Dom 19.08.2007
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VALE DECIR

Servidumbre humana

Cómo conseguir una mucama... y no perderla en 7 días: sin duda una de las novedades editoriales del mes.

› Por Cecilia Sosa

En el siempre sorprendente abanico de novedades editoriales, este mes brilla Cómo conseguir una mucama... y no perderla en 7 días. Si el tono burlón del título recuerda a la burlona comedia romántica Cómo perder a un hombre en diez días, el librito en cuestión llama la atención por su falta total de ironía. ¿Las autoras? Gloria y Mercedes de las Casas. Madre e hija. Señoras que, como corresponde al apellido, se promocionan como especialistas en el management hogareño, avaladas por posgrados en Relaciones Humanas en Estados Unidos (la madre) y una extensa trayectoria en multinacionales, etiqueta y ceremonial (la hija). Juntas fundaron, además, el Centro de Capacitación de Personal Doméstico.

Ahora bien: si el leitmotiv del libro es brindar una guía "práctica", "fresca" y "amena" para lidiar con el personal doméstico, pronto se revela como un escalofriante (o hilarante) manifiesto de darwinismo social, etnocentrismo y racismo intelectual sin culpas. Y todo con un desembozo que no tiene desperdicio.

Bajo la supuesta voluntad de profesionalizar el oficio, las autoras reivindican el término de "mucama" frente al más ambiguo de "empleada doméstica". "Como la palabra lo indica, la mucama debe amar su trabajo como una profesión (¿un giro lacaniano?, ¿muc-ama?) y hacerlo siempre con una sonrisa."

En el prólogo, una De las Casas, presumiblemente la madre, cuenta cómo se maravilló ante una recepcionista de hotel de Nueva York que, además de manejar múltiples idiomas, sabía de cocina, computación, contabilidad, protocolo y liderazgo, y hasta estaba por cambiar el hotel por un empleo en un crucero. "Admirada ante la cantidad de caminos que tiene el trabajo de mucama, reflexioné sobre cuán ignorante había sido al pensar que ese oficio se limitaba a limpiar", reflexiona De las Casas.

Presentaciones hechas, pasemos a la práctica. En "Encuentro de dos mundos" están todos los pasos para elegir a la empleada. ¿Algunos tips? Evitar las preguntas mecánicas: "Olvidamos que las personas que llegan a solicitar este tipo de trabajo son, por lo general, seres muy humildes y carentes de instrucción". Por eso es preferible proceder con un "cordial" cuestionario en mano (no más de dos carillas). No pasar por alto dónde vive (cantidad de cuartos y personas en cada uno de ellos), ni la reputación de la familia: "Con la ola de inseguridad actual, no podemos arriesgarnos a que ingresen a nuestra casa personas que no tengan un entorno confiable". Y atención: no confiar en certificados de domicilio, mejor inspeccionar in situ.

¿Entrevista personal? Por supuesto. El momento ideal para sondear de cerca a la candidata: "Recordemos que es muy agradable sentir olor a fresco y limpio de la persona que nos sirve el desayuno". Las autoras también explican por qué es importante mantener al personal en regla ("un accidente en el lugar de trabajo es siempre un dolor de cabeza"), premiar el presentismo ("siempre ahorra disgustos)" e instar al uso de uniforme. "Las profesiones más dignas llevan su uniforme con orgullo: azafatas, enfermeras, policías".

¿Primer día de trabajo? No olvide entregar un instructivo por escrito (el libro incluye un modelo completísimo) y nunca se precipite a la hora de dar instrucciones: "Recordemos que no siempre la mucama posee gran capacidad de recepción y memorización". ¿Más? No tutee al personal a su cargo por más joven que sea, mantenga una distancia afectuosa ("la confianza erosiona la autoridad"), utilice una voz firme y un lenguaje neutro "tirando a agradable". Eso sí, nunca un adelanto de sueldo: "Terreno cedido, terreno perdido".

Esta proeza de la sociología interclasista también regala un modelo de diálogo para que la empleada –¡al fin!– aprenda a tomar recados telefónicos, consejos para la patrona primeriza y unos regocijantes mantras para levantar el ánimo de la señora deprimida. "Limpiá cada cosa pensando que es tuya, que lo lograste con el apoyo de tu marido; que siempre te dijo: 'Dale, si te gusta, compralo'."

Entrando en el capítulo "Mucamas en acción", la novedad de Planeta alcanza niveles exquisitos y da rienda suelta a su racismo tecnocrático, y ya no se sabe si se le habla a la "reina del hogar", a la empleada o si se sugiere una lectura compartida entre ambas (en las horas libres, claro). ¿Una perlita imbatible? La recomendación para cuando hay un bebé en la casa: "Semejante angelito rosado y pequeñito es tanto o más frágil y valioso que el jarrón de cristal del living que la señora tanto cuida y nos recomienda". Como cierre, el libro regala algunas anécdotas "de patronas y mucamas", que "no por ser reales dejan de ser graciosas". ¿Un caso? Una empleada que abandona intempestivamente la casa, dejando sólo una nota: "Señora: me voy. No la aguanto más". En fin, lo mismo podría decirse de autoras y libro.

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