Domingo, 18 de enero de 2004 | Hoy
DOCUMENTOS
Vendidos por Courtney Love por cuatro millones de dólares, los Diarios de Kurt Cobain recopilan seis años (1988-1994) de cartas no enviadas, dibujos, notas manuscritas, reseñas inventadas, diatribas de rockero malhumorado y viñetas. El libro –recientemente traducido al español– no esclarece del todo los abismos existenciales de Cobain, pero los condimenta con infidencias descarnadas y detalles de primerísima mano. Zoom sobre una de las intimidades más polémicas de la historia del rock.
Por Mariana Enriquez
LA FAMA Y EL ROCK
> Sólo me pondría una camiseta teñida a mano si
estuviera hecha con la sangre de Jerry Garcia y la orina de Phil Collins.
> El punk rock es arte, y es libertad. El único problema que
he tenido con la ética de los situacionistas del punk rock es esa negación
absoluta de todo lo sagrado. Para mí hay unas cuantas cosas sagradas,
como la superioridad de ciertas mujeres y la contribución de los negros
al arte.
> Estoy a favor de la revolución a gran escala organizada de
forma violenta y alimentada por el terrorismo. Hacerse pasar por el enemigo
para infiltrarse en los mecanismos del imperio y empezar a corromperlo lentamente
desde adentro. Los hijos sublevados toman por asalto Wall Street. Sí,
ya sé, soy un cliché andante, ignorante y confundido.
> Me siento como un cretino escribiendo sobre mí mismo como
si fuera un icono semidivino del pop rock americano o un producto confeso de
una rebelión de elaboración corporativista, pero es que he oído
tantas historias y declaraciones de mis amigos disparatadamente exageradas y
leído tantas interpretaciones freudianas mediocres y patéticas
basadas en entrevistas que hablan de mí, desde mi infancia hasta el estado
actual de mi personalidad y de mi fama de heroinómano perdido, alcohólico,
autodestructivo, aunque abiertamente sensible y delicado, frágil, sosegado,
narcoléptico, neurótico, un pobre diablo dispuesto en cualquier
momento a meterse de sobredosis, tirarse de un techo, volarse la tapa de los
sesos o las tres cosas a la vez. ¡Dios, no soporto el éxito! ¡Y
me siento tan culpable!
> Después de todo el bombo publicitario y la atención
que nos han prestado este último año, he llegado a dos conclusiones:
1) Hemos hecho un disco comercial mucho mejor que el de Poison. 2) Hay el cuádruple
de periodistas de rock pésimos que de bandas de rock pésimas.
> Siempre he sido así de flaco. Sólo me conocen por mis
fotos, y las fotos te hacen cinco kilos más gordo. Sufro de narcolepsia.
Sufro de malos hábitos de sueño y alimentación. Sufro por
estar de gira durante siete putos meses.
> El año pasado gané unos cinco millones de dólares.
Y no pienso darle un solo centavo a ese idiota elitista de Calvin Johnson. He
colaborado con uno de mis únicos ídolos, William Burroughs, y
no podría sentirme mejor. Me mudé a Los Angeles un año
y al volver me encontré con que tres de mis mejores amigos se habían
vuelto unos verdaderos heroinómanos. He aprendido a odiar el Riot Grrrl.
Un movimiento del que yo mismo fui testigo desde sus orígenes, porque
me acostaba con la chica que sacó el primer fanzine del estilo grrrl
y ahora ella se está aprovechando del hecho de que cogió conmigo.
No de forma escandalosa, pero lo suficiente como para sentirme utilizado. Pero
no pasa nada porque hace unos años opté por permitir que los blancos
corporativistas me explotaran, y me encanta. Y no pienso donar un solo dólar
al puto régimen fascista indie, siempre tan necesitado. Por mí
se pueden morir de hambre. Que coman vinilo. Yo podré vender mi culo
carente de talento durante años gracias a mi condición de artista
de culto.
KURT INTIMO Y RARO
> Soy varón, tengo 23 años y produzco leche. Nunca me
habían dolido tanto los pechos, ni siquiera cuando los matones del secundario
me retorcían las tetas. Ellos ya tenían vello ahí abajo
mucho antes de que yo dejara de jugar con muñecas. Llevo meses sin masturbarme
porque he perdido la imaginación. Cierro los ojos y veo a mi padre, niñas,
pastores alemanes ycomentaristas de noticieros, pero no a chicas desnudas y
voluptuosas haciendo mohínes y estremeciéndose de placer con las
posturas ilusorias que evoco en mi mente. No; cuando cierro los ojos, veo lagartijas
y bebés sirena, aquellos que han nacido deformes porque sus madres tomaban
píldoras anticonceptivas nocivas. Tocarme me da auténtico pavor.
> Sí, Larry dijo él dirigiéndose a Larry
King. Durante el rodaje de la película descubrimos que la población
indígena de Alaska era una de las más cariñosas, amables,
etcétera. Otro trozo de carne oligofrénico del cine de acción
que se afana en dar una imagen de actor distinguido. Sí, señor,
eso es espectáculo, ver cómo Sylvester Stallone se abre paso a
tientas en una entrevista con un acento a lo Pedro Picapiedra mientras vomita
frases para estar a la altura de un tipo inteligente de los que se expresan
con un montón de concerniente a. Bla Bla. ¿La población
indígena de Alaska? ¿De qué está hablando? ¿De
los esquimales? ¿O de los colonos redneck borrachos que nunca ven la
luz del sol y se pasan 9 meses del año metidos en una lancha con vísceras
de pescado hasta las pelotas? [Nota suicida escrita en el
Hotel Excelsior de Roma antes de una sobredosis de heroína].
LA ENFERMEDAD DE COBAIN
> Hace tres años que sufro una afección estomacal no
concluyente y bastante molesta que, por cierto, no está relacionada con
el estrés, lo que significa que no es una úlcera, porque los ardores,
las náuseas y el dolor que siento en la parte superior del abdomen no
siguen ninguna pauta. Nunca sé cuándo va a ocurrir. Puedo estar
en casa en un ambiente de lo más relajado bebiendo agua mineral natural,
sin estrés ni agobios, y de repente, paf, escopetazo en el estómago
a quemarropa. Y luego puedo hacer cien conciertos seguidos, meterme ácido
bórico por un tubo y asistir a trescientas mil entrevistas en televisión
y no soltar ni un solo eructo. Mi caso ha dejado a los médicos sin más
ideas que las habituales: Kurt, toma otra pastilla para la úlcera
péptica y vamos a meterte por la garganta este tubo de fibra óptica
con una cámara de video en el extremo que se llama endoscopio por tercera
vez a ver qué pasa por ahí. Sí que te duele, sí.
Tienes el estómago sumamente inflamado y rojo. De ahora en adelante prueba
a comer helado, a ver qué pasa. Por favor, Dios. A la mierda los
discos exitosos, hazme dueño de una enfermedad estomacal extraña
e inexplicable que lleve mi nombre. Y que sea el título de nuestro próximo
álbum doble: La enfermedad de Cobain. Una ópera rock sobre un
joven anórexico tipo Auschwitz que vomita jugos gástricos. Y de
regalo un video casero sobre el endoscopio. Así que después de
tomar bebidas proteínicas, de hacerme vegetariano, de practicar ejercicio,
de dejar de fumar y de consultar a un montón de médicos, decidí
aliviar mi dolor con pequeñas dosis de heroína durante tres semanas
enteras. La cosa sirvió de paliativo un tiempo, pero luego volvió
el dolor, así que lo dejé. Fue una estupidez y no volveré
a hacerlo nunca más.
> Decidí consumir heroína a diario debido a una dolencia
estomacal que llevaba sufriendo desde hacía cinco años y que me
había llevado literalmente a pensar en el suicidio. Todos los días
de mi vida durante cinco años. Cada vez que tragaba un bocado de comida
sentía un dolor atroz que me daba náuseas y ardores en la boca
del estómago. El dolor se volvía aún más fuerte
cuando iba de gira debido a la falta de unos hábitos alimentarios correctos
y regulados, y de una dieta adecuada. Desde el comienzo de dicha afección
me he sometido a diez intervenciones distintas en las zonas gastrointestinales
superiores e inferiores que han reveladouna inflamación brutal en el
mismo punto. He consultado a quince médicos distintos y he probado unos
cincuenta medicamentos para la úlcera. Lo único que he visto que
funcionaba eran los opiáceos fuertes. Había muchas veces que me
veía literalmente incapacitado en la cama durante semanas, vomitando
y muriéndome de hambre. Y llegué a la conclusión de que
bien podría ser un yonqui si ya me sentía como tal. Tras la última
gira europea juré que no volvería a ir de gira a menos que pudiera
ocultar o resolver mi problema de salud. Me pasé cerca de un mes inyectándome
heroína, pero luego me di cuenta de que no podría conseguir drogas
cuando fuéramos a Australia o Japón, así que Courtney y
yo nos desintoxicamos en la habitación de un hotel. En Australia tuvimos
que cancelar unos cuantos conciertos porque el dolor me dejaba inmóvil,
doblado en dos en el suelo, vomitando agua y sangre. Me estaba muriendo literalmente
de hambre. Bajé de peso hasta casi cincuenta kilos. Siguiendo el consejo
de mi manager, me llevaron a un médico que me dio fiseptona. Las pastillas
parecieron funcionar mejor que cualquier otra cosa que hubiera probado antes.
Poco después de reanudar la gira vi que en la letra pequeña del
frasco decía: Fiseptona: contiene metadona. Otra vez enganchado.
Sobrevivimos a Japón, pero para entonces los narcóticos y la gira
ya habían empezado a hacer mella en mi cuerpo. Y no me encontraba mucho
mejor de salud que cuando dejaba la droga. Al volver a casa me encontré
con que Courtney se había vuelto a enganchar, así que ingresamos
en un centro de desintoxicación donde permanecimos dos semanas. Ella
se recuperó. A mí me volvieron al instante los mismos dolores
y náuseas de siempre, y decidí suicidarme o acabar con el dolor.
Me compré una pistola, pero me decanté por las drogas. Seguí
con la heroína hasta un mes antes de la fecha prevista de nacimiento
de Frances.
ME GUSTA
> Me gusta seguir la carrera de los artistas en sus inicios, cuando
luchan por conseguir el éxito. Me gusta el punk. Me gustan las chicas
con los ojos raros. Me gustan las drogas (pero ni mi cuerpo ni mi mente me permiten
tomarlas). Me gusta la pasión. Me gustan las cosas bien hechas. Me gusta
la inocencia. Me gusta la clase obrera y le estoy agradecido por permitir con
su existencia que los artistas no tengan que trabajar en empleos de baja categoría.
Me gusta nadar. Me gusta estar con mis amigos. Me gusta estar solo. Me gusta
sentirme culpable por ser un macho blanco americano.
> Me encanta dormir. Me gusta llenarme la boca de pipas y escupirlas
aquí y allá mientras camino. Me gusta provocar a los perros pequeños
que ladran dentro de los coches estacionados. Me gusta hacer sentir a los demás
felices y superiores ante mi presencia. Me gusta tener prejuicios contra la
gente llena de prejuicios. Me gusta practicar incisiones en el vientre de los
bebés para luego joder la herida abierta hasta que el niño muere.
Me gusta el consuelo de saber que las mujeres son generalmente superiores y
por naturaleza menos violentas que los hombres. Me gusta el consuelo de saber
que las mujeres son el único futuro del rock and roll. Me gusta elconsuelo
de saber que los afroamericanos han sido la única raza que ha aportado
un nuevo estilo de música original a esta década, el hip hop.
> Me gusta la sinceridad. Carezco de sinceridad. Esto no son opiniones.
Esto no son palabras sabias, esto es una exoneración por mi falta de
educación, por mi pérdida de inspiración, por mi desconcertante
búsqueda de afecto y por la vergüenza instintiva que siento hacia
muchos que tienen más o menos mi edad. Ni siquiera es un poema. Sólo
es un montón de mierda. Como yo.
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