Dom 19.08.2007
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ARTE > EL MUSEO URBANO, UN COLECTIVO EN LA CALLE

Arte al paso

La sala de espera de un hospital. Locales en desuso. Andenes de Constitución o Retiro. El grupo de artistas Museo Urbano propone esquivar el carácter sectario del circuito de las artes buscando insólitas salas de exposición para devolverle a la ciudad un arte contemporáneo que, además de deslumbrar, vuelva a tener el poder de revolucionar las vidas de las personas.

› Por Cecilia Sosa

Sala de espera del Hospital Vélez Sarsfield. Decenas de personas esperan a ser atendidas. De vez en cuando, alguien rompe las filas del tedio y se acerca a espiar una vitrina que parece vigilar la escena desde un pasillo. En su interior hay una llave inglesa. Hiperrealista, casi perfecta, sólo que hacia el final muta en unos dedos --humanos-- en forma de pinza. ¿Qué sucede cuando el arte abandona sus circuitos habituales? ¿Qué nuevas resonancias adquiere la obra cuando se desembaraza de las estáticas coordenadas del museo? La instalación pertenece al joven artista Javier Bernasconi y forma parte de las intervenciones de Museo Urbano, un colectivo de artistas que pugna por sacar el arte del encierro y desperdigarlo por las superficies más improbables de la ciudad.

El grupo, formado por artistas y profesionales, se organizó en 2005 y desde entonces viene recreando inéditas "salas" de exposición en espacios no convencionales. ¿El objetivo? Llegar a contextos y espacios no alcanzados por el circuito de arte hegemónico de la ciudad. Primero fueron vidrieras de locales en desuso y edificios por demoler; pronto se sumaron hospitales, centros de gestión barrial, universidades, andenes de Plaza Constitución y hasta un coqueto show-room de fastuosas torres en Belgrano. Lugares públicos, puntos de encuentro y tránsito devenidos sedes itinerantes y efímeras de arte al paso que invitan al transeúnte a dejarse capturar por la sorpresa. Un arte que deja de pedir permiso y se propone ganar por asalto aquello que le fue expropiado: la mirada.

El Museo acumula más de una decena de exhibiciones individuales y colectivas. Una rabiosa pintura de Pablo Engel en una imprenta sobre la calle Rocamora, una mujer de pelo violeta de Carlos Gorriarena perturbando un pasillo del Hospital Rivadavia y hasta una sudestada fotografiada por Marcos Zimmermann en un local vacío en Belgrano. Un bucólico paisaje de Alberto Cedrón, una inquietante abstracción de Héctor Mehana: máquinas de arte liberadas al pulso errático de las miradas urbanas.

En la vidriera de un local de fotocopias de Ayacucho al 600, cedido por sus propios dueños, el escultor Omar Estela plantó un lata de conservas encadenada a una tabla de picar carne. "Queremos mostrar que el arte contemporáneo sí funciona, que el arte sí quiere actuar, hacer y transformar la vida. Y más si se lo saca del circuito tradicional", dice el prestigioso escultor que reniega de los concursos y que ahora se transformó en una de las cabezas del movimiento. "Buscamos superar el circuito burocrático de las artes. Queremos quebrar ese circuito sectario de fortunas privadas e instituciones del Estado para que la expresión artística no quede en manos de un grupito que cree entender los códigos. Nuestro museo es la ciudad", dice Estela.

Su cuestionamiento al arte desligado del contexto social ya se hizo notar en sus épocas de curador del Centro Cultural Recoleta durante la gestión de Miguel Briante (1990-1993). Para el proyecto Subterráneos logró que artistas como Fontanarrosa, Clorindo Testa y Marcia Schwartz pintaran murales en las estaciones de la línea B. Entonces y ahora, sus obras --en mármol, piedra, madera-- combaten el encierro museístico y buscan mostrarse a cielo abierto. Una de ellas, Argentavis, monta guardia frente al edificio del Rulero, en Libertador y 9 de Julio.

Una de las obras más provocadoras del Museo es Autores ideológicos, una instalación colectiva que hoy ocupa el campus de la Universidad Nacional de San Martín. Un Ford Falcon, verde en el original, pintado de blanco e íntegramente desmantelado. Sus piezas descuartizadas se exhiben como la autopsia final del vehículo insigna del gobierno militar. El Falcon participó de la muestra 30 años. Estéticas de la memoria del Centro Cultural Recoleta, pasó una temporada en la estación Tronador y ahora se muda al Centro Cultural Paco Urondo de la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA.

Pero el Museo Urbano no sólo quiere hacer de la ciudad un territorio de exposición artística; también busca convertirla en un espacio de producción espontánea. Por eso sus artistas apuestan a intervenciones aún más efímeras: hacer sonar trompetas en el alba desquiciada de los andenes de Retiro, proyectar imágenes sin aviso en medianeras erráticas o incluso convocar a los taxistas para recrear una gran instalación lumínica sobre el Obelisco.

El grupo reúne artistas consagrados y otros que lo son no tanto, pero ninguno de ellos gusta del paternalismo. "No somos 'buena gente', ni bajamos la calidad de las obras que mostramos. Sólo queremos que funcione el circuito entre la producción de arte y la sociedad. En fin, re-ingresar el arte dentro de la vida cotidiana", señala Estela.

Para descubrir si las experiencias de recepción efectivamente se intensifican cuando el arte fuga de sus bordes convencionales, el Museo Urbano instalará cámaras junto a las obras que permitirán capturar el efecto que tienen sobre su público. Pronto ese material podrá verse en la página del museo (www.museourbano.org).

Mientras hospitales como el Clínicas y el de Niños se suman a la iniciativa de abrir sus espacios al arte, el Museo elucubra su gran plan: lograr que las grandes inmobiliarias (no siempre abiertas a la experimentación) permitan ocupar locales en alquiler como galerías de arte en transición dispuestas a colonizar la ciudad. "Obras y artistas no faltan; lo que sí necesitamos y con urgencia es espacio donde mostrar", señala el escultor. Aviso hecho, todo aquel que disponga de un espacio que considere digno de intervención no tiene más que avisar.

Informes www.museourbano.org
Intervenciones del Museo Urbano que pueden ser visitadas:

Técnicas tradicionales en el arte contemporáneo.
Muestra colectiva compuesta por obras de Marcela Oliva, Gustavo Goldfarb, Omar Estela, Marcelo Montanari y Javier Bernasconi.
Autores ideológicos (instalación colectiva).
En el Campus de la Universidad Nacional de San Martín (Av. 25 de Mayo y Martín de Irigoyen, San Martín)

Pintura, de Carlos Gorriarena.
Pintura, de Alberto Cedrón.
En el Hospital Vélez Sarsfield (Calderón de la Barca 1550)

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