Dom 10.07.2005
radar

Los inevitables: Salí durante la semana

Di Oui

Oui Oui: la tentación casera en Palermo.

Por Cecilia Sosa
Pequeño y encantador: Oui Oui. Una casa de muñecas o el sueño de la chica hecho realidad. Mesitas de madera rosada, flores secas, mostrador de campo, cocina a la vista, lámparas de mimbre, silloncitos con revistas y diarios junto a la vidriera, y si está lindo algunos taburetes en la calle. Y lo más importante: las delicias caseras de Rocío García Orza: 30 años, cocinera autodidacta y víctima de influencias francesas y de los cocineros románticos enciclopedistas del siglo XV.
La casita soñada queda en Nicaragua y Arévalo, en esa zona no conquistada de Palermo frente a la estación abandonada de ómnibus que el vertiginoso mercado inmobiliario de la zona pronto reciclará en paseo de compras. Oui Oui abrió el 1° de abril y con horario propio: de 8 a 20. Caprichos de la dueña, fanática de los desayunos, del día, las cenas tempranas y los “brunch”, la especialidad de los fines de semana.
Para saber qué comer hay que espiar los pizarrones verdes que con letra infantil, corazones, florcitas y “hummmms” tientan con desayunos heidianos, sopas vichy, ensaladas, sandwiches, guisos y repostería. ¿Dulce o salado? Prepárese: en Oui Oui las decisiones son casi imposibles. Se recomienda pedir a dos puntas.
Los combos mañaneros ofrecen pan de campo, abundantes dulces caseros, yogures, cereales y frutas o panceta y huevos revueltos. Para el mediodía salen los crêpes de espinaca y verduras saltadas, ensaladas de berro, rúcula, peras y queso; tibia de pollo con espinacas, pan crocante y vinagreta de mostaza y miel; y guiso de corderito. A toda hora hay deliciosos sandwiches vegetarianos o de salmón y palta, todos vienen en bandejita y acompañados por doradísimas papas. ¿Algo dulce y pedimos la cuenta? Cheese cake o bruni reventado con helado en inmensas compoteras para compartir, pan de chocolate, de banana, magdalenas, scones o croissants calentitos.
A levantarse temprano y correr a elegir mesa: los secretos no duran y Oui Oui no acepta reservas.

Oui Oui queda en Nicaragua 6068 (4778-9614). Abre de martes a domingos de 8 a 20.

 

El mejor pecado

Santa Gula: el vicio en Chacarita.

Por C. S.
La esquina de Jorge Newbery y Guevara, en el barrio de Chacarita, se arrodilla ante el mejor pecado: Santa Gula, un pequeño almacén reciclado que conserva sus viejas cortinas metálicas y mucho de su aire despojado. Una pared de color zapallo, algunos hermosos espejos y unas plumas de pavo real hacen de escenografía que invita al pecado. Copas de cristal verde, vajilla de abuela, velas y manteles de papel y un gran mostrador campero que anuncia el plato del día. Más allá, los platos del infierno. ¿Un ejemplo?: carnitas de cerdo de tres horas de cocción con repollo blanco y vegetales. La carta, escrita a mano, ofrece plato del día pero nunca faltan las sopas (cremosas y variadas), las pizzas caseras, los sandwiches abiertos, algún wok, guisos, pastas y pasteles.
Los platos no pasan los 8 pesos y combinan elementos básicos con pócimas mágicas. ¿Cómo resistirse a una sopa crema de calabazas caserísima o a las tiritas de pollo rebozadas en avena sésamo y acompañadas con sabrosas batatas asadas? También hay ensaladas de hongos, hojas verdes, quesos y croutons; o ñoquis de sémola y queso con cubitos de calabaza y hasta fainá crocante con ricota azucarada y hongos portobellos. A no perderse los platitos de berenjenas en escabeche, queso sardo con oliva, mollejitas, ajos confitados y brusquetas con hongos que preparan el viaje a la perdición. ¿De postre? Crumble de manzana, arroz con leche, vigilante, tarta de limón y chocolate, plato de frutas, budín de pan o trufas de chocolate y naranja.
Todo en Santa Gula, desde el pan hasta la limonada, viene preparado por las manos de Denis Querol, 24 años, profesional desde hace cinco, cocinera “desde que era un dedal” y afiladísima ahora que tiene lo que siempre quiso: un lugar donde dar de comer rico, casero, abundante y barato a todo dios o demonio que se asome a la esquina. Difícil no pecar.

Santa Gula queda en Jorge Newbery 3902 (4552-4599). Abre mediodías y noches de martes a domingos.

 

Territorio ahumado

Territorio: todo ahumado en San Telmo.

Por C.S.
Hace tiempo que San Telmo dejó de ser refugio de adolescentes en fuga. Acompañando el creciente circular de lenguas, las callecitas que rodean la Plaza Dorrego están llenas de delicadas sorpresas. Pero el pionero del despertar Soho es Territorio, el bar restó que ocupa una de las esquinas de Bolívar y Estados Unidos y donde desde hace tres años y en palabras de un vecino entendido, paran las chicas más lindas de la zona.
En septiembre de 2003, Territorio desplazó a la verdulería de barrio, se pintó de rojo intenso, y entre carameleros antiguos, lámparas de metal y baños con puerta de heladera, ofrece los más deliciosos sandwiches y picadas sureñas. Para hacer frente a la agitación barrial, Miguel Palacios, joven barilochense, chef y baterista, se apresta a renovar la carta y a marcar camino con los más sofisticados platillos ahumados: salmón, trucha, pacú y dorado; cordero, ciervo y jabalí; quesos múltiples y hasta faisán y codorniz. Los ahumados, no aptos para ninguna Elizabeth Costello (esa especie de Brigitte Bardot deforme que Coeetze inmortalizó en su novela) los prepara el dueño que tiene criadero propio y alimenta jabalíes con manzanas.
Para los impresionables, siguen en pie los clásicos: las generosas picadas y una decena de rarísimos sandwiches que vienen comentados. Entre los platos, brillan los lomos de ciervo, el cordero glaseado a la menta y el pincho pampeano. También hay redonditos de ricota con hongos y queso de cabra, un filet de abadejo marinado con espinaca y pronto, una auténtica mariscada chilote. Para la merienda se recomiendan las tostadas en pan de campo, los bollos con manteca y los dulces de frambuesa, cassis y guinda, y los budines y tortas galesas de Carola. ¿De postre? Quesito con almíbares, torta galesa, tibia de manzanas y peras o tarta húmeda de chocolate con helado. Territorio también ofrece cervezas y vinos artesanales y tragos que reviven a cualquiera.
Recuerde: si va por San Telmo marque
Territorio.

Territorio queda en Bolívar y Estados Unidos (4300-9756). Abre de lunes a miércoles desde las 17 y de miércoles a domingos desde las 15 al cierre.

 

Cazuela de sapo

La Yeta del Sapito: aires norteños (también en San Telmo).

Por C.S.
“La yeta del sapito”: como el cuento de Cortázar y recién abierta en la esquina de Bolívar y Chile, la misma que fue sede de la revista Caras y Caretas y del bar La poesía que supo animar la cultura santelmiana. Allí mismo, dos jóvenes y entusiastas parejas (Paula/Maximiliano y Claudia/Fernando) montaron un refugio completamente encantador y listo para combatir el frío a pura comida casera, con inclinación norteña y aire artesanal. Velas naranjas guían hacia un entrepiso calentito que pronto se llenará de almohadones y sillones y que abrirá como salón de juegos.
En un salón con lugar para 44 comensales cómodos reinan las mesas de madera oscura decoradas con manteles guardapampas e individuales de alegres colores. La especialidad de la casa son las cazuelas, deliciosas, y no pasan los siete pesos: las hay de berenjenas, de invernales lentejas o el delicioso pastel de calabaza, choclo y queso a la miel, y hasta un arroz de estancia que viene con hongos y queso fundido. También se consiguen auténticas humitas y una misteriosa carbonada que, caprichosa, viene con durazno. Todo a cargo del multifacético chef-actor Javier Zeballos que también regala generosas tablas de quesos, picadas y las pizzas de Joaquín (tributo al cantautor español y con los nombres de sus canciones). El hit es “Postal de La Habana”: muzzarella, rúcula y aceite de oliva. Otro imponderable son los canelones de espinaca, muzzarella, nuez, salsa de tomate, crema y queso (parecen imposibles pero verá que al final no dejará que nadie se acerque a su plato). ¿Para tomar? A no dejar pasar la cerveza Moncada, artesanal, deliciosa y un anticipo exclusivo llegado de Giles. Entre los postres reinan los regionales flanes caseros, budín de pan, y zapallos en almíbar.
En las tardes de invierno, la gran estrella es el mate: llega en pava, para cebar in situ y acompañado de bizcochitos o pan de campo y dulces regionales. Vaya y juéguele al destino: La yeta del sapito trae suerte.

La Yeta del Sapito queda en Chile y Bolívar, 4300-7340. Abre de 9 al cierre, sábados desde las 18.

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