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Domingo, 12 de octubre de 2008

FAN > UN MúSICO ELIGE SU CANCIóN FAVORITA

El ombligo del mundo

 Por Edelmiro Molinari

Hay canciones que la gente sólo puede recibir desde el fondo del corazón, desde lo más profundo del alma, y son las canciones que perduran. Canciones que funden con mística su letra y su música. A medida que pasan los años te preguntás qué es lo que tanto te pega de esas canciones. Todo eso a mí me pasa, por ejemplo, con “Escalera al cielo” de Led Zeppelin y con casi todas las canciones de Jimi Hendrix, como “Voodoo Child”, un blues infernal que algunos malinterpretaron como “Voodoo Chile” y que grabó con Steve Winwood, o esa versión que lleva al cielo la musicalidad de “All Along the Watchtower” (Eddie Kramer, su ingeniero de grabación, contaba que Hendrix andaba siempre con una carpeta llena de las canciones de Dylan). Pero si tengo que elegir una me quedo con “Belly Button Window” (“Ventana del ombligo”), la última de The Cry of Love, un blues inspiradísimo y casi desconocido que le regaló a su baterista Mitch Mitchell y a su mujer cuando esperaban un hijo.

La primera vez que la escuché me pareció muy dulce porque el tipo baja los decibeles a menos diez. En la época en que llegué a Estados Unidos había una especie de cine arte en Santa Monica (Los Angeles) donde pasaban películas en continuado, era una cosa increíble: ahí vi una película donde él tocaba ese tema. Ya lo había escuchado acá, pero no había indagado en la letra, me conformaba con poder volar con la música.

Nunca fui adepto a esa manera de aprender a tocar la guitarra que consiste en sacar los solos de otros guitarristas, nota por nota. Mucha gente la usa porque es como aprender un vocabulario. Pero a mí me gustó siempre mucho más lo otro: tirarme a la pileta con lo que a mí me gusta hacer, tal vez porque nunca jamás un tipo puede copiar a otro.

Sin embargo, con Hendrix me pasa algo raro: me tocó siempre de una manera tan especial que, por más que nunca los haya estudiado, me acuerdo de memoria muchos de sus solos y estoy seguro de que sólo esa memorización me ayudó a crecer como guitarrista. Creo que él es uno de los más grandes de la historia.

“Belly Button Window” es de esos temas que te hacen dar cuenta de todo lo que había atrás de lo que la gente suele asociar con Hendrix: el showman explosivo que le hacía el amor a la viola, le prendía fuego y hacía posibles los sonidos imposibles. Si bien todo eso es cierto, canciones como “Belly Button Window” demuestran la profundidad y la dulzura de la que también era capaz Jimi Hendrix.

El de “Belly Button Window” es un Hendrix muy diferente al que todos conocen porque sólo hay dos guitarras, tiene una estructura muy simple pero, a la vez, no podría estar mejor interpretada. En la canción el tipo se transforma, y eso es lo que me encanta, en el bebé que está en la panza de su mamá y dice: “Si no me quieren esta vez, en este momento, no tendría problema en volverme a la tierra del espíritu”. Dice “del espíritu” y no “de los espíritus”, eso es muy importante. También me atrae algo que no dice explícitamente pero da a entender cuando, entre todas las píldoras, habla de aquellas que sirven para derramar...

Pero la frase que más me impacta es cuando dice que se acuerda de que la última vez que estuvo acá, en este mundo, seguían hablando de una visita todavía anterior. Esa parte es impresionante porque el efecto de la canción se vuelve exponencial.

Antes, en “Voodoo Child” por ejemplo, él veía las cosas desde una perspectiva más oscura, pero después, en la última época, que es la de esta canción, habla siempre de ángeles que vienen a buscarlo. Quiero decir, es espiritual pero ya no oscuro. Como en “Angel” cuando cuenta que un ángel vino del paraíso y le contó esto y lo otro, o en “Hey Baby” cuando otra vez un ángel –que es siempre femenino: la ángel– le dice que lo va a llevar al sol de Júpiter y que ahí va a ver una vez más a toda su gente, una por una. Son temas no ya esotéricos, sino de una inusitada dulzura mística, el tipo cree que uno pasa por muchas vidas.

Por eso me parece increíble que justo alguien como Hendrix haya escrito “Belly Button Window”, que alguien que tuvo una estadía tan corta y espontánea en este mundo diga que sólo tenés doscientos días para decidirte porque él no va a volver a pasar muchas veces más. Quiero decir que, además de ponerse en el lugar del bebé de su baterista, Hendrix estaba hablando de sí mismo. Como si el tipo estuviera avisando que volvería alguna otra vez, pero no demasiadas; esas inquietudes aparecen recurrentemente en sus canciones. De alguna forma, está también en “Room Full of Mirrors”, cuando dice que sólo se veía a sí mismo hasta que pudo romper los espejos y al fin se le abrió el mundo, un mundo de amor y belleza más allá del que tocamos los humanos. Me encanta la manera sutil, subliminal de hablar de un tema así. El tipo fue un ángel que pasó por acá y no nos dimos cuenta.

Belly Button Window

Jimi Hendrix
del disco The Cry of Love

Bueno, estoy acá, en este vientre
mirándolo todo alrededor
hmmm
bueno, estoy mirando a través de mi ventana del ombligo
y veo un montón de ceños fruncidos
y me pregunto si no me quieren, por ahí
cuál se supone que es el despelote ahí afuera
simplemente cuál es el rollo
porque si no me quieren está vez por ahí
estaré contento de volver a la tierra del espíritu
incluso descansar un poco más
antes de bajar por la rampa otra vez
man, recuerdo que la última vez
todavía estaban hablando de mí entonces
por eso si no me quieren ahora
decídanse
dónde o cuándo
decídanse
si no me quieren ahora
tienen sólo doscientos días
más o menos
porque no voy a estar bajando de nuevo
muchas veces más
saben: tienen píldoras para enfermedades, emociones y también para derramar
pero creo que para eso es demasiado tarde
entonces vengo bajando a este mundo, papi
a pesar del amor y del odio
voy a sentarme en tu cama, mamá
y sonreír abiertamente en tu cara
y después voy a comerme todos tus
chocolates
ja, y espero no llegar tarde
si tienen alguna pregunta, decídanse
sólo tienen doscientos días
más o menos
y estoy mirando a través de mi ventana del ombligo
y juro que no veo más que muchos ceños fruncidos
y no voy a vivir si no me quieren ahí.

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