Dom 09.10.2016
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Multi instrumentista, percusionista, compositor de música contemporánea y curador del sello Noseso, Zelmar Garín es el líder de Ácido Canario y uno de los favoritos de Peter Capusotto, que siempre lo incluye en sus videos. Su nuevo disco, Todos hablan, nadie escucha, es un verdadero manifiesto de música experimental para una banda acostumbrada a la mutación permanente y para un músico que ha escrito investigaciones sobre la murga porteña y sinfonías para La Matanza.

› Por Santiago Rial Ungaro

Baterista referente del estilo de Chicago y pintor abstracto, George Wettling (1907-1968) siempre se sorprendió de que no fuesen más los músicos que, como él, también fueran artistas plásticos. Para él, en ambas actividades lo que importa es el ritmo: solo había una diferencia de oficio. Rodeado de miles de vinilos en su casa en Barracas, Zelmar Garín extiende unos dibujitos abstractos casi infantiles y explica el origen de Todos hablan, nadie escucha, el nuevo disco de Ácido Canario: “Hice una especie de partituras gráficas para usarlos como disparadores para generar ritmos, texturas”, dice, mientras mueve los dibujos para mostrar cómo cambian a trasluz. “A partir de esto empezamos a armar el mundo sonoro, y una vez que estuvo todo el disco lo grabamos en una habitación en una casa en San Telmo”. Multi instrumentista, percusionista, compositor y curador del sello Noseso (plataforma de más de 50 discos de música experimental) Zelmar Garín sabe nutrirse de las paradojas de la producción independiente: “Salvo uno, todos los discos de Ácido Canario están grabados muy caseramente porque, paradójicamente, eso me permite darle más bola a la producción”. En tiempos en los que el mercado musical parece cada vez más saturado y carente de originalidad Todos hablan... (excelente portada de Alejandro Leonelli) es un auténtico manifiesto de rock experimental: “Cada vez se escucha la música con peor calidad de sonido: el equipo de música perdió su espacio en una casa, y escuchamos música en parlantes chicos, en soportes de baja calidad y muchas veces en auriculares o por un celular. Además de que hay un ciberlinchismo muy cobarde del que creo que nadie se salva: mucha militancia del Facebook”. La exploración permanente de nuevas formas musicales es el motor creativo de Ácido Canario, un proyecto que cada dos años muta de ideas y de personal pero también en casi todo lo que produce Zelmar, que en el disco (aún virtual) toca una serie de objetos pre amplificados con micrófonos de contacto: “Uso una chapa y una antena de DirecTV a la que le hice un agujero: las raspo, las percuto con diferentes objetos, palillos o piedras. Todo eso conectado con pedales en feedback, es decir conectados al revés, lo que genera ondas sinusoidales que repercuten de manera muy diferente en el cuerpo. La onda sinusoidal es algo creado por el hombre, entonces es un sonido que, a diferencia de los sonidos naturales, no tiene armónicos, son sonidos puros”, aclara, didáctico, sobre una producción que incorpora a un contexto más cancionero muchas de las ideas que viene desarrollando en décadas de experimentación. Además de haber tocado distintos tipos de música (folklore, tango, jazz, rock, murga) y colaborar con el cuarteto de Gustavo Nasuti, Gualicho Turbio, Los Peyotes y solistas como Eduardo Herrera y Sergio Merce, en la última década Garín se ha ganado un nombre como compositor de música contemporánea: editado en el 2006, La Matanza Argentina está inspirada en la realidad del Partido de la Matanza. Compuesta para el Ensamble Atalaya Bang (un grupo de once jóvenes músicos oriundos de la zona), el disco incluye un DVD con una pieza audiovisual hecha por Mariano Raffo que ganó en el 2010 un subsidio del Fondo Nacional de Las Artes, lo que les permitió editarlo en forma física. Su visión crítica y mística de este lugar postergado por el olvido social en el que Garín cuenta que vivió 35 años inspiró esta sinfonía de ruidos que comienza con una voz recitando: “Sin estilo, sin criterio, sin conciencia eso es La Matanza: el estilo del no estilo, el criterio del no criterio, la consciencia de la no conciencia. Hacer de ello una forma”. Dice Garín: “Compuse para cada uno de los músicos del ensamble, que son un poco el semillero del barrio y que después se fueron sumando a Noseso Records”. Mientras Garín comenta que Noseso arrancó en el 2003 aparece Nahuel Creche, un ex alumno que ahora se convirtió en baterista de los proyectos de Zelmar: “Me gusta que el sello sea una plataforma para poder editar proyectos experimentales: en el sello, que ya llegó a las 57 ediciones, salieron los primeros discos de Ácido Canario y capaz que podemos editar desde un vinilo de Gualicho Turbio hasta el CDR más humilde”. En las estrategias de Zelmar hay algo de antropólogo de la basura, pero también de alquimista: “Hay una frase que siempre menciono, aunque no me acuerdo quién es el autor, que dice que, en todos los lugares del mundo en donde estás siempre hay una nota pedal sonando todo el tiempo, y que la obra consistía en hacerse parte de esa nota pedal que esté sucediendo en ese momento”. Zelmar, que empezó a tocar profesionalmente a los 14 años, es autor de Introducción a la Percusión de Murga Porteña, quizá la única investigación con notación musical para bombo con platillo, redoblante y silbato donde se puede encontrar toques de murga porteña tradiciones y de diferentes barrios. Editado en el 2003 y hecho en colaboración con Alejandro Caraballo, el libro fue declarado de interés cultural y es fruto de la amplia experiencia de Zelmar en el mundo murguero: “La murga aún es marginal: sigue siendo un género que no está bien reconocido ni definido. Hay una cosa cipaya en el argentino que a mí siempre me molestó. Siempre estuve en contacto con la murga, con el tango o el candombe. O el rock nacional, que para nosotros es nuestro folklore, porque todos nosotros nacimos en una zona urbana: yo nací en La Matanza, que es una zona de súper collage. En una misma cuadra tenés un rancho que sea cae a pedazos y capaz que también tenes a un ex intendente que se construyó un palacio. Y la murga también es collage. En una época yo salía a tocar con la murga Pasión Quemera y crecí con eso: el mejor bailarín era un pibe de la calle, que era chorro y lo mató la policía, pero tenía un swing que te volvía loco; y capaz que salía junto a un abogado de un banco que cobra un sueldazo. Y salíamos todos juntos, en la misma. Eso también es collage. Creo que ahora tenemos el acceso a un montón de música, pero estamos perdiendo la abstracción. Igual siempre te vas a repetir: Cecil Taylor decía que en definitiva siempre vas a estar en una estructura porque en última instancia la estructura es uno. Lo importante es ser auténtico uno. No sé si lo logro, pero sí sé que mi motor es la búsqueda de crear un mundo. Y creo que por eso siempre tengo tantos proyectos”.

Ácido Canario se presenta el viernes 15 de octubre en El Emergente, Francisco Acuña de Figueroa 1030. A las 21.

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