Claves y secretos para triunfar en el Scrabble
POR CECILIA SOSA
¿Cómo sacarse de encima esa “x” imposible? ¿Y usar la “z” ajena para aprovechar la casilla de duplica puntos palabra? ¿Y desembarazarse de todas las letras en una jugada única y definitiva? En la Asociación Argentina de Scrabble, todos los lunes, miércoles y sábados de 14 a 20, apasionados de todas las edades se reúnen frente a múltiples tableros del juego de palabras más popular del mundo.
Para sumarse sólo hay que someterse a una rigurosa autoevaluación y elegir partida a medida. No sobreestime su potencial: en el amplio salón de Belgrano se esconden verdaderos profesionales. Algunos, por suerte, también dan clase. Como Claudia Amaral, que el año pasado se consagró “Campeona internacional de Scrabble en español” en un torneo en Panamá.
Maníacos del diccionario y expertos en todo tipo de exotismos, rarezas y trucos inclinan la ortografía a su favor, mientras los “profes” también soplan secretitos para descollar en la mesa familiar.
¿Le faltan esas palabritas clave para filtrar en los casilleros que triplican el puntaje? A tomar nota. Ox (interjección), za (otra más), ña y ño (“señora” y “señor” en castellano antiguo), ñu, ese familiar animal desconocido. ¿Y de tres letras?: oxe (interjección), el infaltable zar y zas y saz (vale escrito de las dos formas). ¿Qué hacer con ese trabalenguas imposible que se renueva en cada ficha? ¿Cómo dejar al adversario boquiabierto ante su bonificación de 50 puntos? Sólo escriba cuauhnahuacense (natural de Cuernavaca). Y un golpe de gracia a pura sofisticación: xeca (cabeza humana), yaxché (árbol) o guzla (instrumento de una sola cuerda). Todo rigurosamente chequeado en el Diccionario de la Real Academia Española.
Los que quieran empezar ahora mismo sólo deben entrar a www.redeletras.com y jugar una partida on line. A no envalentonarse: recién se puede hablar de una buena jugada al romper la barrera de los 100 puntos.
La Asociación Argentina de Scrabble queda en Teodoro García 2474, 4771-3105, argenscrab [email protected] - www.scrabbleargentina.org
Cómo acceder al satori en un club de barrio
POR C.S.
En el Club Bochín de Palermo, pasando el salón comedor donde se cocinan unos ojos de bife deliciosos, se llega a un amplio salón donde se practica un arte inmemorial: el tiro con arco. Desde el fondo, a los 18 metros reglamentarios, cinco blancos intimidan montados sobre atriles de madera. Llevan dianas de distintos diámetros, con los colores reglamentarios y los mínimos centros pintados de amarillo, como marca el comité olímpico.
El entusiasmo sereno de los entrenadores de la Escuela Otendor –liderados por José María Viloza, arquero autodidacta y de tiempo completo– ayuda a superar la ansiedad. Ellos son los encargados de enseñar las técnicas y todos los protocolos de seguridad. Casi sin saber cómo, el novato se encuentra con un portaflechas colgado de la cintura (¡y con flechas adentro!), unos protectores rarísimos en dedos y brazos y... el arco, uno de esos pesados y metálicos que se usan en las Olimpíadas o uno de estilo medieval, suavemente curvo, de madera tallada a mano. Una mirada en el espejo para desconocerse por completo y de paso chequear que todo esté en la posición correcta, y todo está listo para concentrarse y buscar el equilibrio emocional necesario para el disparo. Hay que sentir cómo se acumula la energía, proyectar el cuerpo en el espacio y soltar. La sensación es incomparable: un instante mágico donde conflagran pasado y presente, y se abisma cielo y tierra.
Las clases en Bochín comenzaron a dictarse en pleno corralito. Se prolongaron durante ocho meses, y las tomó un único y temerario alumno. Ahora son más de 200 los tiradores de todas las edades, y también se dan clases en clubes y escuelas. Un dato más: los arqueros de Atendor aseguran que los cien primeros que mencionen esta nota podrán acceder a beca.
Arquería Bochín Club, Julián Alvarez 2355, 4772-9665 o 15-5429-5320, [email protected]
Pasión tuerca y vértigo a escala de juguete
POR C.S.
Para los amantes del Scalextric, Añe es el sueño cumplido. Tres pistas de 47, 23 y 27 metros con espacio para seis autos, tribunas, luces, boxes, curvas cerradísimas, primorosos arbolitos, público y mecánicos listos para salvar cualquier desperfecto. Un autódromo en miniatura y dos de rally para expertos en la alta montaña. Y todo en perfecta escala.
El lugar, único en su especie, está en el fondo de un coqueto video club de Scalabrini Ortiz y Castillo. La idea surgió de dos matrimonios amigos que se asociaron para ofrecer un kit casi perfecto: video, DVD y ciber en el frente, y nostalgia sofisticada en el milagroso segundo salón. La vieja guardia llega custodiada por hijos, pero también hay solos y novias que a veces se animan a tomar el volante.
Para acceder a la pista sólo es cuestión de elegir el bólido favorito (hay Le Mans, Fiat 600, Fórmula 1 y auténticos super tracks para sentirse BJ), treparse a la breve tarima y empuñar la pistola del acelerador que viene con freno incluido. Los precios, superaccesibles: $ 1 los cinco minutos, $ 5 la media hora y $ 9 la hora completa. Y para los que llegan con auto propio, los precios son iguales, pero cubren el doble de tiempo.
Añe abre todos los días a las 10 y no cierra hasta la medianoche. Un mediodía de lunes se puede encontrar a un grupo de treintañeros aún en carrera ganando las pistas en el recreo del trabajo. Los miércoles y jueves son noches de torneo. Hay seis categorías, pruebas libres, clasificación y competencias de cuatro pilotos por auto y premios. En Añe se consiguen los repuestos más imposibles y se cumple el sueño del autito propio: Minicooper, BMW, Alfa Romeo y Ferrari (para decir mía, mía). El lugar es tan lindo que hasta se alquila para fiestas de cumpleaños. Cuidado con los despistes.
Añe queda en Scalabrini Ortiz 818 y abre todos los días de 10 a 24 y viernes y sábados de 10 a 1, 4775-5165.
Con el glamour de los duelos de antaño
POR C.S.
Si los más ilustres caballeros de antaño resolvían diferencias a estoques de florete, sable o espada, hoy los lances entre espadachines se transformaron en deporte. Pero, ¿cómo evitar sentirse un poco Uma Thurman al empuñar la espada y subir al cuadrilátero? En la sala Ricardo Alda del Club de Gimnasia y Esgrima, y en un reglamentario rectángulo de 14 metros de largo y 2 de ancho, se puede revivir Kill Bill sin morir desangrado.
Para practicar no hace falta experiencia previa. Y, según tranquilizan los especialistas, aun cuando se practique con toda la furia, las estocadas no duelen. O al menos no más que una (buena) palmadita en el hombro. Las armas no tienen punta ni filo: en la espada y en florete, la punta es casi un botín plano, y el extremo de la hoja del sable está saludablemente doblada en forma de rizo.
Pero no es cuestión de descuidar la indumentaria: chaqueta, peto protector (que en el caso de las chicas viene en formato rígido) y malla con careta que absorbe y deforma la fuerza de los golpes. Tampoco hace falta salir de shopping a último momento: la sala de armas del club provee todo el equipo necesario para las primeras clases. Así engalanados, sólo queda subirse al cuadrilátero y esperar al contrincante.
La competencia se divide en asaltos, y los dos tiradores deben apuntar a zonas clave convenientemente supervisados por un árbitro. En la sala hay escuelita para chicos de entre 7 y 15 años y también esgrimistas maduros como Juan Carlos Corral, que a los 64 años, y con algo más de 40 de esgrima encima, compite a nivel nacional y colabora en el dictado de clases. Así que, nada de excusas: a calzarse el peto y ponerle glamour al duelo.
Informes en el Club de Gimnasia y Esgrima, Bartolomé Mitre 1149, 4382-0031/37 interno 189, [email protected]
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