Domingo, 27 de noviembre de 2005 | Hoy
CINE > LA PATINADA DE CURTIS HANSON
Curtis Hanson, el director de Los Angeles al desnudo y Fin de semana de locos, peca por primera vez de trazo grueso. Lejos de su habitual eficiencia, demostrada con creces en la notable 8 Mile de Eminem, en su nueva película En sus zapatos, que se estrena el jueves, cae en lugares comunes y fórmulas agotadoras, confunde ligereza con tontería y se pierde la oportunidad de redimir el noble género del melodrama familiar. Pero, por suerte, cuenta con actrices que salvan el día. Y con una notable ayudita del encanto de Cameron Díaz.
Por Mariano Kairuz
Maggie es bonita, y también es superficial, irresponsable y bastante egoísta. La primera vez que aparece está muy borracha, encerrada en un baño durante la reunión del décimo aniversario de su graduación, con alguien cuyo nombre no recuerda del todo bien. Rose, por su parte, es inteligente, responsable, generosa y a diferencia de su hermana Maggie –que no puede conservar un trabajo por más de unos quince días– es una profesional exitosa con un trabajo en una firma de abogados. Sólo que es bastante menos bonita y ligera que su hermana, se cree fea y no puede creer en su fortuna cuando un tipo atractivo quiere pasar la noche con ella. Así están las cosas al principio de En sus zapatos, la última y decepcionante película de Curtis Hanson, director de Los Angeles al desnudo, Wonder boys (Fin de semana de locos) y 8 Mile.
La fórmula “hermana linda y tonta versus hermana fea e inteligente” está planteada de una manera tan esquemática que llevó a la crítica del sitio Salon.com, Stephanie Zacharek, a ensañarse con Hanson y compañía. Para Zacharek, la adaptación de la novela In her shoes, de la periodista y escritora Jennifer Weiner, apenas consigue disimular el convencionalismo ramplón que subyace en su fórmula. Zacharek carga contra Hanson con una ironía al paso: “(El director) se estaría recuperando de un cambio de cerebros con Nora Ephron”. Un insulto de grueso calibre si se piensa que la directora de Hechizada (fracaso comercial y crítico a pesar de contar con Nicole Kidman) y de la espantosa ¿Tienes un e-mail?, parece llevar años tratando de recuperar el reinado de “la mirada femenina” que supo conseguir en Hollywood hace unos quince años, con el guión de Cuando Harry conoció a Sally y la creación integral de Sintonía de amor. Lo que significa también reducir a En sus zapatos a la categoría de chick-flick (película “de chicas”), una etiqueta con la que suele identificarse a artefactos como la serie Sex and the City –y que Hanson y compañía vienen tratando de evitar en cada entrevista–.
Es cierto que En sus zapatos no puede más que defraudar a quienes hayan visto las últimas tres películas de Hanson: Los Angeles al desnudo es uno de los pocos verdaderos film-noir de los últimos años y una película que le exige a Hollywood una adaptación responsable de toda la obra de James Ellroy; Wonder boys supo sacarle partido a la novela original de Michael Chabon, para convertirse en un drama sincero y emocionante y 8 Mile salió más que airosa de una de las apuestas más arriesgadas del cine pop en mucho tiempo: filmar a Eminem en su Detroit herrumbrosa con un clímax musical del que probablemente no hubiera salido indemne ni Madonna en los años ‘80. (Habrá que esperar a la próxima: Hanson ya tiene filmada Lucky you, una historia que transcurre entre los jugadores profesionales de poker de Las Vegas, con Eric Bana y Drew Barrymore.)
Y es cierto que En sus zapatos es frustrante por su convencionalismo, sus muchos detalles argumentales forzados: por ejemplo, la escena en que Maggie se acuesta con el novio de su hermana y en la cama de su hermana sin tomar ningún tipo de precauciones es por completo inverosímil: además de ser un cretino, el tipo es un verdadero idiota. También es frustrante su absurda resolución y su propensión a descargar sobre el espectador innumerables “lecciones de vida”.
Pero lo cierto es que tampoco es un desastre completo. Zacharek exagera un poco; el lugar común de la rubia tarada y su contrapunto tan cerebral y tan autoconsciente aparecen de entrada, pero están diseñados para revertirse a lo largo de la película y el guión encuentra algo de humanidad y de sensibilidad en todo el mundo: nadie es del todo irredimible y sobran las “segundas oportunidades” para repartir entre los personajes.
También puede decirse, en defensa de Hanson, que consigue sacar lo mejor de sus actrices protagónicas: contiene un poco a Shirley McLaine, siempre divertida pero tan propensa a los excesos de personalidad (interpreta a la abuela de Maggie y Rose), obtiene otra actuación muy convincente de Toni Collette, quien desde El casamiento de Muriel hasta por lo menos Un gran chico se ha mostrado afecta a los personajes sufridos (Rose es el colmo de la autovictimización), y sobre todo explota la enorme pero todavía desaprovechada versatilidad de Cameron Díaz. Alejándose de todas esas rubias simpáticas, nunca taradas, a veces ligeras, que compuso desde La máscara hasta Los ángeles de Charlie –pasando por Loco por Mary-, Díaz encuentra su desequilibrio, como para no hacer de su personaje un monstruo, sino una persona con debilidades, ligera pero con sentimientos, poco deseable como hermana. En un guión que da demasiado por sentado, ella es la única capaz de hacernos creer en su redención. Por eso es que la película, que tiene algún buen momento, y que a pesar de su gruesa autoconciencia no peca de cinismo, no debe verse como una de Curtis Hanson, sino como una de Cameron Díaz. Y ésas siempre valen la pena.
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