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Domingo, 3 de noviembre de 2002

MúSICA

Siga el baile!

Sus shows son lo más comentado de la escena under. Tienen más de 100 canciones y recién ahora están
grabando su primer disco. Algunos dicen que se mueren por ser famosos. Otros dicen que en cualquier momento lo serán. Pero lo que todos dicen es que, hoy por hoy, Miranda es alegría garantizada.

 Por Santiago Rial Ungaro

Un chico lindo y delgado canta, en falsete, acaparando la atención: está teatralizando una escena en la que ofrece su canción a su musa. El clima llega al paroxismo y el chico lindo y delgadito le propone a su chica juntarse, abrazarse, llorar y desahogarse juntos. Prince puro, pero en castellano. Entre el público, algunas chicas y algunos chicos bailan, mientras que en escena el chico lindo se contorsiona y lanza aullidos acompañando el crescendo musical y sentimental del tema, acentuado por la guitarra eléctrica de Lolo Fuentes, por la buena voz de Juliana Gattas y por las programaciones de Bruno de Vicenti (que también toca en Acum 23). Mientras que el cantante (Alejandro Sergi) hace que sufre, el público hace que se divierte. Tal vez el cantante está sufriendo realmente y el público se esté divirtiendo de verdad, pero esto es simplemente un detalle íntimo que sería imposible de dilucidar. Lo importante es que algo pasa. Esto es Miranda, una imagen de un show de la banda que, a fuerza de actuaciones como ésta, se ha convertido, para algunos, en el grupo del momento. En la banda nueva.
¿Y cuánto vale ser la banda nueva? “Lo que yo rescato es la alegría que produce el grupo en la gente”, dice Ale Sergi, y el resto de los integrantes del combo, que tiene menos de un año de existencia, lo apoya con ejemplos y anécdotas. Hay algo innegable: en los shows de Miranda se puede bailar y la tendencia parece ir en aumento. Lo curioso es que varias de sus canciones (entre las que podemos mencionar “Tiempo”, el tema al que hacíamos alusión) son baladas. Lolo, azafato, masajista y guitarrista, un muchacho de muchas horas de vuelo y tacto hiperdesarrollado, no duda en afirmarlo: “El grupo es muy bueno: el show funciona siempre”. Juliana, que también anima cantando jazz en las Veladas plácidas de El Argentino todos los jueves, junto al Dj Dany Nijensohn, lo apoya y explica: “Nosotros estamos en la búsqueda de nuestra diversión y eso es lo que capta la gente”.
Ajenos a la depresión colectiva, acentuada por el fracaso futbolístico de la Selección en el Mundial y a la periódica euforia que resucita el campeonato, los Miranda no tienen ningún empacho en afirmar, divertidos, que “lo que más nos gusta del fútbol son las telas”. Para ellos, el deporte preferido es la música, la música pop para ser más precisos. Tal vez por eso es que para el grupo la música parece ser también un juego, al punto tal que el nombre de su primer disco, que están grabando en estos momentos, es Gimnasia Jazz. Y tal vez por considerar la música como un juego es que tienen cierta reticencia a hablar sobre música. “¿Para qué hablar de música?”, dice Ale Sergi. “Lo principal son las chicas lindas... y los chicos lindos. No está muy bueno hablar de música. Creo que perdería todo su encanto si habláramos de música. Nosotros la hacemos: fluye. Entre nosotros hablamos de la vida, de nuestras cosas. Tampoco ensayamos: perdería toda la gracia. Lo fundamental son las canciones: tenemos como 100 canciones, y para tocar en vivo siempre elegimos las mejores. ¿Decís que tenemos buena escena? No, lo que tenemos es alegría. Nosotros tratamos de ser entretenedores: ponemos muchos tenedores y nos ponemos en el medio.” Sus compañeros festejan la ocurrencia. Una parte importante del fenómeno Miranda se desprende de que entre ellos se llevan bien. ¿Son los Miranda un grupo de amigos? Dice Ale: “Con Lolo somos amigos desde chiquitos, pero nunca habíamos hecho nada musicalmente. Un día hicimos juntos un crucero por el Caribe, viviendo todo tipo de aventuras. La cantante del bar, al que íbamos muy seguido, era Juliana, y también reclutamos a Bruno, que era el barman. Nos juntó la noche, pero en altamar”.
Todo parece ser alegría y diversión en el seno de Miranda, un grupo de pop delirante que se reivindica como tal al punto de afirmar que “el rock se comió su propia cola y no avanza más”. Todo es buena onda hasta que se nombra a Los Pericos. “Yo soy Ale Perico”, afirma, serio por primera vez desde que empezó la nota Ale Sergi, autor no reconocido de varios de los temas más conocidos del grupo, que abandonó antes de grabar el primerdisco. “Y, sí, es verdad que estoy súper envidioso del éxito que tienen ellos”, afirma Ale Perico hoy, recordando que su relación con el Bahiano se cortó cuando éste editó El ritual de la banana. No fue ésta la única decepción para Sergi, amante del pop nacional de la primera hora. “Cuando era chico me copaba con Palito. Sandro también me gusta, pero no tanto como Palito, que era más pop: a mí siempre me gustaron los productos terminados. Me acuerdo que tenía un disco de Palito que en la tapa tenía su cara y una gaviota... Pero no siguió en la misma senda: él era un cafetero que tenía fe... Cambió, no fue fiel a sus principios, y la verdad es que estoy re-mal por eso.” En cambio, para Fito Páez, uno de los músicos no valorado lo suficiente por las nuevas generaciones, Sergi sólo tiene palabras de respeto. “Tenemos que darnos cuenta de que hablar mal de Fito Páez en este momento es una payasada total. Fito Páez es un artista grandioso. Es un clásico y se ha ganado un lugar enorme. Y eso es algo que no se discute. No tiene sentido. Es un ganador, chicos. Ahora la gente lo critica porque tiene pancita, pero para mí eso lo hace más humano. Hay que tener buena onda con todo el mundo.” El respeto se convierte en devoción a la hora de hablar de Prince, hecho que probablemente explique tanto entusiasmo por Páez, que, después de Charly García, fue el músico argentino que más manifestó su devoción hacia la estrella pop más valiosa de los ochenta. Dice Sergi: “La primera época es lo que más me gusta, pero es el mismo caso que Fito: todo lo que hizo está bien, hasta lo que está mal, porque da la vuelta. Tengo 143 discos de Prince y también tengo sus películas y hasta objetos de colección. Yo no había escuchado absolutamente nada, pero cuando vi Purple Rain, la película, me volví totalmente loco. Me pareció lo máximo y me sigue pareciéndolo”. Lolo recuerda: “Me acuerdo de ese programa de Susana Giménez en el que apareció Charly García disfrazado de Batman gritando: Prince, Prince, tienen que escuchar a Prince. A mí eso me pegó mucho”.
Junto con el revival obsesivo de los ochenta (que parece estigmatizar a casi todos los grupos que reivindican el pop), lo que más marca la personalidad de Miranda es su pertenencia al pop nacional, fenómeno que tuvo en los ochenta su momento de mayor esplendor con grupos como Virus, Soda Stereo, Los Abuelos de la Nada y otros menos recordados que los Miranda parecen conocer muy bien: “Todavía tengo el primer disco de Cosméticos. A las Viudas e Hijas las iba a ver en vivo, me encantaban. Bandas como Clap, que fue lo mejor que hizo Frenkel; Fricción, Metrópoli, o Los Twist, que tiene discos increíbles como La máquina del tiempo, que es un soundtrack delirante y a la vez es muy pop. A mí me gustaría hacer algo así”. Lolo: “Yo me acuerdo de Escuela Basilio, que era una banda paralela de Los Twist. Pero a la banda que le seguimos los pasos es a Soda Stereo, por cómo hicieron su carrera. Nosotros somos estilistas, no tenemos la intención de inventar un género. Pero a la vez queremos romper con todos los cánones del pop argentino, porque queremos llegar a todo el mundo”. Con la cultura pop, los Miranda son voraces, al punto de conocer discos a esta altura míticos, como el primer disco de Nicole Neuman (aquel del hit del programa “Montaña rusa”, que mostraba a la por entonces lolita de jumper y con cara de concheta aburrida, flirteando con el hip hop y cantando: “No quiero estudiar, I wanna go home”) o el disco solista del Teto Medina. “El disco se llamaba Mi forma de ser y fue una de las primeras producciones de Afo Verde, que hoy produce a Bandana, Mambrú y Divididos. Ahí el Teto cantaba ‘Mi chica de humo’ y ‘Humo sobre el agua’. Lo increíble de ese disco es la producción: aunque te quieras reír, es como escuchar Xuxa al revés. Para mí eso es pura provocación.” De la escena actual, los Miranda nombran a grupos como Adicta, Sin, Fantasmagoria y Sergio Pángaro. Para Ale Sergi “está surgiendo una escena. Hoy en día, el pop nacional tiene mucha identidad; hasta te diría que es underground. Hay varias bandas que se reivindican como parte de una escena pop under”. Sin embargo, paralelo al chisme sobre lo buenos que son los shows de Miranda, circula otro rumor: que se mueren por ser famosos y que son un invento. Por eso, para el final, la pregunta: ¿es verdad que se mueren por ser famosos? Sergi responde con una pregunta: “¿Te dijeron eso? No sé, nosotros tenemos esa actitud porque nos parece la más patética. No pongas esto, porque es muy solemne y aburrido, pero en realidad me gustaría que nuestra música tenga algún peso. Y la verdad es que me da un miedo bárbaro hacerme famoso. Creo que me suicidaría”. Como diría Fito Páez: “Sabiduría pop”.

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