Domingo, 22 de marzo de 2009 | Hoy
CRUCES > RICARDO PIGLIA, GERARDO GANDINI Y MARTA LAMBERTINI PRESENTAN EL LIBRO SOBRE EL COMPOSITOR
Alumno de Ginastera, pianista de Piazzolla, arreglador de Fito Páez y compositor junto a Ricardo Piglia de La ciudad ausente, la mejor ópera argentina de las últimas décadas, Gerardo Gandini es uno de los padres más notables de la música contemporánea argentina. El año pasado, la Sociedad General de Autores y Editores de España le otorgó el Premio Tomás Luis de Victoria y ahora publica el libro Música-Ficción, que reúne una serie de conversaciones con Marta Lambertini en las que recorre su vida musical, textos inéditos y una charla en la que Ricardo Piglia explora la obra y la figura del compositor. Reunidos por Radar, los tres presentan el libro antes de hacerlo oficialmente en la Biblioteca Nacional y hablan del misterio de la música, de lo que significa “entenderla” y de su relación con el arte contemporáneo.
Por Diego Fischerman
Ricardo Piglia dice envidiar a los músicos. “La música funciona como el modelo más perfecto –dice–. Porque no parece tener referentes, porque parece funcionar con puras formas. Pero a mí lo que me resulta interesante pensar es que en la literatura se usa el mismo material que en la vida cotidiana. Y uno piensa: qué bueno sería trabajar con un lenguaje diferente. Se aspira a eso.” El escritor es uno de los personajes de Música-Ficción, un libro de título pigliano pero que, en realidad, toma su nombre de una obra musical de Gerardo Gandini. Uno y otro, libretista y compositor, además, de La ciudad ausente, la ópera más importante creada en la Argentina en las últimas décadas, dialogaron con Marta Lambertini, también compositora y autora del libro.
“La figura del compositor contemporáneo es comparable a la del poeta o el escritor –dice Piglia en el encuentro que los tres tuvieron con Radar para hablar de la música, la ficción y las ficciones de la música y sobre todo de Gandini, el objeto del libro que los une–. El compositor es el ejemplo; su relación es más difícil. Por un lado, por el peso de la tradición y, por otro, porque encara con más claridad que nosotros algo que nosotros también enfrentamos: la cuestión del ‘se entiende’ o ‘no se entiende’. La música contemporánea pone el problema del arte en el mundo actual mucho más claramente.” Gandini agrega que “la composición de música es más parecida a la poesía, también en el hecho de que uno escribe música o poesía casi sin esperanzas. Se sabe que con eso no se va a ganar nada”. Y Piglia observa: “Se escribe para gente que entiende, ¿no? En ese sentido me parece que ésa fue una de las lecciones mayores de Borges. El siempre pensaba que el otro estaba interesado en la literatura; es más, creía que, como en su caso, ése era su único interés. No tenía una actitud paternalista”.
Gandini, Piglia y Lambertini, junto al ensayista Pablo Gianera, participarán de una mesa redonda que, junto a un concierto en el que Gandini estrenará su Octava Sonata para piano (Diario 2008), servirá de ocasión formal de presentación de Música-Ficción, el próximo jueves 26 a las 19, en el Auditorio Jorge Luis Borges de la Biblioteca Nacional (Agüero 2502). El libro, que incluye un disco con composiciones para piano de Gandini –entre ellas la que le da título–, fue publicado por la Fundación Autor y la Sociedad General de Editores y Autores de España, que distinguieron a Gandini con el Premio Iberoamericano de la Música Tomás Luis de Victoria en 2008. El galardón, que incluye la entrega de 60.000 euros, ya había sido recibido en años anteriores por Xavier Montsalvage, Joan Guinjoan y Antonio García Abril. Y en 2009 acaba de ser otorgado a Luis de Pablo, que además de su actividad como “músico clásico” fue el autor de la música de las primeras películas de Carlos Saura.
“No creo que el arte sea del orden del entender; en realidad no sé qué es lo que habría para entender en el arte”, dice Piglia. Y Gandini, un lector de notable agudeza, opina que “de todas maneras hay arte, literatura por ejemplo, más fácil de entender que otra”. “A mí me resulta más fácil de entender Joyce que Aguinis, pero la pregunta sería si hay algo que entender en el arte”, vuelve Piglia y el músico lo interpela: “Vos dijiste que en la música contemporánea siempre está presente el si se entiende o no”.
Piglia: Es que lo que rodea a la experiencia de la música contemporánea es una sensación de que compete a un grupo que sabe de qué se trata.
Marta Lambertini: Es una cuestión de sensibilidad, finalmente.
Gandini: Pero, en algunos casos, el supuesto mensaje, que nadie sabe cuál es, es recibido y en otros no. Y a veces es recibido por alguien carente de cualquier información al respecto. ¿Eso es entender? No. Es algo intangible pero que existe. Hay músicas que son mejor recibidas que otras, aunque sean menos demagógicas.
Lambertini: Mucha gente habla del “entender música” como de una condición para disfrutarla.
Gandini: Parafraseando a Louis Armstrong, creo: si se necesita una explicación acerca de lo que hay que entender, no se va a entender nada.
Lambertini: Yo, a la hora de explicar, me siento totalmente idiota. Me he pasado la vida dando clase y explicando, en clases de composición, cómo está hecha una obra, qué recursos utiliza, cuál es su idea generadora. Pero eso no explica nada; no garantiza que el resultado sea bueno. Parece que, al final, lo importante no es cómo esta hecha una obra sino algo bastante más inexplicable, más elusivo.
Gandini: Una cosa son los recursos, como decía Marta, y otra es la personalidad del tipo que escribió eso. Los recursos pueden ser los mismos pero lo que va a aparecer en la obra es la personalidad. El que compone no sabe cuál es el mensaje, pero le sale eso. Y si le sale más o menos en todas las obras, a la larga configura algo que los demás llaman “el estilo”.
Alumno de Ginastera y maestro de Lambertini (“sigue siendo mi maestro, aunque ya no lo consulte sobre mis obras”), Gandini es alguien cuya carrera se dispara en direcciones múltiples, desde arreglador de Fito Páez hasta pianista del último sexteto de Piazzolla. Esos ejes son recorridos en el libro de Lambertini, que en varios encuentros (ninguno de los dos recuerda exactamente cuántos) grabó sus conversaciones. Tenía algunas preguntas preparadas pero después dejaba simplemente que los temas fueran apareciendo, Gerardo Gandini. Música-Ficción cuenta, de alguna manera, la vida y la trayectoria del compositor. Sus capítulos transcurren por la formación, por sus años en el Instituto Di Tella, por su familia y amigos, por la tarea docente y por la de difusión. Gandini fue el gestor, desde el Instituto Goethe primero y luego desde una Fundación de una compañía de seguros y desde el CETC, del que fue el primer director de mucho de lo sucedido en el campo de la música contemporánea –de esa música todavía contemporánea– en la Argentina. “Buscaba hacer conciertos con obras de otros para que las mías no sonaran tan extrañas –dice–. Para que tuvieran, también, un lugar afín donde escucharse.”
Gandini: Los títulos son parte de la obra, creo. Pero, además, algunos resultan poéticos por casualidad. “Registración lunar de una toccata de Girolamo Frescobaldi”, por ejemplo, describe simplemente lo que hace la obra. Pasar una toccata de Frescobaldi a la que se le superponen unos acordes del Pierrot Lunaire de Schönberg. Podría ser algo de ciencia ficción, también. Un tipo que escucha Frescobaldi en la luna. O el “Concierto en la luna” de Osmar Maderna.
Lambertini: Es posible que si la obra se llamara de manera diferente, se escuchara distinta.
En la música también es muy fuerte lo que se sabe de antemano acerca de la obra o de cuándo y por quién fue compuesta. Si la misma obra fue creada en 1750 o en 2009 puede significar la diferencia entre algo genial y una estupidez.
Piglia: La manera en que la tradición está presente en la escucha es algo absolutamente propio de la música. Pero en el caso de Marta y Gerardo, y su diálogo, hay algo que para mí es muy tentador: espiar qué piensan los músicos sobre lo que hacen. Eso abre todo un debate acerca de qué se dice de la música cuando quien lo dice es precisamente quien la hace. Hay algunos libros escritos por músicos que siempre me han parecido muy productivos. Por ejemplo, las conferencias de Stravinsky. No son explicaciones de nada sino conversaciones alrededor de la música.
En Música-Ficción Gandini y Lambertini hablan, entre otras cosas, de la referencialidad de la música, de lo extramusical. Y allí hay, también, tres notables textos de Gandini, “Objetos encontrados”, “Desde Buenos Aires: ¿la influencia? de ¿la música hispánica? en ¿la música de concierto? ¿latinoamericana?” y “Del recato y otros pudores”. “Me gusta Gandini como escritor”, afirma Piglia. Gandini explica: “Escribo con el placer que da la impunidad”. Lambertini agrega que, para ella, escribir es “menos frecuente pero más placentero que componer música, que me hace sufrir mucho más”. Y Gandini comenta: “En lo de sufrir, somos varios los especialistas”.
Gandini: El diario es un género falso. Así que son autobiografías falsas.
Lambertini: A veces uno compone como si no fuera uno. Como si se estuviera mirando componer. El compositor es un personaje teatral. Y se lo hace hacer cosas de acuerdo con el papel que tiene que interpretar.
Piglia: Hay algo, en eso de trabajar personajes, de la alusión a algo que en el caso de Gerardo se sabe y es que es un lector continuo. Lo nuevo sería el modo en que él resuelve ese modelo. Se trataría, más bien, de crear un sujeto imaginario de la enunciación musical. El que está componiendo es un personaje construido.
Lambertini: Es un héroe de su propia película.
Gandini, Piglia y Lambertini presentarán Música-Ficción junto al periodista y ensayista Pablo Gianera el próximo jueves 26 a las 19, en el Auditorio Jorge Luis Borges de la Biblioteca Nacional (Agüero 2502).
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