Domingo, 22 de marzo de 2009 | Hoy
FENóMENOS > LAS BOTINERAS TIENEN SERIE PROPIA: CHAMPS 12
Por Juan Pablo Bertazza
En los últimos veinte años, más o menos, las mujeres de los futbolistas cruzaron desde el zoológico –Pata Villanueva y el Conejo Tarantini, Graciela Borges y La Anguila Gutiérrez– hasta el Jardín Botánico, un reducto lleno de gatos. Entonces se acuñó el extraordinario término “botineras” –clase magistral de doble sentido– y empezaron a asomarse Natalia Fassi y su breve y escandaloso affaire con Carlitos Tevez; Luciana Salazar, a la que se le adjudica vuelta y media con Germán Lux, Marcelo Salas y Diego Maradona; Eliana Güercio gracias al Kun Agüero, quien hoy en día está consolidado, a su vez, como el mayor botinero de la Argentina; la higiénica Jacqueline Dutrá y Silvina Luna que, si no fuera por Pradón, Süller y los planteles completos de San Lorenzo de Almagro, detentaría un verdadero record: Gago, Garcé, Maradona, Insúa, Salas, Mantilla, Costanzo y Lucho Figueroa.
Pero lo curioso es que, en este último tiempo, empezó a generarse también una atracción fatal entre los pp (puro perros) y los pg (puro gatos): la habilidad futbolística de ellos es inversamente proporcional a su capacidad para involucrarse con las botineras: Sabrina Ravelli y Neri Cardozo es un buen ejemplo, pero el caso paradigmático es el de Maxi López, hoy felizmente casado con Wanda Nara.
A fines del año pasado, el asunto tomó relevancia internacional con el Balón Rosa de Oro, concurso anual en el que la revista española Sport elige las diez mujeres más impactantes de futbolistas. Entre Rebeca Loos (ex amante de Beckham), Daniela Cicarelli (ex de Ronaldo) y Oksana Anderson (esposa de Wilhelmsson) se colaron cuatro valores argentinos: la omnipresente Wanda Nara; Romanella Amato (novia de Javier Saviola); Vanesa Carbone (amigovia de Carlitos Tevez) y la infartante (en más de un sentido) Jesica Cirio, en ese entonces filito de Ezequiel Lavezzi.
Lo cierto es que muchos pensaron que este año la tensión sexual futbolística se volcaría hacia otros deportes, dando lugar especialmente a las ya instaladas raqueteras, algunas de las cuales son también botineras, como las ya mentadas Silvina Luna (Juan Mónaco) y Luciana “cosmopolita” Salazar (el español Fernando Verdasco, el chileno Nicolás Massu y el ecuatoriano Nicolás Lapentti cayeron en sus redes). Sin embargo, todo parece indicar que esto ya no es moda ni tendencia sino directamente un rasgo más de nuestro ser nacional y que, en efecto, el fútbol seguirá siendo durante mucho tiempo más, tal vez para siempre, la pasión de multitudes. Al respecto hay dos pruebas incontestables: la aparición, el año pasado, de Las Botineras, infartante quinteto (Carla, Laura, Andrea, Gaby y Cintia) que supo llegarle a los tobillos a otras revelaciones como Los Grossos y Los Trozos y el estreno hace apenas unas semanas de Champs 12, la ficción de América producida por Dori Media Contenidos y escrita por Patricia Maldonado, que fue vendida a Colombia incluso antes de salir al aire. Protagonizada por Tomás de las Heras (Gonzalo) –un buen actor que si uno cierra los ojos, podría jurar que está escuchando a Nicolás Cabré– y la cada vez más hermosa Liz Solari (Charlotte), quien en una entrevista tuvo el tupé de salir a decir que no es sexy cuando, en realidad, es una especie de comodín sexual para todos los gustos ya que si miramos fijamente su cara diez segundos, enseguida se nos aparece el rostro de su hermano, el indiecito Solari. Y hablando de hermanos, cabe destacar del elenco la excelente participación conjunta de los experimentados hermanos Pasik, algo así como los mellizos Barros Schelotto de la actuación.
Aunque obviamente adaptado al mundo teen ager –una especie de Montaña rusa con el marketing de Rebelde Way y las hormonas de Verano del ‘98, aunque todavía sin el rating deseado–, Champs 12 intentó sacarle todo el jugo posible a tanto fluido de botineras y botines. No sólo en cuanto a la historia –Charlotte es la gordita del barrio que vuelve de Estados Unidos para vengarse de quien la volvía loca de chica hasta que lo ve convertido en un promisorio futbolista y se vuelve loca en otro sentido– sino sobre todo en la atmósfera: la carne fresca de chicas y chicos muy lindos que, no obstante, logran captar algo de la actual play generation de nuestro fútbol, sobre todo en esos separadores (tal vez lo menos acertado del programa) en que arman una especie de casting permanente de Gran Hermano.
Rubias, morochas, ingenuas, ligeras, vivas, tontas, fieles e infieles, pero todas muy buenas: la gama femenina de Champs 12 recrea en miniatura y, protección al menor mediante, el mundo de las botineras, especialmente condensado con un detalle del afiche, esa C chorreante que marca a las claras que D10s no sólo la pifió con Riquelme sino también con su frase despedida como jugador: la pelota hace tiempo que se mancha. Pero no de barro sino de blanco.
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