ARTE > EDUARDO PLá
Fue uno de los primeros artistas argentinos en aplicar las nuevas tecnologías al arte. Cuando lo analógico y lo digital empezaron a convivir, Eduardo Plá decidió vivir en ese mundo anfibio de una manera lúdica y creativa. Quizá la búsqueda de magia en el funcionamiento técnico de las cosas le vino de la infancia: su padre fue uno de los pioneros en la producción de televisores blanco y negro. Trabajó con Marta Minujín, filmó Alicia en el país de las maravillas con música de Charly García y en 1978 tuvo que exiliarse: en Italia trabajó para alta costura y en Inglaterra para la banda New Order. La retrospectiva Eduardo Plá: tras los pasos de una nueva semiótica recorre su universo galáctico y geométrico al mismo tiempo que, en la galería que lleva su nombre, Espacio Plá, hay un espacio dedicado a difundir la obra de nuevos artistas digitales.
› Por Eugenia Viña
No hay descenso por la madriguera ni mares de lágrimas. Las orugas no dan consejos y el conejo blanco no tiene reloj. Pero la obra y la vida de Eduardo Plá estuvo llena de cajitas de cristal en las que se encontraban cartelitos de “bébeme” y “cómeme”: transformaciones a las que no le temía, puentes para llegar hasta las llavecitas de oro que abrían a otros paisajes. La metamorfosis era un estado deseable, y posible. Esferas que son satélites, diseños pensados para ser impresos en esculturas y telas, intervenciones ambientales con esferas gigantescas y textos, palabras, que nacen siempre con música y movimiento.
La búsqueda de Eduardo Plá, que murió en 2012, a los 60 años, era en sí misma un desafío y una alegría. Las dos dimensiones clásicas lo aplastaban hasta el cansancio. A los veinte años agarró una cámara, y se puso a filmar Alicia en el país de las maravillas, con música de Charly García. Cuando comenzó a convivir lo digital con lo analógico, y ese nuevo lenguaje no era ni cotidiano ni familiar, cuando las computadoras eran máquinas sofisticadas y ajenas que se consultaban para buscar información, como mundos encapsulados, fríos, hijos del cálculo y la memoria sin corazón, Plá no les tuvo miedo ni las aceptó como algo extraño. Todo era una posible herramienta para jugar y crear, para diseñar mundos posibles más fuertes de eso que llamamos “realidad”. Para el artista los medios de comunicación globales, los sistemas electrónico-digitales podían funcionar tanto como sus instalaciones esféricas psicodélicas. Toda herramienta era una posibilidad nueva.
Se convirtió así uno de los primeros artistas en aplicar las nuevas tecnologías al arte. Como el Dodo, el pajarraco que nada con Alicia en el mar de lágrimas, sabía que la mejor manera de explicar una cosa es practicándola. Experimentar es una forma de borrar los límites, y por esas aguas nadaba Plá: “Utilizo mucho la quinta dimensión, que son los sueños, donde ya no existe el tiempo, donde uno abandona el cuerpo y vuela al pasado, al presente y siempre se despierta en el futuro, es decir, el otro día. De esta dimensión he tomado un montón de inspiración para muchas de mis muestras. Con todo esto trabajo y trato de alguna manera de trasladarlo a mis obras”.
La restrospectiva Eduardo Pla: tras los pasos de una nueva semiótica es parte de un viaje, el que hizo el artista a través de las puertas y posibilidades que abrió en los últimos cincuenta años la tecnología y que él agarró, manipuló,multiplicó con placer.
Plá tiene una de esas biografías de película: hijo de padre argentino y madre italiana, nacido en Buenos Aires en 1952, guardaba en su memoria marcadas como fuego las horas que pasaba en el taller de papá Armando, que comenzó construyendo –y comercializando– una las primeras radios del país, y terminó siendo el principal fabricante de televisores blanco y negro del país: Noblex. Cables, audios, sonido, e imagen todo eso que hoy da hasta un poco de gracia por la lejanía, en ese momento eran parecían ser magia, que revolucionaron la vida diaria de las personas, creando otra dimensión. En una entrevista Plá dijo que él era como un científico: “Cuando era chico me escabullía al taller de televisores de mi padre para ver cómo funcionaban las cosas”.
Terminó el secundario y estudió casi dos años de arquitectura en la UBA donde cursó algunas materias de urbanismo y algo de cine y comunicación audiovisual en el Instituto Goethe y el CAYC . A los 19 años dirigió un noticiero de cultura “under” para Marta Minujín, “Ayer Buenos Aires Hoy”, que después de ser proyectado en la Escuela Panamericana de Arte fue incendiado, para evitar debates sin sentido sobre cine experimental. Ese era el espíritu del arte a fines de los 60 y principios de los 70. Arte y vida no eran disociables, el arte tenía el deber de perturbar y eclipsar las comodidades burguesas y sus formas previsibles.
A comienzos de los 70 filmó el maravilloso largo Alicia en el país de las maravillas (se puede ver en Youtube o en Canal Volver, donde lo pasan bastante seguido) con música de Charly García. Pero a medida que crecía su obra el país se complicaba. Celina Plá, sobrina del artista y gestora del Espacio Plá (ubicado donde el artista tenía su taller) cuenta que en el 78 sus abuelos decidieron mandarlo a vivir a Estados Unidos: “Además de ser artista y gay, algo bastante complicado en esa época, cuando llevó Alicia al teatro en el 77, hubo un episodio medio confuso donde le prendieron fuego un subsuelo, y mis abuelos asustados pensaron que era más seguro que siguiese sus estudios allá. Fue un tiempo a Estados Unidos pero aprovechando que la familia materna era italiana se fue para Milán a estudiar; tenía donde vivir con unos amigos de la familia”.
En Milán obtuvo un Máster en Dirección Artística en el Instituto Europeo de diseño y luego vivió durante varios años en el paradisíaco Lago di Como, ese pueblito italiano donde las casas de piedra cuelgan sobre el mar. La curiosidad insaciable y el trabajo permanente, acompañado por reconocimientos de toda índole, lo mantuvieron en Europa y EE.UU. durante dieciséis años.
En la exposición se pueden ver los trabajos sobre seda que Plá hizo en Italia para los diseñadores y las casas más reconocidas, Sedas Alchimia, textiles bordados a máquina, que surgen del arte digital. También está la Colección Limonta, de 1988 (trabajo realizado para la empresa italiana Spazio Liomonta) diseños textiles impresos en fotografía, primera experiencia de aplicación de la computadora para el trabajo textil.
Plá no tenía prejuicios al respecto. Trabajaba por encargo, tanto para empresas de telas italianas como para bandas de música inglesas .En una entrevista afirmó que “se compran marcas, sean Armani o Picasso: tienen la misma función”. A principios de los 90 fue contratado como director artístico para hacer el videooclip “Blue Monday” para la banda inglesa New Order.
Volvió a la Argentina, ya definitivamente, a los 44 años: “Cuando volví a Buenos Aires, me encantó. Encuentro más creatividad acá que en otras partes del mundo”. El fundador de la psicomagia Alejandro Jodorovsky, el rock de los ‘70 con su lugar en la revista Pelo y Charly García eran parte de su imaginario y su vida. Es de los años 90 en adelante, presentes en la muestra, donde podemos ver la Colección Alchimia II, imágenes digitales creadas a partir de la modelación de la esfera, renders creados en Milán para exposiciones en Moscú, que simulan ser planetas; son fotos pero tienen movimiento, y podrían a su vez ser diseño de muebles.
Formar, deformar, agigantar y multiplicar los usos, en el universo de Plá, como en el de Alicia, la linealidad no existe. Su filosofía está plasmada en las Lumínicas interactivas, esferas de acrílico transparente que contienen en su interior objetos tridimensionales luminosos. A medida que nos movemos, la imagen y la luz cambia, haciendo de la pluralidad y la ilusión no sólo una posibilidad, sino un manifiesto.
No pisaba los 60 años y Plá ya había expuesto en Suiza, Buenos Aires, Italia, Porto Alegre, Lisboa, Punta del Este y Beijing. En un gesto de grandilocuencia, como su propia vida, Plá –que llevaba la cuenta de todo– cumplió “40 Años en el Arte” y realizó una mega exposición multimedia en el Centro Cultural Recoleta a la vez que lanzó el libro Pla, 40 años en el arte en El Ateneo Grand Splendid. Como sus obras, su vida tenía la intensidad de las cinco dimensiones.
El escritor Gustavo Nielsen fue el encargado de presentar el libro, y haciendo referencia a universos que Plá homenajeó con su obra (tridimensión, esfera, canicas, planetas, escalas, exteriores, legado, color) jugó con el apellido del artista para recordarnos –en un texto precioso– que el niño geométrico y artista galáctico lleva en su mismo nombre las palabras Pla-neta, Pla-cer y pla-to volador.
Pocos días después de la presentación de su libro, murió sorpresivamente de una ataque cardíaco, mientras dormía. Tenía tan sólo 60 años. Sus herramientas, que eran obsesiones, ya circulaban por el mundo como juegos hedonistas que ampliaban la realidad, geometrías que citaban el infinito.
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