TELEVISIóN > UNITED STATES OF TARA, LA SERIE REVELACIóN EN EE.UU.
Un equipo imbatible se reunió para darle forma a la serie que viene batiendo records de audiencia en Estados Unidos: produce Steven Spielberg, protagoniza Toni Colette y escribe Diablo Cody, la guionista ganadora del Oscar por La vida de Juno. ¿La historia? Una mujer llamada Tara que sufre de lo que comúnmente se llama trastorno de personalidad múltiple. Un día decide dejar de tomar la medicación y así permitir que sus otros yo se manifiesten. La familia lo acepta. Y la serie se convierte en una comedia oscura que, con inteligencia y ternura, explora la disfuncionalidad.
› Por Martín Pérez
“Por qué no puede ser maníaco-depresiva, como todas las demás?”, se queja Kate, refiriéndose a su madre. A diferencia del resto de las madres suburbanas que su hija conoce, Tara sufre de una enfermedad llamada Trastorno de Identidad Disociativo. O, como se lo denomina comúnmente, personalidad múltiple. Por eso es que para su marido, sus dos hijos y su hermana, la familia tiene tres integrantes más: una adolescente llamada T, una ama de casa a la antigua con el nombre de Alice, y Buck, un machote que se cree veterano de Vietnam, borracho, homófobo y pendenciero. Pero no hay que equivocarse: a pesar de la queja de la –a veces– belicosa Kate, toda la familia apoya a Tara en su decisión de abandonar la medicación y enfrentar todas sus personalidades. Todos quieren a la desfachatada T, disfrutan de la hogareña aunque estricta Alice y soportan las desubicaciones de Buck. De hecho, cuando uno de sus novios amaga burlarse de la enfermedad de Tara, Kate la defiende recordándole: “Bueno, después de todo, tu mamá se puso tetas”. Porque, como dice Marshall, el otro hijo de la pareja que conforman Tara y su marido Max, gracias a ella –o, más bien, a ellas– saben que nunca se van a aburrir. Con el fascinante y casi heroico protagónico de la australiana Toni Colette, los guiones de Diablo Cody –sorpresiva ganadora del Oscar por La joven vida de Juno– y la producción de Steven Spielberg, United States of Tara es la revelación de la actual temporada televisiva norteamericana. Ultimo paso en pos de la destrucción de la familia tradicional y de la demostración de que hay normalidad en la disfuncionalidad –algo que vienen explorando desde Six Feet Under hasta Weeds–, Tara es una comedia, sí, pero tiene una sensibilidad que pocos se atreverían a tener con semejante temática y personajes. Comedia oscura entonces, ya que así es como la presentan, lo inusual de la serie es que –según razona Nancy Franklin en su reseña para The New Yorker– mientras sus personalidades parecen tener un claro lugar dentro de la familia, es Tara quien no sabe dónde ubicarse. Y los doce capítulos de esta primera temporada (a punto de terminarse en los Estados Unidos y, oh sorpresa, con una segunda ya confirmada) están dedicados a tratar de encontrar cuál debería ser ese, sin dudas, fascinante lugar.
Según cuenta la historia oficial de la génesis de United States of Tara, la idea inicial de la serie surgió de una charla familiar entre Steven Spielberg y su mujer, la actriz Kate Capshaw. ¿De qué hablaban? De los diferentes roles que las mujeres suelen tener que adoptar en la vida diaria. Con ese proyecto en mente fue que el director convocó inicialmente a Diablo Cody, unos dos años atrás, cuando un Oscar era algo inimaginable para quien por entonces sólo había editado un libro con sus memorias como stripper. “Descubrir que Spielberg estaba interesado en mi trabajo fue algo surreal –confesó Cody–. Cuando recibí su llamado, pensé que estaba en problemas. Que me iba a pedir que abandonase Hollywood, o algo así”, bromeó. A pesar de que Spielberg reconoció en Cody una voz personal como guionista, sabía que era una principiante. Por eso se preocupó en poner a su lado a Alexa Junge como coguionista y productora ejecutiva, una veterana del medio televisivo, con medallas como Friends o The West Wing en su solapa. “Lo más divertido fue descubrir las personalidades de Tara –asegura Cody–. Y lo más complicado para mí fue escribir de manera episódica. Porque siempre tiendo a alcanzar una conclusión satisfactoria, y Alexa tenía que recordarme que en ese caso no hay razón para que los espectadores vuelvan en el próximo episodio.” Pero a pesar de ser indudablemente la gran atracción de la serie –o al menos lo que la distingue en primera instancia de otras series familiares–, las personalidades de Tara no son la gran clave del éxito de la serie: lo es el hecho de que la naturaleza de toda la relación familiar está tratada con una profundidad que evita la caricatura. Para unidimensionales, después de todo, están T, Alice y Buck, ya que eso es lo que son: apenas una dimensión de todo lo que contiene Tara. No sucede lo mismo con la relación de ella con Max –un extraordinario John Corbett, que interpreta a Aidan en Sex And The City–, así como con sus hijos Kate y Marshall. De hecho, si la correción política que terminaba minando Juno era sobrellevada por la actuación de Ellen Page, lo mismo sucede con cada actuación en United States of Tara. Pero sin que haya ninguna corrección que subsanar. Por ejemplo, el hecho de que Marshall sea homosexual jamás es un tema a tratar en la serie. Lo es, y punto. Y nadie está jamás incómodo con eso. Salvo Buck, por supuesto, que como buen norteamericano de armas tomar no se priva de su homofobia. Aunque, incluso así, no puede evitar sentir cariño por el chico.
Con más de dos millones de espectadores para su capítulo inicial, United States of Tara logró superar la performance de series establecidas como Weeds, Dexter o Californication. Por eso –y también, seguramente, por lo que significa tener a Spielberg detrás– ya fue confirmada una segunda temporada. Una de las genialidades de aquel primer capítulo, que lamentablemente aún no ha sido anunciado por ningún canal de cable local, es que la historia entra sin preámbulos en la vida de Tara y su familia. No hay explicaciones sobre su condición, ni escena alguna sobre el descubrimiento de lo que le pasa. Tara ha descubierto que su hija tiene pastillas para el día después en su bolso, y se imagina lo que eso significa. Por eso, cuando Kate regresa del colegio, se encuentra con T revolviendo su armario, contándole lo que ha sucedido. Después de todo, T lo sabe bien: fue ella quien le consiguió las pastillas a Kate. “La única condición al escribir los capítulos fue que quedase claro que Tara estaba cambiando de personalidad –explicó Cody–. Un show de este tipo puede llegar a confundir al espectador, y no queríamos agregar un factor más de confusión.” Pero un factor más de disfrute lo genera la voz de Diablo Cody como guionista, capaz de crear adolescentes tan inteligentes y verborrágicos como pocos en Hollywood, algo que demostró con su Juno. Y que, para muchos críticos, es casi un pecado. Por ejemplo, cuando su padre la reta por las píldoras, Kate le responde, irónica: “Supongo que hubiese sido mejor idea dejar que ese embrión fertilizase en mi útero, ¿no es cierto?”. “Me divertí mucho cuando una reseña puntualizó que ningún adolescente tiene esa clase de lenguaje –señaló Cody–. Lo mismo sucedió con Juno. Es gente que realmente no sabe en qué mundo vive.” Algo que parece tener bien en claro Diablo Cody. Al punto de que no se privó de darles voz a los escépticos –de hecho, no toda la comunidad médica coincide en darle el status de enfermedad al Trastorno de Identidad Disociativo– en el personaje de Chermaine, la hermana de Tara, celosa de las atenciones permanentes hacia ella. “Todos los personajes que uno crea son como tener varias personalidades –reconoce Cody–. Son un camino para verbalizar mis opiniones, pero sin tener que asumir completa responsabilidad por ello.”
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