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Domingo, 15 de febrero de 2004

EL OMBLIGO DEL MUNDO DE ACá, DE ALLá Y DE TODAS PARTES

El retorno del Rey

800 páginas, 3000 mil fotos, 200 escritores, 150 fotógrafos, 34 kilos y la encuadernadora oficial del Vaticano para El Libro Más Grande de Todos los Tiempos. ¿La Biblia? No. ¿El Corán? Tampoco. El tributo de la editorial Taschen a Muhammad Alí.

“Este no es un libro. Esto es un monumento de papel, el libro más megalómano de la historia de la civilización. La cosa más grande, pesada y radiante jamás impresa. La última victoria de Alí.”
El libro así definido por el semanario alemán Der Spiegel lleva un título acorde a sus ambiciones: GOAT, o sea Greatest Of All Times, o sea El Más Grande de Todos los Tiempos. Las medidas de este tributo de la editorial Taschen al boxeador Muhammad Alí (ex Cassius Marcellus Clay) son igual de notables: medio metro por medio metro mide el bártulo, cuyas casi 800 páginas suman 34 kilos. Entrevistas, textos y ensayos (muchos de ellos inéditos) de unos 200 contribuyentes acompañan las más de 3 mil imágenes (muchas de ellas inéditas) de unos 150 fotógrafos, cubriendo las seis décadas de existencia del boxeador más desaforado de la historia, dentro y fuera del ring. El libro tiene una edición limitada de 10 mil copias, todas firmadas por Muhammad Alí; de la encuadernación en cuero rojo (el color del primer Cadillac del campeón) se ocupó la encuadernadora oficial del Vaticano, que tiene a su cargo las ediciones más elaboradas y sobredimensionadas de la Biblia y el Corán. GOAT: A Tribute to Muhammad Ali, que por estos días se lanzó a la venta por encargo en Europa y Estados Unidos, lleva en su tapa la legendaria fotografía aérea “Alí vs. Williams” de Neil Leifer, que recientemente ganó el título de “Mejor imagen deportiva de todos los tiempos” entregado por The Observer (Londres), y viene empaquetado en una caja cubierta de seda. ¿Precio? Módicos 3000 euros.
Hasta ahí, los datos más o menos objetivos del glamoroso mamotreto. Unos pocos ejemplares permiten hacerse una idea subjetiva del mismo en contadas librerías del mundo. Parapetados en firmes púlpitos, los bártulos muestran en tamaño poster a Alí joven y Alí maduro, Alí entrenando bajo el agua, Alí saltando la soga al compás de un violín, Alí en las conferencias de prensa, Alí peleando, Alí ganando y ganando y ganando, Alí con niños, Alí con mujeres, Alí con autos, Alí, Alí, Alí. La sonrisa más seductora del planeta, un histrionismo inigualable y su descomunal egolatría hacen de cada foto fuera del ring un verdadero evento; y en cuanto a las tomadas dentro del cuadrilátero, hay que odiar profundamente el boxeo para no caer víctima de la fascinación que provocan las imágenes de sus peleas memorables.
Otro de los placeres que depara el libro es revivir las mejores frases de Alí, un verdadero maestro del apotegma. “Le voy a pegar tan fuerte que va a necesitar un calzador de zapatos para ponerse el sombrero”; “El box es un montón de hombres blancos viendo cómo dos negros se muelen a trompadas”; “Es sólo un trabajo: el pasto crece, los pájaros vuelan, las olas baten contra la playa. Yo destrozo gente”. Pero no sólo los dichos pedantes y graciosos, sino también los discursos lúcidos y aún actuales con que comprometió su carrera y su vida fuera del ring tienen su lugar en el libro: “Yo soy América. La parte que ustedes no quieren reconocer. Pero acostúmbrense a mí. Negro, confiado, arrogante; mi nombre, no el suyo; mi religión, no la suya; mis propios objetivos; vayan acostumbrándose a mí”; “Ninguno del Vietcong me llamó jamás ‘negro’. ¿Me quieren meter preso? Adelante, ya estuve 400 años en prisión, así que aguanto 4 o 5 más. Yo no voy a volar 10.000 millas para ayudar a matar a gente pobre. Si tengo quepelear, es contra ustedes. Si quiero morir, ustedes son mi enemigo, no el Vietcong”.

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