a actuar en teatro a los siete, estudió ballet en la Royal School desde los nueve, y se instaló sola a los 15 en Estocolmo, donde pronto estaba actuando en televisión para el director Tomas Alfredson, de quien acá se conoce la extraordinaria película de vampiros Déjame entrar. A los 23 fue elegida como “Shooting Star” en el festival de Berlín, por su actuación en el film de 2011, Pure, de Lisa Langseth; hoy la revista Vogue la definió como la Jessica Chastain del 2016: la chica que de pronto parece estar en todas las pelìculas que importan al mismo tiempo. “De pronto te encontrás reunida con gente a la que admiraste toda tu vida, las Judi Denches”, dice la chica del momento: “me pone un poco nerviosa esta acumulación. Te empezás a preguntar si estás a la altura; empezás a arrastrar cierta ansiedad, y ese sentimiento de que esta puede ser tu única gran oportunidad”.
Derek Cianfrance, que acaba de dirigirla en la inminente The Light Between Oceans, en la que interpreta a la esposa del guardián de un faro que adopta al bebé que llega hasta la orilla en un bote salvavidas, dice que está perfectamente claro que ella estaba destinada a esto: que la Isabel que compone Vikander en su film está a la altura de la Scarlett O’Hara de Vivien Leigh y de Gena Rowlands en Una mujer bajo la influencia. “No tiene miedo de verse fea o desagradable, ni de fracasar. Alicia tiene este mundo interno furibundo y muy completo”, dice el director. “Cuando la cámara apunta hacia ella, podés ver los tornados que giran en su interior. Es fascinante”.
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