HALLAZGOS > A TREINTA AñOS DE SU MUERTE: ELVIS NO MURIó, SINO QUE VIVE EN BUENOS AIRES
› Por Natalí Schejtman
¿Habrá visto Elvis su propio funeral? Esa es la hipótesis que en estos días aflora con más ganas que nunca, tal vez como efecto indignado de una grandiosa efeméride no correspondida. Y cae sobre un colchón de argumentos que van desde un error de ortografía tallado en su lápida ("Aaron", su segundo nombre, en lugar de "Aron") hasta vínculos con la mafia, con el FBI y con la DEA, confeccionados por fans del mundo entero que no se contentan ni con el negocio en el que se ha convertido su figura –que goza de espléndida salud, recién ahora desplazado por Kurt Cobain como el muerto más redituable del mundo– ni con la influencia vital indiscutida como icono, rockero y rebelde, citado y homenajeado en canciones varias.
No: los libros de investigación, blogs e incluso un documental que circula por estos días en YouTube gritan como pueden todas las pruebas que, entre algunos disensos, acuerdan en concluir que al día siguiente de su muerte, el 17 de agosto de 1977, Elvis Presley sacó un ticket en el Aeropuerto de Memphis bajo el nombre de John Burrows y se dirigió a Buenos Aires.
Jerónimo Burgués es un periodista argentino que escribió el libro El rey vive entre nosotros, actualmente agotado. En su página www.elreyentrenosotros.com.ar (difundida por los barrios en letreros callejeros) asegura que tras 10 años de investigación, 150 entrevistas y todo tipo de documentos, escalonó la historia alrededor de los meses previos y los años posteriores a la muerte oficial del Rey del Rock. Según Burgués, Elvis pasó por el Oeste del Conurbano, Córdoba y la Patagonia y pudo llegar de incógnito gracias a oscuros convenios entre los jerarcas de la dictadura con el gobierno de Estados Unidos, como sugiere el índice del libro subido al site. Por otro lado, la escritora y periodista cubana Belkis Cuza Malé firmó otro libro referido a las vidas posibles –simbólicas, conceptuales y físicas– del Rey: Elvis, la tumba sin sosiego (o la verdadera historia de Jon Burrows).
En tanto, en www.elvislives.net son absolutamente claros y puntuales, y brindan los 10 motivos por los cuales decidieron hacer del título de su web una militancia. La historia que cuentan comienza con un famoso encuentro entre Elvis y Nixon que, como nadie nunca supo, fue la ocasión para que el presidente de los Estados Unidos le entregara al músico la chapa de la DEA porque Elvis estaba ayudándolos en una investigación, argumento suficiente para avalar la hipótesis de que la máxima estrella de Rock necesitaba entrar urgentemente al Programa de Protección de Testigos. A este puntapié se le suman otros eventos sospechosos: una cámara metida de contrabando por la revista National Enquirer que registró a Elvis muerto y dio pasto a los escépticos que desconfiaron de las cejas, los dedos y el mentón; un ataúd demasiado pesado, incluso para lo gordo que estaba cuando dicen que murió, que podría explicarse poniendo en la balanza a un muñeco de cera y un aire acondicionado; ciertos indicios de una muerte anunciada y, otra vez, el buen Burrows volando para Ezeiza.
Eco local de esta proliferación de datos, el blog elvisenargentina.blogspot.com difunde toda información referida a la nueva vida del ídolo, a pesar de comentarios online cuestionadores como el de un anónimo que descree de esta teoría y bromea con otra: "¡¡Las manos de Perón firman autógrafos en Claypole!!". También, publican una foto de cómo se vería Elvis hoy según estudios de la Universidad de St. Andrew's en Escocia bajo la consigna: ¿Usted lo vio?
La novedad más reciente parece ser un documental bizarro lanzado en YouTube, donde aparece un mecánico que era soldado en la base militar de El Palomar en el '77 y recuerda que el 17, feriado, se armó un "revuelo bárbaro" con la llegada de un Boeing 747 que después siguió vuelo. También brinda testimonio el plomo de un doble de Elvis que se llamaba "Telmo y sus rockers" y solía tocar por el Oeste. Pablo de Miguel relata la noche misteriosa en que Telmo debía tocar antes de Sergio Denis. Finalizado el show, unos paramilitares lo llevaron hasta un auto negro donde, tiempo después confesaría, estaba Elvis. En el documental también aparece una extraña cámara oculta que busca información de Aaron Levis (supuesto nombre de Elvis en Argentina, escrito con dos a) en una librería, hasta que consigue que una de las vendedoras le diga que solía vivir en Parque Leloir. Los documentalistas van hacia allí y registran cómo huye, con ayuda de unos asistentes, un anciano en silla de ruedas. La pregunta decanta: ¿será mejor así?
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