FOTOGRAFíA > LOS RETRATOS DE GABY MESSINA
Es un año de alta exposición para Gaby Messina (1971). Este mes presenta un libro que reúne dos trabajos extraordinarios: Grandes mujeres (del 2004), en el que captura la vida de mujeres mayores en una sola imagen, y Almas gemelas (del 2006), donde retrata el invisible pero inquebrantable vínculo entre gemelos y gemelas. Además, su foto Bar acaba de recibir una mención especial del jurado en el Concurso Nacional de Artes Plásticas Platt 2008. Por eso, María Moreno recorre los tres trabajos y explora su manera tan sugestiva de mirar.
› Por María Moreno
Gaby Messina está acostumbrada a la simultaneidad desde que la médica que le señalaba el monitor, del otro lado de su panza, dictaminó “dos corazoncitos” (iba a ser y fue madre de gemelos). El 25 de septiembre presenta un libro que incluye dos proyectos fotográficos: Grandes mujeres y Almas gemelas. Son retratos realizados en diapositivas y sacados, en el primer caso, en ambientes “naturales” –la casa de la modelo intervenida con una composición escenográfica que combina gamas tonales con la selección de algún objeto u objetos como metonimia del rasgo personal– y en el segundo, naturales derecho viejo luego de la probable limpieza previa a la llegada de la fotógrafa. Las grandes mujeres tienen esa edad en que el destino acaba de pasar y ellas, escapadas de la reproducción y su gran final de sudores intempestivos y palabras que no pasan de la punta de la lengua, se contentan con acariciar el espesor de sus archivos de vida como si contaran plata, aviniéndose, quizás, a abrirlos cada domingo entre el bargueño y la mesa del comedor o... ante Gaby Messina. Ella las retrata en su condición de anfitrionas sedentarias pero aún capaces de simbolizar el poder en la arquitectura versallesca del peinado, las joyas o un simple fondo de brocatos, matelassé y flores grandes. Es que Messina ha recibido de su maestro Marcos López esa cualidad de moldear los cuerpos con la iluminación hasta darles a sus modelos un porte o una majestad que los hace parecerse al extinto zar Nicolás aun en la tercera clase de lo que sea o con los únicos blasones de una escoba, una raqueta o un perro viejo. A excepción de Yuyy que, al dejarse pescar en el acto módico de tejer –asociado al repliegue, a la repetición y al sosiego– pone la cara de susto con que se recibe la irrupción de un asaltante, ha orientado a Messina hacia el género secuencia de policial negro, las grandes mujeres despliegan una soberanía digna de la mujer narcisista freudiana –aquella que sabe mimar ante el hombre que no le falta nada y menos él–. Esa actitud convierte los bibelots de Baba, las barajas españolas de Rita y la araña de cristal de Amanda en las joyas que suelen guardarse en las cajas de seguridad de las islas Caimán.
Almas gemelas bautiza 23 retratos de aquellos que, siendo dos, han venido como si fueran uno en la placenta materna y que, contando con antecedentes literarios tan prestigiosos como Claus y Lucas de Agota Kristof (en quienes la crítica zonza ve la alegoría de una Europa dividida) o Jean y Paul en Los meteoros de Michel Tournier (en quienes la crítica zonza ve el problema par-impar), suelen recibir el balde de agua fría de ser fundidos en el apelativo de “Los melli”.
En una serie que por ahora muestra a medias en Internet (Lima Km 100), Gaby Messina registra imágenes de un pueblo de la provincia de Buenos Aires más desapegada del realismo pop de las de su libro.
¿Cómo logra Gaby Messina convencer a modelos a menudo alejados de toda mundanidad de desordenar su casa en aras de un retrato sin fotoshop y a la edad en que el cuerpo parte a la deriva o de entregarse en un escenario saturado de desechos? Gaby Messina se ha copiado de sus gemelos –con la consiguiente envidia puesto que su copia siempre será imperfecta– esa zapada imaginativa propia de los niños pequeños, alimentada por la tele y los cuentos que siempre apuestan de más a lo inverosímil y, para convencer a sus modelos de que hagan lo que ella inventa, suele bardear una suerte de locuela ensoñadora capaz de persuadir a un varón de provincia de sacarse la camisa y ponerse unas orejas de conejo (ver Bar, mención especial Premio Platt 2008). La foto no será la de un Fausto criollo y su Mefistófeles recreados por descendientes de polacos pero destila una autoridad viril y una solemnidad austera que, seguramente, el mismo general Perón a lomo de su caballo Pinto no hubiera podido transmitir con ese sombrero de Bugs Bunny.
Con Almas gemelas, Gaby Messina decidió pasarse al movimiento y armó un documental que, de paso, le sirvió para saber qué era eso de ser madre de gemelos en la era en que el psicoanálisis obliga a soluciones más complejas que el enfrentar la crianza con un “deme dos” y un surtido de enteritos iguales salvo por el color. Sin embargo los mismos modelos de Messina, en lugar de testimoniar cómo es ser uno sin el otro, a menudo permanecen unidos por el enigmático hilo que intenta retroceder a la unidad originaria o la negocia. Melisa y Celina dicen (en el documental) haber juntado las camas con la módica coartada de haber descubierto en la tele una película de terror –luego vieron que quedaban lindas–; Yanisleidys y Yusleidys duermen juntas en la misma y, en caso de insomnio, una le canta a la otra (imposible darse cuenta de quién a quién); Julia y Silvia sugieren que hay entre las dos un pacto suicida; Aldo confiesa indirectamente a su hermano José María algo que quizás no le haya dicho nunca fuera de cámara: “Si uno de los dos muere no va a estar físicamente pero mentalmente siempre”. Messina, cuya voz se oye en off, es una hábil reportera cuya mayor astucia es brillar por su ausencia: podría decirse que lleva a la confesión con preguntas meramente inductivas; a veces usa la repetición lacaniana de lo que le contestan, a modo de subrayado que permita la continuidad del relato: “duermen juntas”, “le acariciás el pelo”. Almas gemelas está dedicada a Pedro y Félix, quien nació –ésta es una ocurrencia de Gaby Messina– con la x de Félix en forma de un pequeño lunar en la mejilla, un regalo inicial de sus dos hijos para comodidad de una madre nacida en épocas en que se ha dado por tierra con lo innato del instinto maternal.
El lanzamiento oficial del libro publicado por Editorial Larivière se llevará a cabo en la Galería Isidro Miranda, Estados Unidos 726, San Telmo, el 25 de septiembre a las 19 hs.
(Versión para móviles / versión de escritorio)
© 2000-2022 www.pagina12.com.ar | República Argentina
Versión para móviles / versión de escritorio | RSS
Política de privacidad | Todos los Derechos Reservados
Sitio desarrollado con software libre GNU/Linux