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Domingo, 31 de octubre de 2004

Grupo de familia

Audaz cruce de géneros en el Chéjov de Veronese: ellos son ellas y ellas ellos.

Por Carolina Prieto
El último trabajo de Daniel Veronese está en las antípodas de muchas de sus producciones anteriores. En Un hombre que se ahoga, versión libre de Tres hermanas de Chéjov, no hay oscuridad, ni hermetismo, ni cruce de autores o de elementos dramáticos. La adaptación (más en la línea de La forma que se despliega, estrenada el año pasado en el ciclo Biodrama) expone una drama familiar en toda su densidad y, a la vez, en toda su simpleza. La escenografía es despojada; no hay una iluminación que genere climas ni un vestuario específico. Es más: los actores lucen lo que traen puesto y el público tiene la sensación de presenciar un ensayo general abierto. Pero el olfato del director para subvertir las situaciones más cotidianas está presente desde el comienzo. Osmar Núñez, Luciano Suardi y Claudio Tolcachir dan vida a las hermanas Olga, Masha e Irina (respectivamente) sin usar ropa de mujer ni adoptar poses femeninas. Este cruce de géneros que se extiende al resto de elenco (imperdible la Natasha a cargo de Pablo Messiez) acentúa el humor: aquí son cuerpos de hombres los que reciben el acoso de cuerpos femeninos. Pero poco importa si son hombres o mujeres, estudiantes, maestros o militares: la lección chejoviana, según Veronese, es que nadie acciona en pos del deseo; a lo sumo (sobre todo las hermanas) se sueña con un bienestar –una mudanza a Moscú– que suena más a utopía que a realidad.

Un hombre que se ahoga, viernes y
sábados 23.45 y domingos a las 16 en El Camarín de las Musas, Mario Bravo 960. Reservas al 4862-0655.

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