Domingo, 5 de noviembre de 2006 | Hoy
TEATRO> ELHECHO, UNA PLANTA EN ESCENA
Alrededor de un helecho, protagonista y centro de la obra, la directora Mariana Chaud arma un mundo en descomposición, donde se cuestiona la fe, se celebran banquetes de hostias y una monja no puede dormir sin chupete.
Por Cecilia Sosa
Hay obras que llevan el teatro a un extremo, que lo fuerzan y le dan sentido. Elhecho, escrita y dirigida por Mariana Chaud, es una de ellas. Y no sólo porque está protagonizada por un entrañable helecho (sí, una planta). También porque pasan cosas. Muchas. Y tan sorprendentes, veloces y brillantes que por momentos dan ganas de apretar rewind para volver a ver todo de nuevo. “Hace días que nadie me riega, sólo bebo whisky, los culitos, como le dicen, que me tiran al descuido”. Lleva un tiempo acomodarse en la silla y comprender que ese chico algo encorvado, en remera y jeans, que habla en femenino, es –como sólo se puede ser en teatro– esa plantita algo mustia que contempla todo desde una tarima junto a la ventana. Un helecho en plena crisis vocacional porque hace años que no escupe flor, que se siente sucesivamente “pisapapeles”, “lechuga ornamental” y también un “misterio” al lado de la previsibilidad de los hombres.... “A veces me gustaría ponerme una capa y salir a rescatar gente. No sé, como Plantman o Plantgirl o Plant-plant “, dice Santiago “helecho” Gobernoni. Una planta que es capaz de convertirse en el comentarista más irresistible y mordaz, y también en el más adorable amante-guía.
Una planta y a su alrededor un mundo que se desarma. Racionalidades que se subvierten y que juegan a intercambiarse. ¿Ciencia o fe? Luigi, sacerdote y dueño de casa (Lalo Rotavería), ha decidido abandonar los hábitos para comprobar científicamente la existencia de Dios. Su hermana, la Madre Apolonia (una extrema Laura López Moyano), una monja dueña de un erotismo sin fórmulas que dice que los ascensores apestan a monja, que vende Biblias para sobrevivir y que no puede dormir sin chupete. “Qué planta más vulgar”, suelta resentida.
“A mí los helechos no me dicen nada”, contesta Lidia (Marina Bellati), la pobrecita mártir, una suerte de mucama-musa, víctima de los caprichos y veleidades de ambos hermanos y literalmente una santa. “¡Sorda!”, grita la planta indignada. Pero no podrá con su genio y cantará con Lidia un himno cursi e hippón que entona la santa para disimular la angustia.
Elhecho lleva un in crescendo delirante. Comienza alto y termina aún más arriba. No da respiro. Sutil, provocadora, delirante, y aun económica. Hay pizarrones con fórmulas imposibles, interrogatorios despiadados, sesiones de hipnosis, dudas: “¿estará el amor en lo más superficial o en lo más hondo?, ¿en qué órgano se ubica?”. Y también hay un anillo y un grandote torpe (Walter Jakob), un Sansón, un pequeño mamut que adora los helados, quiere probar cuerpos por dentro y por fuera y cuyo mayor deseo es tener el pelo rubio. ¿Un milagro por ahí?
Elhecho es una obra compleja, hilarante y conmovedora. En sus resortes hay un inquietante juego de literalidades que abre puertas y las lleva hasta sus extremos más imposibles, sean milagros, iluminaciones, sacrificios, revistas pornográficas, un banquete de hostias o chupetes que entran y salen de todos los orificios.
Elhecho es sorprendentemente familiar y a la vez extrañada. Mariana Chaud, su joven y afilada directora, sabe detectar con fina ironía los puntos donde fuga el lenguaje cotidiano. Tal vez por eso sus obras parecen estar iluminadas por una belleza extraña, limpia y nueva. Lo mostró en Sigo mintiendo, una fiesta de cumpleaños con un extraterrestre, y fue más allá en Budín inglés, dentro del Proyecto Biodrama de Vivi Tellas, donde trazó una aguda y delicada biografía de cuatro lectores porteños.
Ahora en Elhecho llevó su arte al cielo e hizo todavía otra cosa: creó una obra profundamente anatemita y también profundamente religiosa.
Un experimento brillante para retirarse con el corazón estrujado y correr a regar las plantas.
Las funciones de Elhecho son los jueves a las 21 en el Teatro Anfitrión, Venezuela 3340. Reservas al 4931-2124.
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