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Domingo, 26 de noviembre de 2006

MUERE EL CASTAñO DE ANA FRANK

Los árboles mueren de pie

No es un árbol más. Además de ser uno de los más antiguos de la ciudad de Amsterdam, inspiró varios pasajes del célebre diario de Ana Frank. A los 150 años, una enfermedad está a punto de abatirlo en forma irremediable.

Tiene 150 años y le llegó la hora. Tras una larga batalla contra una enfermedad infecciosa, los médicos a cargo del castaño de Ana Frank han decidido que ya no queda nada más por hacer. Debilitado sin remedio por los ataques simultáneos de un hongo y de una polilla, el árbol que inspiró a Frank en varios pasajes de su diario, escrito mientras se ocultaba de los nazis en una casa de Amsterdam, deberá finalmente ser talado.

Durante los últimos dos años, este ejemplar del castaño de Indias fue víctima de un hongo muy corrosivo y de una polilla minadora que se nutre de él provocando el amarronamiento de las hojas y su desprendimiento incluso fuera del otoño. La madera ya está podrida en un cuarenta por ciento, y corre serios riesgos de venirse abajo; de ahí la necesaria determinación del equipo que intentó salvarlo, anunciada algunos días atrás por el consejo de la ciudad holandesa. A lo largo del último medio año, un equipo de expertos botánicos insistió con nuevas pruebas, ensayando un último intento de rescate. Incluso, a lo largo de la década pasada, llegaron a invertirse hasta 160.000 euros del erario en un programa de saneamiento del suelo. Pero fue todo en vano y ya no hay vuelta atrás. El asunto tiene a maltraer a muchos: no solo porque se trata de uno de los castaños más viejos de Amsterdam, sino porque el ejemplar tiene una presencia importante en el diario de la chica que vivió en una casa detrás de dicho árbol durante dos años, entre 1942 y 1944.

El castaño fue su principal contacto con la naturaleza durante ese tiempo en que permaneció escondida con su familia. “Los dos miramos el cielo azul, el castaño sin hojas con sus ramas llenas de gotitas resplandecientes, las gaviotas y demás pájaros que al volar por encima de nuestras cabezas parecían de plata, y todo esto nos conmovió y sobrecogió tanto que no podíamos hablar”, escribió Frank el 23 de febrero de 1944. “Nuestro castaño está florecido a pleno desde las ramas más bajas a la cima, está cargado de hojas y mucho más bello que el año pasado” (13 de mayo de 1944). “Abril es realmente maravilloso; no hace ni mucho calor ni mucho frío, y de vez en cuando cae algún chaparrón. El castaño del jardín está ya bastante verde, aquí y allá asoman los primeros tirsos” (18 de abril de 1944).

Los soldados de la ocupación descubrieron el escondite de la familia Frank el 4 de agosto de 1944, y las ocho personas que lo habitaban fueron deportadas casi de inmediato a Auschwitz. Ana y su hermana Margot serían poco después transferidas a Bergen-Belsen, donde ambas murieron de tifus. El árbol, por supuesto, siguió allí donde estaba, en el jardín de un edificio ubicado en Keizersgracht 188. Una vez que el ayuntamiento y el propietario del edificio obtengan su permiso de tala, procederán y plantarán en su lugar un injerto para un nuevo castaño. Mientras tanto, aseguran desconsolados desde el Museo de Ana Frank, el castaño seguirá viviendo en Internet: para seguir la suerte del árbol, uno puede conectarse a la web cam del Museo (www.annefrank.org); pero además es posible “prolongar” su existencia virtual a través del sitio interactivo annefranktree.com, aportándole hojas al castaño. La iniciativa fue inaugurada por la actriz Emma Thompson —devota de los diarios de Frank, según declaró en su momento— en febrero de este año, pegando la primera hoja verde, como si ni el hongo, ni la polilla hubieran pasado por allí.

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