Domingo, 7 de julio de 2002 | Hoy
Sus cuadros compartieron pared con Dalí, Miotte y Oliver. Filmó videos para Charly García y Sumo. Editó dos novelas y un manifiesto. Dario Fo, Umberto Eco y Jean Baudrillard alaban su obra. Milan Kundera le escribió para disculparse por no asistir a la inauguración de su muestra y Fernando Arrabal viajó especialmente para estar. Con Alquimia profana recién inaugurada, Gustavo Charif habla con Radar de su voracidad multidisciplinaria, sus gestos vanguardistas y su fama de genio.
Por Laura Isola
CONTEGO MULTITUDES
Se lo ha llamado pintor unas líneas más arriba, aunque el
joven que nació en José C. Paz en 1966 es también escritor,
cineasta, inventor de técnicas pictóricas y cinematográficas
(la primera data de sus cinco años, pero computa en su curriculum), de
un idioma embrionario, y de un género teatral, la caprela,
suerte de poema dramático que toma su nombre del artrópodo, debido
al esqueleto externo. Como su obra, sus antecedentes también son abigarrados
y en exceso. Él mismo dice que no distingue entre arte y vida: No
diferencio mi vida de lo que pinto. Como en la vida, acorde a la temática
que elijo para mis cuadros, no me prohíbo nada, explica el hombre
que viste de riguroso oscuro, tanto en su saco de cuero largo, su uña
pintada de negro, sus pantalones, su cabello, con fuerte reminiscencia punk
y sus alhajas. Tal como dice no privarse de nada, sigue sumando actividades
y estudios: estudia pintura, música, literatura, filosofía, historia
de las religiones, restauración de pintura al caballete y réggisseur.
A su precocidad infantil, le corresponde una acelerada carrera artística:
en 1982 exhibió sus dibujos y pinturas en Buenos Aires, París,
Berlín, Amsterdam y Nueva York; 1987 realizó, formando parte del
grupo Gomorrita, los videos Rap de las hormigas, de Charly García
y Noche de Paz, de Sumo; en 1997 hizo una retrospectiva de sus películas
en el MAMBA; en el 2000 una de sus obras se codeó con las de Dalí,
Miotte y Oliver en la exhibición Kaleidoscopies: Arrabal et les artistes,
sólo por mencionar algunos hitos de su trayectoria. Además, encontró
tiempo para escribir un manifiesto, dos novelas y exposiciones individuales
y colectivas.
¿Con cuál, de todas las cosas que es, se define mejor?
Pintó porque no hay más remedio. Pero mejor te contesto
que todo lo que hago es por simple desesperación, por buscar y conocer.
MI BELLO GENIO
Por todo esto, quienes lo conocen dicen que es un genio. Milan Kundera
le escribió una carta para disculparse por no asistir a su presentación
en Buenos Aires y lo invitó a ilustrar el libro que estáescribiendo
con Arrabal; este último es un gran admirador y difusor de la obra de
Charif y se los presentó a Dario Fo, Umberto Eco y Baudrillard; a su
vez ellos lo invitaron a participar del Colegio de Patafísica, como invitado
de honor. A esta cantidad y calidad de relaciones, se le van sumando otras a
lo largo de su charla. Parece que en sus 36 años ha conocido a mucha
gente y trabado sólidas amistades. Eso sí, como en todo, empezó
muy temprano. Según cuenta, por ejemplo, a Federico Peralta Ramos lo
conoció a los 15 años y mantenía conversaciones muy extensas.
También Adolfo de Obieta y hasta Borges fueron interlocutores suyos.
¿Cómo lo trataban habiendo tanta diferencia de edad?
Nunca me lo hicieron sentir. Nunca me consideré como un discípulo
con sus maestros. Siempre me trataron como un par. Hoy, con Arrabal tengo esa
misma relación.
¿Qué tal se lleva con el mote de genio?
Que lo digan, pero preferiría que me dijeran santo.
COSTUMBRES ARGENTINAS
Gustavo Charif se define como apátrida. Lejos de quitarle el problema
de la nacionalidad, lo sumerge en las tenebrosas aguas del chauvinismo de los
que quieren ahogarlo: Tengo una educación universalista y no me
siento argentino. O mejor dicho, me siento tan argentino como inglés
o alemán. No sé por qué muchos argentinos tienden a sentirse
agredidos. Sin embargo, como dice Arrabal: Charif en la Argentina se define
como apátrida, pero en otro lado se siente argentino. Puesto a
conversar, Charif produce un dejá vu. En él se condensan y comprimen
casi todas las prácticas evidentes de vanguardia: multidisciplinarismo,
relaciones personales y artísticas, manifiesto, golpes de efecto y, por
supuesto, su propia estética.
Casi todo lo que usted hace está relacionado con la tradición
de la vanguardia.
Sí, en un sentido soy muy tradicional. Me interesa mucho el humor
pero no el chiste sino el humor negro, que es el verdadero sentido.
¿Qué pasa cuando la vanguardia pierde su efecto provocador?
No me interesa el efecto subversivo. Me interesa ser sincero, aunque esta
es la mejor forma de subversión para este tiempo. Digo lo que pienso
y todo lo que hago, lo hago por mí.
Sin embargo, su actitud puede ser interpretada como una actuación o un
intento de provocar. Cuando se define como apátrida, por ejemplo.
No soy actor y me resultaría muy tensionante estar pensando en
los otros. Por y para los otros, no hago nada.
¿Por qué expone, entonces?
Porque es más lindo vivir de la pintura que ser mozo, o cocinero,
como he sido.
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