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Domingo, 16 de septiembre de 2007

MúSICA > UTE LEMPER EN BUENOS AIRES

Yo no soy tu Marlene

A pesar de las inclaudicables comparaciones con Marlene Dietrich, Ute Lemper no sólo es una de las mejores voces de hoy, sino también una de las más peculiares: gélida, oscura y a la vez traslúcida, imprime en cada línea de cada canción un trazo donde conviven el expresionismo y Ella Fitzgerald. Su lucidez y versatilidad para moverse por los repertorios de la diversidad europea y el estándar norteamericano podrán verse esta semana en dos espectáculos diferentes: Los siete pecados capitales, última colaboración entre Kurt Weill y Bertolt Brecht, y Angeles sobre París y Berlín, un recorrido por la canción popular.

 Por Hugo Salas

Misteriosa, distante, gélida, tan denodadamente oscura que por momentos resulta hierática, Ute Lemper se cuenta, sin duda, entre las grandes voces de hoy. Sobre el repertorio berlinés de la República de Weimar conjugó un estilo profuso y expresionista con una técnica vocal sobria, precisa, implacable, dando a luz una suerte de oscuridad traslúcida, inofensivo tugurio, una perversión correcta y aceptada que no deja de ser muy propia de estos tiempos, personalísimo sello que la distancia, a decir verdad, de otra gran alemana andrógina con quien la crítica se obstina en compararla: Marlene Dietrich.

La propia Lemper atempera el paralelo indicando, por un lado, la ascendencia cinematográfica de Marlene, un ámbito que a ella no le interesa particularmente, así como también la innegable verdad de que su predecesora era más una actriz que cantaba que una cantante propiamente dicha. Sin embargo, otro punto parece el fundamental: incluso hoy, en las viejas grabaciones, la voz de Dietrich transmite una sordidez concreta, palpable, muy lejana del cabaret internacional y cosmopolita de Lemper –esta mujer que hace ya muchos años prefiere vivir en Nueva York, donde se siente cómodamente anónima e integrada–, construido a partir de la fusión de la diversidad europea con el estándar estadounidense (según sus propias palabras, esta gran especialista en Kurt Weill debe más a Ella Fitzgerald y a Sarah Vaughan que a la mitológica Lotte Lenya).

Es cierto, su comprensión barroca (antes que romántica) del expresionismo la lleva a recargar toda y cada una de las líneas melódicas que enfrenta, haciéndonos de vez en cuando suspirar –en vano–, esperando que deje pasar esa canción, al menos una, sin retorcerla, como si le debiera mucho más a la peor Vaughan que a la mejor Fitzgerald; sin embargo, cuando la canción es la adecuada, cuando aparece una que se ajusta a ese tratamiento impiadoso, el resultado es indiscutiblemente atendible (como ocurre, por ejemplo, con el “Nannas Lied”, en su antológica grabación de las composiciones de Weill).

Durante ésta, su tercera visita a Buenos Aires, habrá dos oportunidades de acercarse a su impar estilo. El martes, junto a la Orquesta Filarmónica de Buenos Aires, interpretará Los siete pecados capitales, última colaboración entre Weill y Bertolt Brecht, en el Gran Rex. “En realidad –se apresura a aclarar– fue originalmente compuesta como un diálogo entre una cantante y una bailarina que son la misma persona, un ballet psicológico, pero ya he presentado esta versión de concierto en varias oportunidades. Es una sátira del capitalismo bastante fechada; personalmente, la obra de Brecht me interesa más por su aporte poético que por su mensaje político, si bien algunas de sus críticas sobre el modo en que las personas están desconectadas de la lealtad y la justicia resultan todavía pertinentes.” Y al día siguiente, también en el Gran Rex, Angeles sobre París y Berlín, un espectáculo construido a modo de viaje experimental, de improvisación, por sus propias canciones y por algunas de destacados representantes del género popular, como Joni Mitchell, Tom Waits, Jacques Brel o Edith Piaf; en esta ocasión, con la compañía de la argentina Lidia Borda, a la que muchos consideran la mejor voz femenina de tango surgida en las últimas décadas. Dos opciones para acercarse a una de las cantantes más depuradas de la escena mundial, dueña de una técnica vocal indiscutible y un estilo cuanto menos controvertido.

Ute Lemper se presenta el martes que viene junto a la Orquesta Filarmónica de Buenos Aires y el miércoles con su grupo. Ambos días a las 20.30 en el Teatro Gran Rex (Av. Corrientes 857).

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