Domingo, 19 de febrero de 2006 | Hoy
CINE > JAKE GYLLENHAAL, UN GALáN REAL
Su rostro está en dos películas en cartel, Secreto en la montaña y Soldado anónimo. Pero se hizo famoso por una que aquí casi ni se vio, el film de culto Donnie Darko. Hijo de la realeza de Hollywood, amigo de los Clinton y demócrata hasta la médula, Gyllenhaal encontró la madurez actoral como marine y también como cowboy después de años de adolescente sensible. Ah, y también está nominado a un Oscar.
Por Mariana Enriquez
Jake Gyllenhaal solía parecer siempre amodorrado, con sus ojos azules tristones y la sonrisa melancólica. Era el poster de chico con problemas, de adolescente ultrasensible, que puede resultar encantador al principio, pero termina cansando, sobre todo si el atormentado en cuestión tiene las credenciales menos tormentosas de todo el Hollywood joven. Basta repasar un poco. Su padre es el director de TV Stephen Gyllenhaal, que lo hizo debutar como actor cuando era apenas un niño. Su madre Naomi Foner, celebrada guionista y autora de Al filo del vacío, aquella excelente película de Sidney Lumet con River Phoenix que merece ser revisitada, sobre todo en estos tiempos de paranoia terrorista. Su madrina es Jamie Lee Curtis. Paul Newman le enseñó a manejar: el mítico actor compartía tardes con los Gyllenhaal mientras repasaba un guión. En el 2002 participó de una película fallida llamada La vida continúa, junto a Susan Sarandon y Dustin Hoffman; ambos se hicieron amigos y consejeros de Jake. Entre los amigos más íntimos de la familia Gyllenhaal se cuentan Bill y Hillary Clinton; Jake festejó el cumpleaños Nº 51 del ex presidente de los Estados Unidos en una casa de Martha’s Vineyard, el reducto más exclusivo de la Costa Este, e intimó con la joven Chelsea Clinton, que alguna vez lo entrevistó para Interview. Antes de dedicarse por entero a la actuación, cursó Religiones Orientales en la Universidad de Columbia, y fue alumno de Robert Thurman, el padre de Uma. Su hermana Maggie es una de las actrices jóvenes más respetadas del momento. Ah, y hasta el año pasado, Jake era el novio de la otra niña dorada de Hollywood, la dúctil y encantadora Kirsten Dunst.
Es decir: esos tristes ojos azules son los de la realeza de Hollywood, los del hijo de una familia rica y progresista. Cuando lo hicieron trabajar, de chico, no fue en cualquier cosa: ante todo, el cuidado y la buena educación. Jake debutó como el hijo de Billy Crystal en Amigos, siempre amigos (1991), y después participó de Una mujer peligrosa (1993) con Debra Winger, una película escrita por su madre y dirigida por su padre. Para que el chico no se les estropeara, los Gyllenhaal le hicieron buscar trabajo, y Jake fue bañero una temporada, mientras dudaba sobre si seguir o no con la universidad.
Pero todo cambió en el 2001, cuando Jake consiguió el papel principal en Donnie Darko. Y su mirada dormilona se convirtió en un objeto de culto.
LA INICIACION
En su momento, nadie le prestó atención a Donnie Darko, una oscura película independiente de Richard Kelly –director de apenas 27 años– que se movía con gran inteligencia en un torbellino de géneros. Parte ciencia ficción, parte denuncia de la educación norteamericana, parte mirada ácida sobre los suburbios, parte película sobre adolescente esquizofrénico, parte film de horror, Donnie Darko obsesionó a miles de seguidores y se convirtió en un clásico de culto. Jake estaba perfecto, tomando sus pastillas, despertando en campos de golf y peleando con profesores... y con sus demonios. Pero, ¿cuánto podía durar? De hecho, poco. Sus otras incursiones en personajes border pero dulces –apoyados en un aspecto de adolescente eterno, pero algo más viril que el de, por ejemplo, Tobey Maguire– no fueron tan gratas. Le fue mal con la comedia Bubble Boy (2002) y estaba francamente insoportable en Una buena chica (2002) con Jennifer Aniston. El se dio cuenta, y tomó una decisión extraña, sobre todo para un chico que tenía enamoradas a todas las jovencitas sensibles de Estados Unidos: decidió hacer teatro. “Dustin Hoffman me lo aconsejó. Me dijo: ‘Jake, sos bastante bueno, pero tenés que subirte a las tablas, ahí es donde te vas a probar. Así que hice una producción en el West End que se llamó This Is Our Youth. Esa pieza fue el fin de una serie de películas a las que llamo ‘de adolescente en transición’, que empezó con Donnie Darko. Fue el fin de un período en mi vida.”
Aunque no tanto. En el medio, Jake hizo otra jugada inteligente. Se despojó de prejuicios indies y se metió de lleno en la superproducción catástrofe de Roland Emmerich, El día después de mañana (2004). “Esa película fueimportante porque por fin me hicieron correr... yo tenía un estado físico pésimo, típico de niño intelectual. Pero, además, no era una película estúpida. Me molestó que la compararan con Día de la independencia porque es mucho mejor. Es entretenimiento, claro, pero tiene algo para decir. Está bien hacer una película divertida, pero que además hable de algo tan relevante como la ecología. Y pude trabajar con Dennis Quaid. Claro que tenía mis prejuicios, pero yo también veo películas que son para comer pochoclo. Y quiero hacerlas, si tienen un valor agregado.”
Jake está muy bien en El día después de mañana. Empieza como un adolescente malhumorado, pero pronto su personaje crece, se muestra decidido, se queda con la chica, se enfrenta a lobos en un barco congelado en el medio de Manhattan. Se lo puede ver crecer. Ya era tiempo de que el niño mimado se hiciera hombre.
COWBOY Y GUERRERO
Este año, Jake Gyllenhaal está en boca de todos, y en este momento tiene dos películas en cartel. Claro, la más importante es Secreto en la montaña de Ang Lee, donde compone a Jack Twist, y por la que tiene una candidatura al Oscar como actor de reparto. Es una decisión insólita de la Academia, porque es tan protagonista de la película como su compañero Heath Ledger. Cierto, el australiano Heath obtuvo más repercusión por su interpretación del reconcentrado Ennis Del Mar, pero es una pena porque lo que hace Jake es igual o más valioso. Se carga sobre los hombros el personaje más vivaz, pero obligado a contenerse, el más dispuesto a romper con la asfixiante homofobia que no le permite vivir su amor con Ennis; y logra ser lo suficientemente tierno y duro como para contener y abrazar –y demoler– a esa roca que es el personaje de Heath. Además manejó la insidiosa prensa alrededor de la historia de cowboys gays con gran elegancia. Como su compañero, negó que hiciera falta valentía alguna para interpretar a un gay. Y hasta se divirtió: “Heath es un gran galán. Y me hizo sentir muy cómodo. Será ese algo campechano, tan australiano que tiene, no lo sé. En las escenas de amor nos mirábamos y nos decíamos: ‘¿Estás listo? Entonces vamos’. Teníamos miedo, pero cuando nos sumergimos, dimos todo”. Annie Proulx le dedicó un ejemplar del libro de cuentos en que se basó la película con una elogiosa nota, que Jake prefiere no citar, por pudor.
Al mismo tiempo, se sumergió en una aventura muy distinta para Soldado anónimo, de Sam Mendes. La película es fallida, y adolece de un problema habitual en Mendes como director: es errática, indecisa. Pero hay que decir que el inglés es un gran director de actores, y es fantástico lo que hizo con Jake. Desde obligarlo a tornear su cuerpo hasta el escándalo –es especialmente notable en una escena donde baila casi desnudo, con un adorno de Navidad sobre los genitales– hasta aprovechar eso que puede dar cierto riesgo, cierta ruptura con la comodidad, distinta pero igual de extrema que en Secreto en la montaña. Es difícil imaginar al joven demócrata interpretando a un marine, pero Jake lo hace con convicción e incluso simpatía. Y hasta locura, cuando hace falta. Interpreta a Tony Swofford, un marine en la guerra del Golfo que jamás llega siquiera a disparar en el frente; la historia está basada en las memorias del verdadero Anthony Swofford. Y Jake cree que la eligió porque le gustó el libro, de la misma manera que le gustó el cuento de Proulx. “Mi mamá es guionista, no puedo evitarlo”, explica. “Y Soldado anónimo me hizo crecer de verdad. Por ejemplo: cuando empecé la película no tenía pelos en el pecho. Y ahora me salen pelos por todos lados.”
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